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El marido de la peluquera

Comedia. Drama. Romance Antonine (Jean Rochefort) ha crecido con una secreta pasión: casarse con una peluquera. Ya en la madurez su deseo se hace realidad: se une en matrimonio a una bellísima peluquera (Anna Galiena). La pareja comparte una felicidad perfecta, y su vida es un idilio permanente tan sólo comparable a un sueño. (FILMAFFINITY)
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
26 de mayo de 2008
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para no destripar la cosa, diré que es un final demasiado típico de ciertos cineastas que temen la diversión es estado más o menos puro, la diversión sensual, la fiesta de los sentidos... y entonces para que cuele algo así como "el arte verdadero" hay que meter, como sea, una coda dramática, preferentemente amarga como la hiel...

Patrice Leconte es un tipo casi siempre interesante. Y aquí, de la feliz mano de dos grandes como Rochefort y Galiena borda lo magistral, hasta que le da la vena de ponerse serio y ahí va y la caga.

Pero hasta entonces, casi todo el metraje, es una joya de bellísima y divertida sexualidad contada como un cuento de hadas.
horacio
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22 de enero de 2006
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi ésta pelicula en el cine y me gustó mucho, y hace poco la dieron en canal sur2, en versión original y me encantó. Es una gran obra, todo transcurre en esas cuatro paredes que alberga la peluqueria, desborda sensualidad, amor, soledad y miedos.
karenin
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22 de junio de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más exitosas y populares del autor de "El Perfume de Yvonne"; una historia de amor triste, ocasional y peculiar que roza la erotomanía sin llegar a alcanzarla; preconcebida como la oportunidad extraída de un deseo.

Antoine (Jean Rochefort) ha tomado como objetivo primordial desde su infancia casarse con una peluquera. Su cabello infantil ya fue acariciado, enjabonado y recortado por una voluptuosa mujer que encandila hasta la obsesión los deseos del pequeño (en algunas escenas con su escote apretando a su cabeza mojada se desprenden ecos fellinianos de "Amarcord"). Años más tarde, un Antoine adulto, visita por primera vez la peluquería que regenta Mathilde (Anna Galiena) y se declara por primera vez ante ella. Su deliciosa relación, basada en el tacto y el afecto,cariñosamente hablando, se irá consolidando entre los dos.

Maravillosa y algo tragicómica metáfora romántica que sobresale de la pantalla. Transmite esa chispa de afectuosidad que solamente Leconte con el lirismo que añade en sus puestas en escena (salvo algune algo elevada de tono que entona) nos expone. Pero es la italiana Anna Galiena, la madre que todo niño con muchas ganas de conocer querría tener, la reina de la función; sus ojos, esa sonrisa, sus pechos, esas piernas, tras una mirada silenciosamente triste que encandila y pide abrazos a tutiplén.
Natxo Borràs
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13 de agosto de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corrían tiempos en los que, a las 3 de la tarde, en Radio 3, en el magnífico programa Diálogos 3, el admirado Ramón Trecet (casi don Ramón 3et), al despedir cada programa recomendaba, a modo de único mandamiento aquello de «Recordad... Buscad siempre la Belleza... Es la única cosa que siempre recompensa en este (...) mundo». En aquella época, también repetía que él se afeitaría la barba si algún impensable día Michael Nyman conseguía actuar en Madrid. (Y lo cumplió.)

En aquellos tiempos, Nyman era una especie de talismán. Había que seguirle la pista contra viento, contra marea, y si falta hubiere hecho, contra Alfonso Guerra. Así que cuando al salir del cine (de ver ahora no recuerdo cuál peli), en los Alphaville de Madrid, recogí aquellos estupendos folletos en los que anunciaban nuevos estrenos, vi que estaba en ciernes la proyección de "El marido de la peluquera", con música de Nyman. Solamente con eso, sin necesidad de más datos, aquella película había que verla.

Y la vi... Al salir del cine y llegar a casa, metí en un sobre el folleto de la película, y lo envié a mi mejor amigo, que vivía en otra ciudad, con una única frase manuscrita: «¡¡¡Tienes que verla!!!» Mi amigo, que era ya un gran crítico en ciernes como años después demostró con sus más de mil artículos en prensa especializada, a las pocas semanas me remitió una muy extensa carta en la que me agradecía encarecidamente mi recomendación y en la que pormenorizaba y exponía detalles, sensaciones, reflexiones y razones. Lo que mejor recuerdo de aquella carta fue el título:

«Magia.»

No le faltaba razón. Esta película no es una película. No desde luego una al uso. No es del tipo de películas que solemos ver. Yo mismo, en ocasiones, he salido indignado del cine cuando lo que he visto no me ha parecido verosímil, cuando lo que he visto ha querido tomarme el pelo. Pero eso, reconozco, que ha podido ocurrir cuando la narración no me ha atrapado.

Entiendo que esta película no guste a muchos, incluso a la mayoría. Claro que lo entiendo. Porque hay filmes en los que no se sabe muy bien qué se pretende contar, o en los que directamente no nos gusta lo que nos están contando; pero que si nos gusta el "cómo", el "qué" ya no es tan importante. Ahora, por ejemplo, (me) ocurre con el cine de Malick, con el de Lynch, con el de Sorrentino... Si la forma me atrapa, el fondo ya me preocupa menos.

No podemos esperar que nos cuenten un cuento, o un relato, o una novela, o que nos representen un drama si, en realidad, nos están recitando un poema. Cuando el poema es bueno, y cuando la voz que lo recita honra la mejor rapsodia, entonces importará poco lo prosaico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ElMundoTengoDelante
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27 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El planteamiento podría ser interesante, pero unicamente se apoya en la sensual belleza de la protagonista. A partir del momento en que aparece el marido, todo desbarra.

Vale el morboso voyeurismo, que todo resulte inverosímil: un hombre que no trabaja, permanentemente sentado viendo como su mujer atiende a los clientes, ¿De qué vive? ¿Sólo del trabajo de su mujer?, escenas sexuales con y sin clientes. Podría resultar un cuento entretenido.

Pero el problema es que no hay cambio alguno de registro, que todo es igual, que no ocurre nada, y que el final es absurdo y no encaja.
Norbert
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