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El tercer hombre

Cine negro. Intriga. Drama Comienzos de la Guerra Fría, en Viena, 1947. El norteamericano Holly Martins, un mediocre escritor de novelas del Oeste, llega a la capital austríaca cuando la ciudad está dividida en cuatro zonas ocupadas por los estados aliados de la II Guerra Mundial. Holly va a visitar a Harry Lime, un amigo de la infancia que le ha prometido trabajo. Pero su llegada coincide con el entierro de Harry, que ha muerto atropellado por un coche en plena ... [+]
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Críticas 172
Críticas ordenadas por utilidad
21 de marzo de 2007
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vieja y una vez hermosa Viena, ahora derruida en escombros por la guerra; la prosa de Graham Greene; el hermoso blanco y negro expresionista de Robert Krasker; el apasionante y resonante sonido de la citara de Antón Karas; la teatralidad y barroquismo de Sir Carol Reed; y un par de colosos, amigos en la vida real, Orson Welles y Joseph Cotten. Todo lo anterior puede ser resumido en una sola palabra, simple y llana antología, y de ella esta formado cada rollo, cada palabra e imagen de este monumental e imperecedero paradigma del cine negro.

Como un encargo especial del afamado productor británico Alexander Korda al novelista Graham Greene, así nació “El Tercer Hombre”, una vorágine de intriga y traición bajo la penumbra de la caótica Viena de la posguerra.

Poco o nada pueden agregar mis palabras sobre una obra tan debatida, estudiada y disfrutada hasta el cansancio por escolares, críticos y cinéfilos, entre los que me cuento. La cinta no es más ni menos que una pequeña gran capsula de tiempo, poseedora de una docena de genialidades, que deleitaran hasta la saciedad a cualquier ser humano que aprecie el arte cinematográfico. Solo observando sus magnéticos encuadres; escuchando sus sagaces diálogos; o admirando la belleza y candidez de Alida Valli, además de la calidad interpretativa de Trevor Howard, Bernard Lee, y sobre todo la de el magnifico dúo del cuasi luciferino Orson Welles y el desencantado y carismático Joseph Cotten; elevando a esta cinta a la categoría en que sigue estando después de casi sesenta años, como uno de los filmes más geniales de la historia del séptimo arte, si no me creen, solo fíjense en la toma que cierra la obra, pura poesía en blanco y negro.

Pierluigi Puccini
PierPuccini
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25 de septiembre de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca un actor tuvo una influencia positiva tan grande sobre un proyecto, su construcción del personaje, ayudas en el guión y a la hora de filmar hacen cada aparición de Orson Welles en pantalla auténticos momentos de gourmet cinéfilo impagables.
Cierto es que el personaje de Harry Lime es el protagonista total de la historia, cuando sale y cuando no sale también cual Rebeca de Hitchcock pero lo cierto es que cuando no está en pantalla la película no pasa de notable y eso es la mayor parte del metraje.
Eso si la presentación del personaje, la escena de la noria y la de la cloaca son momentos de 10, chispazos de genio que al final saben a poco.
Aun así estamos ante una película de las grandes 60 años han pasado y sigue viva.
mohinder
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22 de junio de 2007
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fabuloso filme de cine negro, o mejor dicho "thriller", porque el verdadero cine negro se encuentra en el Hollywood clásico y no en la London Film del gran productor Alexander Korda británico. Ese juego de sombras, típico del expresionismo alemán, y heredado por el género que tratamos, se manifiesta genialmente en esta obra de Carol Reed.

Las calles de Viena son testigo de una historia de asesinatos, suspense, mentiras, verdades, hipocresía, miedo, traiciones... En definitiva un flujo de circunstancias con una logradísima fotografía que sólo el cine negro en blanco y negro podía conseguir. Muy recomendable largometraje. Sólo dos peros: contiene un excesivo metraje a mi juicio y en mitad de la trama se produce un bajón rítmico importante. Aún así, peliculón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
antonio_corleone
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11 de abril de 2008
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tercer hombre, un clásico obligatorio de ver, así me decían y tienen razón, un amante del buen cine, de las buenas interpretaciones ha de ver esta película y varias veces para poderla saborear más y más.
Con un guión sorprendente y llevado también con un ritmo sensacional se nos pasan unos noventa minutos sin darnos cuenta.
Una película dirigida por Carol Reed y donde se respira a O. Welles en cada escena o más bien estamos esperando al momento donde saldrá este monstruo del cine donde da al personaje ese toque especial, con esos retoques que da a su personaje hacen una película inolvidable y en especial esas escenas de la persecución por las cloacas vienesas y por supuesto ese dialogo en la famosa noria vienesa.
Una película con un trasfondo espectacular llevado a la pantalla también de una manera genial y aunque no esté dirigida por Welles se respira su tenebrismo, expresionismo y fotografía en cada escena.
Con una fotografía espectacular, estudiando los ángulos para ayudar a la elaboración de los personajes crea escenas con unos ángulos espectaculares pero con un estudio del color fabuloso.
Obra maestra sin duda ninguna, no solamente por la técnica e interpretaciones, una película con un gran trasfondo humano y moral donde cuestiona la amistad, el amor y el valor de la vida humana en comparación a los intereses económicos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
manuel
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16 de octubre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es frecuente que un cineasta re­suelva hacer una película sobre una obra literaria (a veces propia como, por ejem­plo, Georges Perec con su novela Un homme qui dort), pero El tercer hombre es prácticamente el camino inverso. Graham Greene, notable escritor inglés autor del guión, publicó la novela corta del mismo título una vez que la película llevaba un tiempo considerable en las taquillas. Su decisión de trabajar y publicar el relato que sólo le había servido de apunte para el guión, se debió a una especie de oscura venganza por los enfrentamientos que había sostenido con los productores —David O. Selznick y Alexander Korda, que ya se llevaban pésimo entre sí— quienes a último momento lo obligaron a cambiar el final. Obviamente el final del libro es el que Greene quería para el film.
Parece increíble que en una at­mósfera cargada de tensión —a la desin­teligencia de director, guionista y pro­ductores se sumaba el resentimiento de Orson Welles hacia su ex amigo Joseph Cotten, los actores centrales— se haya elaborado uno de los guiones más em­blemáticos del cine.

Del libro "100 días de cine", Igor Sergei Klinki, 2013
klinki
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