Downton Abbey (Serie de TV)

Esta serie es una serie histórica que te enseña no solo la vida de los criados y señoras de una gran casa victoriana en Inglaterra, sino la formula de pensamiento y las formas de hacer de una sociedad que estaba en "decadencia" ya por los años en los que se desarrolla la serie entre 1900 a 1925.

Las interpretaciones son geniales 100% British, llama la atención el extraordinario desarrollo de todos los personajes. la fotografía y el como saben transportarte a esa época donde los ingleses dominaban el mundo antes y despues de la 1 Guerra mundial.

Es seguramente el retrato sociológico y auto critico de los ingleses con ellos mismos pero orgullosos de sus tradiciones y de quienes son como país.

Tal vez, eso es lo que deberíamos aprender, como españoles, de este tipo de series.

ITV, el primer canal comercial en abierto de televisión británica, lo ha vuelto a hacer. Del 71 al 75 el 165 de Eaton Place en Londres y durante 65 episodios en 5 gloriosas temporadas la aristocracia (arriba) y su servidumbre (abajo) nos deleitaron y emocionaron con sus tribulaciones al tiempo que el siglo XX comenzaba su andadura convulsa y los cambios sociales marcados a sangre y fuego por guerras y revoluciones se les venían encima. "Arriba y abajo" dejó hecho el molde que de nuevo ITV ha utilizado en la actual época dorada de las series televisivas con el mismo o mayor éxito. En el camino intermedio películas y series como "Retorno a Brideshead" (1981 serie.  Julian Jarrold / 2008 película)  "Lo que queda del día" (James Ivory / 1993)  o"Gosford Park"  (Robert Altman / 2002) esta última también escrita por Julian Fellowes, mantuvieron viva la llama. Parecía más que suficiente pero...

Si la formula se ejecuta bien, es infalible. Dos millones de libras por capítulo dan para ello y los británicos saben muy bien como filmarse a sí mismos. La puesta en escena, la fotografía y sobre todo el desfile de vestuario a cargo de Anna Robbins con muchos trajes originales de la época son un lujo disfrutable por todo tipo de público desde la propia reina Isabel II seguidora de la serie al más común de los mortales entre los que me incluyo. Me he visto las seis temporadas y la posterior película de un tirón como quien dice y uno acaba con esa sensación culpable de quien ha abierto la caja de los dulces y se ha dado un atracón. Porque no vamos a negar que Downton es dulce y almibarada, una serie blanca de un buenismo enternecedor e ingenuo y casi tan medida y previsible en su desarrollo argumental como las distancias que miden los criados con un metro entre cubiertos, platos o sillas al preparar las cenas y comidas en toda mansión aristocrática que se precie. A veces uno se ve transportado a esas otras series míticas de la televisión de los 60 como "Bonanza", donde los integrantes de la familia y sus allegados pasan por nuestro salón como si fueran de la nuestra. Porque el elenco actoral de Dowton Abbey consigue esto con creces mimetizándose con sus personajes por los que serán recordados y queridos. Incluso aunque arrastren un curriculum envidiable anterior como la Dame Maggie Smith que consigue destacar en un personaje memorable entre una nube de interpretaciones destacables.

El imponente castillo de Highclere y sus mil acres de terreno pertenecientes desde el siglo XVII a la familia Herbert, Condes de Carnarvon se encarga de ser el faro que aglutina y acerca a dos clases sociales que evolucionan con los tiempos en tiempos de Jorge V en el que: " Su reinado vio el surgimiento del socialismo, comunismo, fascismo, republicanismo irlandés y el movimiento de independencia de la India, que cambiaron radicalmente el panorama político. La ley del Parlamento de 1911 estableció la supremacía de la Cámara de los Comunes —cuyos miembros son electos democráticamente— sobre la Cámara de los Lores —cuyos miembros no tienen que pasar por elecciones. En 1924, designó por vez primera un primer ministro laborista y en 1931, el estatuto de Westminster reconoció los dominios del Imperio como reinos independientes dentro de la Mancomunidad Británica de Naciones." (Wikipedia).

El feminismo, el derecho a voto de la mujer, la homosexualidad, la onda expansiva del socialismo y la revolución rusa..., etc, van trufandose entre salones y cocinas sin hurgar demasiado, sin levantar ampollas, porque en Downton Abbey "to el mundo es bueno" y el que no siempre merece una segunda oportunidad. 

cineziete.wordpress.com

Superproducción rodada con un gusto admirable.

Nunca antes había experimentado tal sensación de absoluta perfección en clase, en elegancia, jamás serie alguna ha sabido plasmar lo puro, lo alto, lo sublime de manera más completa tal y como es el servicio doméstico de un gran lord inglés.

Así es como el conde de Grantham, Rorbert Crawley, interpretado por el gran Hugh Bonneville de una manera impecable se convierte en un lord con un condado rico, pero sin heredero.

La caracterización del lord inglés es verdaderamente luminosa, pero a su lado no hay más que luces fundidas.
Una esposa americana, Cora, interpretada por una Elizabeth McGovern que parece estar en cada temporada bajo poderosos narcóticos, y tres hijas absolutamente decepcionantes, no solo por su caracterización, sino por las actrices que las desempeñan, tanto para ser ricas como para ser pobres, al frente de las cuales está la infame Mary Crowley hacen que la serie peque de una cursilería innecesaria que avergüenza al guión.

Y es que Downton Abbey podría haber sido como lo fue su película del 2020, una representación de argumento inolvidable por las diferentes situaciones que parece plantear pero que al final se quedan en agua de borrajas.
Caracterizando un periodo que comienza en 1912 y pasando por la primera guerra mundial, han desaprovechado la oportunidad para contar algo realmente profundo, una historia que estuviera a la altura del impecable vestuario, de la actuación sobresaliente de Hugh Bonneville, pero todo cuanto han conseguido es forzar un guión en ocasiones tan predecible que un niño de primaria podría adivinar, y estirar tanto de los personajes a los que quieren santificar, que resulta tediosa.

Maggie Smith es la verdadera razón por la que me tragué dos temporadas, pero lo pretencioso de no darle a los personajes ya sean nobles o del servicio más oportunidades de crecer en una trama ya de por sí predecible, el saber quien es cliché tras cliché el malo, Thomas, su compañera en el ajo, la señora O´Brien, el mártir, el Sr. Bates y la enamorada Julieta, Anna, hacen que se hunda, que la vistosa mansión, los sinfines jardines, las flores, la plata, y todos los elementos que componen un exterior y un interior perfecto para la época eduardiana casi, desluzcan.

No hay servicio de té, ni flores, ni jardines, ni vestuario que sirva el soportar como tratan a determinados personajes, hasta hacerlos entrar dentro de la retina del espectador de forma forzada, y sin calzador, como ocurrió con la repelente Mary Crowley, el peor personaje que he visto en años en una serie, arreglado un poco en la película rodada en solitario es decepcionante.

Por lo demás, es una serie inolvidable, lástima que no por los acontecimientos y los personajes que salen.

A pesar de los inverosímiles giros de guion la serie se apuntala por su magnífica ambientación y una descomunal interpretación, en cuanto a esto se sobrevalora la actuación de la abuela (Maggie S.) que recrea un personaje muy agradecido, con multitud de frases ingeniosas escritas por los guionistas y su papel es el de respetada matriarca, de gestos histriónicos, pero el difícil lo interpreta Michelle D. (Lady Mary) ya que no puede expresar sentimientos abiertamente debido a la costumbre social de su clase, simplemente con sutiles gestos faciales debemos reconocer alegría, tristeza, sorpresa, etc, algo que está solo alcance de pocas actrices.
El atrezo, en muchos casos objetos originales como la lámpara de escritorio del mayordomo que se lleva tantos primeros planos, detalles como un hombre anuncio en la temporada cuatro con un cartelón a la salida de un hotel en Liverpool, anunciando el partido de fútbol Sunderland- Liverpool siendo de gran relevancia el Sunderland aquellos años o el vestuario con vestidos originales o patrones de vestidos de época como el que luce Lady Mary cuando hace ese cambio de imagen drástico en la temporada cinco, por no hablar de la cantidad de vehículos de museo.
Alguna vez chirría más de la cuenta algún tratamiento de los directores, como en la sexta temporada, episodio cinco cuando un protagonista importante tiene una escena estilo "Alien" en mitad de una cena, totalmente fuera de lugar con el cuidado beato y pomposidad del que tanto se han preocupado, me supongo que el director de ese capítulo había visto demasiado cine gore aquellos días.
Aquí entran, salen y se reencuentran personajes sorpresivamente y esperadamente, el telespectador hace cábalas sobre determinados asuntos de pareja y personales, dado el tratamiento que se da a algunos protagonistas con su evolución que nos hace odiarlos o quererlos, como el criado Thomas, o la radical lealtad hacia la familia Crawley por parte del Mayordomo Carson o el camino que sigue Tom Branson entre sus ideales y la alta sociedad a la que ahora pertenece pero sin pertenecer como nos lo recuerdan casi constantemente, o la eterna perdedora Lady Edith que tiene merecidamente el protagonismo del capítulo final, todo aderezado con irónicos comentarios y diálogos de nivel que hace adictiva la serie aun sabiendo que el guion está trufado de trucos y derivas poco creíbles.
Para finalizar una última frase, de esas que los guionistas escriben para la matriarca.
-¿Por qué somos así los británicos?- Le preguntan en una boda.
-Será por el clima- contesta displicente. A recordar que inverosímilmente casi todas las escenas exteriores son rodadas con un sol más mediterráneo que británico.

Perfecta técnicamente y perfecta su mezcla entre historia reciente y ficción cinematográfica. Downton Abbey es un universo donde los personajes, la música y la vida se aúnan en una deliciosa armonía que capítulo a capítulo deseas que dure un poco más.