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El gran showman

Musical. Drama Biopic sobre Phineas Taylor Barnum (1810-1891), un empresario circense estadounidense que fundó el "Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus", conocido como "el mayor espectáculo en la tierra". (FILMAFFINITY)
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Críticas 161
Críticas ordenadas por utilidad
7 de junio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película 100% recomendable, es entretenida, visualmente espectacular, musicalmente perfecta y eso que no soy fan de los musicales. Musical que no carga con sus canciones y bailes, con una trama entretenida, un buen mensaje que mostrar, unas canciones perfectas, son tan buenas que parece que ya las hayas escuchado, muy adictivas y a pesar de basarse en otra época han jugado muy bien con las bases actuales en cada canción, les da una fuerza bestial, la película tiene una duración y un ritmo muy bueno, de esta forma se convierte en mi segundo mejor musical de los últimos años. Pero no todo es oro lo que reluce, también cuenta con un pesimo CGI en todas las escenas que sale el enano, que es muy descarado lo mal que lo han hecho y en cada escena que salía me daba un micro-infarto, por ese motivo mi puntuación.

https://juantfilms.wordpress.com/2018/06/07/el-gran-showman/
juantfilms
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25 de marzo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A favor de "El gran Showman" está que traslada la magia de Broadway a la pantalla grande y la potencia con coreografías y efectos que en el teatro son técnicamente imposibles. En contra, el hecho de que no deja de ser un musical, o sea una historia en la que de vez en cuando la acción se interrumpe para que los personajes canten y bailen. Por muy integrada que sea la manera en la que se haga -y hay que reconocer que "El gran Showman" trama y bailes están bien hilvanadas- no deja de ser un bajón cargarse cada momento de clímax para que la gente haga gorgoritos.

Así que a partir de aquí, la valoración de la película ya pasa a estar condicionada en gran medida por la tolerancia de cada uno a este género, aunque antes deba añadir dos cosas más a favor. La primera, que no es un musical de esos full-time donde absolutamente TODO es cantado y los diálogos son entonados; afortunadamente es tipo Disney, donde pasan cosas y entre medias, hay canciones. Lo segundo es lo que apuntaba antes, la película está hecha con inteligencia y ambientada en un mundo circense donde cantar y bailar no desentona y la integración de las coreografías es casi perfecta.

Así las cosas, la película se deja ver hasta para los enemigos acérrimos del género y es fácil seguir el hilo y meterse en una historia muy agradable, entretenida, con bastantes giros y con un mensaje superoptimista. Sobresaliente en todos los apartados técnicos y con unas interpretaciones generosas, a mi me terminó convenciendo.
OsitoF
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27 de enero de 2018
18 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personajes sin definir únicamente tratados con un par de tópicas y mil veces vistas pinceladas, números musicales a la altura de operación triunfo, ambientación histórica inexistente, canciones metidas a capón. Un puro infumable. Si solo has visto tres películas y eres fan operación triunfo, la voz y de los personajes vacíos esta es tu película.
kerouac10
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1 de enero de 2018
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hollywood viene ofreciendo una tendencia acusada a convertir sus películas en la exposición de una serie de ideas-valor que transmitir al resto de la Humanidad. Por la enorme dificultad de tamaña empresa habida cuenta de la lucha encarnizada de la ideología con la naturaleza del hombre vienen filmando unos bodrios bastante intensos en los últimos tiempos. No obstante en esta película consiguen hilvanar una idea fuerza del liberalismo hollywoodiense con una buena película.
El gran showman la cual es para mi es una de las mejores películas de 2017.
Trama simple y sin aspamientos. Una historia con una presentación-nudo-desenlace clásico y bien ejecutado. La música y las coreografías son fenomenales, mejores que las vistas en La la Land. No hay tontería. No hay ridiculez. Hay ciertas inconsistencia en el guión por la edad de los protagonistas pero Jackman es tan bueno y canta tan bien que te olvidas en 10 minutos. Y Michelle Williams sin llegar a su nivel no obstante se convierte en una compañera totalmente creíble. Hace buena pareja con Jackman.
Zach Efron está sorprendentemente bien. Le tenía por el típico actor de factoría Disney y al final va a ser el mejor parado de su grupo. Merece la pena por su intensidad la escena que protagoniza con Zendaya.
En definitiva una película para disfrutar. Bien hecha, apta para todos los públicos y clásica en cuanto a su estructura, trama y personajes. Lo echaba de menos. Estoy cansado de la cuadratura del círculo.
Prototype
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29 de diciembre de 2017
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El arte más noble es hacer feliz a la gente"

Palabras de P.T. Barnum que, en si mismas, son el testimonio más sencillo, y a la vez más poderoso, que pudo dejar para que se comprendiera su legado.
Para eso vivía el creador del show-business, para lo mismo por lo que han luchado Hugh Jackman y Michael Gracey durante años, levantando un majestuoso musical que (se dice pronto) no cuenta con canciones preestablecidas ante el público, no tiene una exitosa versión teatral que la respalde y tampoco sigue modas del momento que vayan a asegurar su triunfo.
El círculo de valentía que se cierra es maravilloso: como en aquel siglo antepasado, una serie de talentos se han reunido para ofrecer, a corazón abierto, uno de esos raros antídotos que curan la ilusión de un panorama muerto.

Se podrá decir de todo a 'El Gran Showman': tópica, típica, azucarada, ingenua... pero todo eso da igual.
Empieza a dar igual desde el primer momento en que se oye cantar.
Desde el mismísimo segundo en que Phineas Hugh Taylor Jackman Barnum nos dice que esto es todo lo que queríamos, todo lo que necesitamos, y tras colapsar el escenario de maravillas se retrotrae a otro tiempo, a uno más modesto, más triste si se quiere, uno en el que no todo lo que tiene brilla.
Pero ya por aquel entonces tenía esa inventiva que le hace sacar lo especial en un mar de corrección, esa actitud decidida donde no caben futuros sin rumbo ni palacios ruinosos: sobre estos sueños edificaré mi imperio, nos canta, le canta a su esposa Charity, pasando por encima de penas y distancias, amparándose en las tenues alegrías que le pasan.

La suya no es una historia en la que, de repente, es comprendido: es la del que, de repente, comprende que este mundo está herido, de muerte, por gentes que no ven más allá de sus narices e ignoran todo lo bueno que les puede llegar, que se encierran en la dificultad y mueren incapaces de dejarse llevar.
Contra esa infinita hilera de cubículos que pasarán a ser tumbas, Phineas se rebela, al principio de manera callada y disecada, deformación vital de seguir la misma ruta pasando las metas de largo, pero después con el rugido del león, con la fascinante convicción del que, por fin, está viendo un sueño sin necesidad de cerrar los ojos.
Su compañía "teatral" (pues el circo aún no lo ha inventado) es, no uno, sino varios mazazos a la intolerancia de una época: primero son agresivos y rápidos, recreando sus únicas cualidades en gloriosos pósters que gobiernan la ciudad, y más tarde dolorosamente bellos, como el de aquella mujer a la que su barba impedía que se fijasen en su hermoso cantar.

Podría pensarse que el circo (ahora sí) de Barnum se sostiene en la truculencia y el morbo, pero bajo todo ello, en el segundo antes de salir al escenario, queda claro qué es lo maravilloso del tinglado: una sensación de pertenencia, de emocionante revalorización de unas heridas, deformaciones o anomalías que serán las estrellas para los niños que están esperando, por fin admiradas sin ser juzgadas.
En la pista, al calor de los focos, se celebra una humanidad sin caretas, sin fronteras, latiendo renacida ante los ojos de un público que las más de las veces se olvida: nosotros somos el Mayor Espectáculo del Mundo.
Uno que no tiene por qué acabar, uno por el que todos querrán dejarse arrollar, que en su fruto más dulce difumina límites entre el autor Phillip (Efron derrochando química con Jackman) y la trapecista Anne.

Claro que siempre están los "es cuestión de gustos", el que se pone a pensar en medio del jaleo, la sonrisa que nunca se puede ganar.
Phineas no puede permitirlo, y lo que sucede entonces no es una caída, sino más bien el avance hacia el máximo esplendor, uno que quema y ciega observado desde ese lado del escenario en que todo parece más hermoso y posible: Jenny Lind es la voz angelical que llama la belleza en los corazones de todo público, el salvavidas al que Barnum se aferra para demostrar que puede llegar a donde sea.
Pero por el camino suelta el timón de aquellos que por primera vez se estaban acostumbrando a ser vistos, y no quieren volver a ocultar unas cicatrices que, allá lejos del escenario, les siguen recordando que no han desaparecido.

Esto nunca fue una apuesta segura.
Fue un riesgo, un fuego que se desboca en el interior, una pasión que arrastra cualquier dificultad económica y personal... pero también dos manos que, en la oscuridad de la platea, se encuentran porque su deseo reescribe la historia con la que les han dicho que se tenían que conformar.
Lo pequeño existe en la trastienda de lo grandioso, sólo para hacerlo aún más especial: un musical que sabe cuándo frenar su torrente melódico para decir una simple frase, o por el contrario permite que su estrofa más esencial se susurre a media voz, comprende esto a la perfección.

Porque de nada sirve ser grandes perdiendo de vista los que lo han hecho posible.
Al igual que la grandeza no funciona si no es compartida, si no es apoyarse unos en los hombros de otros hasta que, un día... te das cuenta de que la ilusión se conserva, y no es un sitio al que se llega.
Siempre estuvo ahí todo lo que querías, todo lo que siempre necesitabas.

Lo mismo que Phineas intentó transmitir al público, lo mismo que Hugh Jackman nos cuenta maravillosamente aquí.
Todo en el espacio de un absoluto milagro donde querrás cantar cada canción, te dolerá cada rechazo y te ilusionarás al ritmo de esa rara alegría que surge de ver gente aceptándose y apoyándose, pese a todo lo malo que pueda pasar, y por todo lo bueno que queda por venir.

Y si fuera sólo eso no sería tanto, pero es que en ningún momento me ha abandonado esa sensación de que el mismísimo P.T. Barnum me pone mis sueños al alcance de la mano y me dice "son tuyos, cógelos y enséñalos al mundo, porque están esperando que lo hagas".
El arte más noble, en su más pura forma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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