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El intendente Sansho

Drama A finales de la Época Heian en el siglo XII, el gobernador de un pueblo es enviado al exilio. A pesar de que su familia quiere ir con él, ninguno podrá acompañarle, pues, engañados por una vieja que se hace pasar por sacerdotisa, son vendidos como esclavos por separado: la madre por un lado y los hijos por otro. (FILMAFFINITY)
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
8 de enero de 2017
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Las palabras se quedan cortas para describir esta maravillosa experiencia cinematográfica al más alto nivel. La película es exquisita en todos sus matices y la historia es tan profunda que adquiere una dimensión sobrehumana a través del dolor que experimentan los personajes. El hijo de un alcalde convertido en esclavo por los accidentes de la vida quien decide rebelarse frente a su destino y brindar una nueva dignidad a un pueblo sometido. Una historia de verdad emotiva con momentos terroríficos y otros llenos de poesía, unas actuaciones muy mesuradas a pesar de la carga dramática del relato y una puesta en escena digna del mejor cine nipón. Esperaba una buena película pero esto es mucho más, esto es una oda al séptimo arte firmada por uno de sus grandes maestros. Sobrecogedora tanto por su contenido como por su estética, la verdad es que El Intendente Sansho es una de esas obras que calan en el espectador y que dejan una honda huella. El honor puede volverse una pieza muy escurridiza y difícil de recuperar. Inspiradísima obra magna. Muy recomendable a pesar de su crudeza.
dandyboy
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4 de septiembre de 2017
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Mizoguchi es mucho mejor cuando habla de fantasmas y aún más cuando retrata mujeres oprimidas. No obstante, está adaptación de un cuento de Ogai Mori sobre los males de la esclavitud en tiempos medievales consigue tomar la emotividad necesaria en cada momento y desprende un gran lirismo en sus mejores secuencias, como en el suicidio de la hermana del protagonista, o el encuentro entre madre e hijo, o muchos otros en los que la historia sabe adoptar el mismo sabor de pequeño cuento de hadas del relato original. Ciertamente, en el aspecto expositivo, reivindicativo, la cosa no toma tanta fuerza. En una sociedad repleta de trampas sutiles contra la libertad de las personas, tan llena de dominadores que se cuidan antes que nada en ensalzar el propio concepto de libertad para legitimar su dominio, es difícil que adquiera punta una denuncia de un estado de esclavitud tan primitivo como el que retrata esta historia.
Capitan Ahab
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25 de octubre de 2020
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Es una película de gran belleza visual que junta sentimientos con denuncia social. Es el descenso a los infiernos de una familia que lo tenía todo y se regía por principios éticos de tratar a todos los humanos como iguales. El padre le da a sus hijos el mejor consejo que les podía dar: que trataran con caridad a todo el mundo, nobles o esclavos. Pero al padre lo exilian por tener miramiento por los más desfavorecidos.

La venta como esclavos de los dos hijos les hacen ver las penurias que viven muchas personas, lo tenían todo y luego no tenían nada y eran maltratados como ganado en las tierras del intendente Sansho.

Una crítica brutal al sistema feudal pero que se podría aplicar al mundo de hoy en día donde mucha gente trabaja por un sueldo mísero, que no son esclavos, pero como si lo fueran.

Sin duda recomendable, una de las mejores películas japonesas.
Federico Pérez
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11 de diciembre de 2021
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He visto esclavos, he visto lumbres
Cruzadas las piernas, ataviadas las manos
Un sorbo de sake, ¡serás botarate!
he visto la luna, un loto, un estanque.

Qué pena que Mizoguchi no tratara el tema de la esclavitud en nuestras sociedades modernas, eso sí que tendría mérito. Y es que esa ampulosa y descarnada esclavitud del medievo japonés ahora parece quedarse en folklore del pasado. Y argumento para engañar con el "cualquier tiempo pasado fue peor".

El resumen sería: "No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti." Muy cierto, firmo.

El atractivo que veo en "el intendente..." procede precisamente de elementos propios del pasado: El honor, la valentía (de la buena), lo épico (ya extinto), el amor familiar (hoy languideciendo), el revolverse contra el sistema impuesto, el dar la vida por un ser querido, el ser consecuente y coherente con las propias ideas.

Una empalizada, unos drones,
rompan filas, pies marrones,
pon balizas, pon tampones,
te vigilan los cabrones.

Y es que también he visto un dibujo demasiado facilón, como un cuento para niños, todo desde una perspectiva extrema para que se entienda bien, pero que te deja el masticado hecho. Ese final, tan vanagloriado, me pareció que buscaba el aplauso de los bises.

Reconozco la belleza de las imágenes, de los encuadres, de los frescos humanos, del movimiento de las figuras entre hermosos escenarios, de los vitales lienzos. Si en vez de cine fuera un cuadro, sería un 9.

Se reniega de la esclavitud, pero al gobernador no hay quien lo toque. Se reniega de las condiciones de los desfavorecidos, pero al sistema de castas no se la discute. Se aboga por los explotados pero los que manejan el cotarro pasean panchos sobre la alfombra roja. Ya sabemos, son 4 los que encienden fuegos.


Amarillos son, mi amiga Sonsoles,
dice que vienen cantando, en el mar, girasoles,
la luz no me ciega, que más quisiera,
idolatran algunos, otros te marean.
Tombol
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28 de febrero de 2022
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La gran obra maestra de Mizoguchi, el El intendente Sansho es un dramón descomunal.
Triste pero de una hermosura sublime, Mizoguchi nos habla de muchas cosas y muy importantes: la compasión, la humanidad, los principios, el sacrificio y la redención por el amor incondicional.
Nadie como Mizoguchi ha retratado el alma atormentada de Japón. Mientras Kurosawa tenía un vocación más occidental, Mizoguchi busca la universalidad desde lo genuinamente japonés.
Neilillo
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