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Black Mirror: Blanca Navidad (TV)

Ciencia ficción. Drama Matt Trent (Jon Hamm) y Joe Potter (Rafe Spall) están pasando unos días en un lugar remoto en medio de un paraje asolado por la nieve. El día de Navidad, Matt prepara la tradicional comida navideña, mientras que la canción "I Wish It Could Be Christmas Everyday" suena por la radio. Entonces, un extraño impulso empuja a Matt a explicar a Joe la razón por la que descubrió el lugar remoto en el que se encuentran ahora, un tema que nunca ... [+]
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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
17 de diciembre de 2014
118 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se me ocurre mejor regalo de navidad que el regreso de "Black Mirror". incluso cuando -como es el caso- no es en formato serie de tres episodios, sino con un film de poco más de setenta minutos. No obstante como es habitual, Charlie Brooker se las ingenia para aprovechar cada uno de ellos diseñando una pesadilla tecnológica que podría adquirir presencia y cuerpo pasado mañana, porque le mérito de la serie es cómo coge ideas del día a día y las traslada a un futuro hipotético sin alzar demasiado la ceja ni abrazar la pura fantasía. Dicho de otra forma, que simplemente agrava o magnifica; no crea: el presente es suficientemente terrorífico como para no necesidar de nuevas ideas. El punto de partida aquí es una cena de navidad que está teniendo lugar en una casa en la que conviven un hombre hablador y abierto, y otro cerrado en si mismo. Con la excusa de contar varias historias para de una vez por todas abrirse y conocerse, arranca lo que está destinado a ser un pequeño clásico televisivo para ver por estas fechas. No a la manera de Frank Capra, claro, pero si estáis leyendo esta crítica es que sabéis cómo se las gasta "Black Mirror" y qué bazas juega para posicionarse como una de las grandes ficciones del siglo XXI.

Porque lo que puede salir mal, con Brooker se magnifica, y aunque algunos de los temas que se abordan en estas tres historias interrelacionadas que confirman "White Christmas" ya los hemos visto en la serie (el de la segunda, por ejemplo, con Oona Chaplin) nos importa poco porque en sus últimos 10 minutos todo se consigue encauzar por el mejor de los caminos y se crea la magia de hacer ver algo diferente. ¿Mala hostia? Hay para dar y tomar en una conclusión terrible que nos habla sobre hasta donde podemos llegar por la obsesión y se plantea un futuro tecnológico totalmente viable en el que el 'block' del Twitter o el Facebook se aplica a la realdiad terrenal con consecuencias esperables, a una alternativa a este mundo en la cual no hay posibilidad de elección: ¿dentro, o fuera del sistema? Lo mismo da. En el fondo todos somos voyeurs de lo que nos rodea y "Black Mirror" se limita a apuntarnos con el dedo y demostrar, con ideas cotidianas -las redes sociales, los reality shows, el historial del navegador, etc, por citar temas de la serie- cómo podemos llegar a límites absurdos si el mundo sigue girando tan rápido como en la actualidad. "White Christmas" se beneficia de la fuerte presencia de actores como Jon Hamm, Rafe Spall, Oona Chaplin o Natalia Tena pero lo cierto es que no necesitaba de 'estrellas' para dejar en estado de shock: con este planteamiento, su magnífico tramo final y la conclusión que deja, su poso, es suficiente.

Más "Black Mirror" es lo que necesitamos, Brooker. Necesitamos más de esta droga hiperreal que tan pronto entra como sale por nuestras retinas, aunque se asegura de que no la olvidemos con facilidad.
Caith_Sith
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24 de diciembre de 2014
71 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como niños ansiosos incapaces de conciliar el sueño la noche anterior. Esa era la sensación ante la noticia de la llegada de una nueva entrega de “Black Mirror” por navidad.

El guionista Charlie Brooker nos recompensa la insoportable espera entre temporadas y lo hace con creces. En “Black Mirror White Christmas” muestra una vez más su genialidad con un regalo navideño envenado que engloba en 70 minutos todo lo que nos ha hecho rendirnos a los pies de una de las obras de ficción más importantes de los últimos tiempos.

Un ejercicio de concisión en el guión donde esos 70 minutos para relatarnos tres breves historias funcionan tanto como mini-temporada comprimida, como film independiente y perfectamente cohesionado. No puede caber más en menos tiempo de metraje.

La elección del realizador Carl Tibbets, que dirigió el brutal segmento “White Bear” en la temporada anterior, podría sugerir que Brooker nos destrozaría las navidades a lo bestia, sin concesiones. Sin embargo “White Christmas” está mas cerca del tono de “The Entire History of You” o “Be Right Back” que de la mencionada “White Bear” o “The National Anthem”, que eran puñetazos directos a la boca del estómago. El “Black Mirror” navideño se queda parasitando en tu mente trás su visionado y te vuela la cabeza con efecto retardado a medida que reflexionas, lo saboreas y asimilas del todo. Además en esta ocasión, Brooker atenúa el impacto de manera consciente, desperdigando pequeñas pistas hacia un final algo menos imprevisible que en otras ocasiones, pero igualmente coherente y devastador.

Volviendo a crear una atmosfera opresiva e incómoda, el ambiente navideño es una presencia constante, con tonos de color blanco de una pureza que casi daña la vista, tanto en los escenarios nevados como en el domicilio del personaje encarnado por Oona Chaplin, con influencias del Kubrick más futurista.

Blanco puro en contraste con la negrura del alma del ser humano, al que Brooker señala una vez más y de la manera más pesimista e inmisericorde posible como incapaz de utilizar el maravilloso don de la tecnología sin ensuciarlo con una falta total de ética o moral. Las relaciones sociales, la esclavización virtual o la administración de justicia vuelven a ser retratadas de manera certera, satírica y provocadora por el genio británico.

“Black Mirror” siempre nos ha alertado de que la pesadilla se desarrolla en el presente o en un futuro a cortísimo plazo mostrando herramientas tecnológicas maravillosas, que son solo evoluciones lógicas de otras que existen y ya manejamos a diario, diseñadas para mejorar, para unir, para hacernos más libres y cuyo uso miserable desemboca en la esclavitud, la soledad y el aislamiento más absoluto. Porque si hay un tema principal en “White Christmas” trás sus muchísimas capas de lectura, es sin duda la soledad. Como no podía ser de otra manera en una visión de Charlie Brooker sobre la navidad.

El enorme nivel actoral de la serie siempre ha sido también una constante en la calidad de la serie y aquí se dispara con la participación de una estrella como Jon Hamm, enorme en un papel confeccionado a su medida donde su carisma, su atractivo y su “norteamericanismo” son capitales para crear un personaje arrollador, repleto de matices, que aglutina todas las virtudes y defectos del ser humano que Brooker pretende retratar. Atención al sutil guiño a su papel en “Mad Men” cuando ambos protagonistas dialogan sobre su oficio. El peso más dramático recae sobre un estupendo Rafe Spall y la española Natalia Tena luce en el segmento más oscuramente divertido de la trama, casi por encima de su compañera en “Juego de Tronos” Oona Chaplin, cuyo personaje no tiene demasiada cancha para desarrollar.

Satírica, crítica, retorcida, pesimista, reflexiva y absolutamente imprescindible. “Black Mirror” sigue en buenísima forma y “White Christmas” es el mejor regalo navideño posible. Charlie Brooker sigue explotando su habilidad para instalar historias que quedan fijadas en nuestra mente, que nos hacen reflexionar y crean unas ganas tremendas de debatir las cuestiones que plantea. Además es muy recomendable varios visionados para apreciar más aun la maestría en el mecanismo de su guión y de paso, descubrir los guiños a episodios anteriores entre los nicks del chat o los titulares que aparecen en la parte baja de la pantalla durante el informativo.

No os lo perdáis. Los mejores 70 minutos del año como espectador llegan por vía televisiva desde el Reino Unido. Feliz blanca/negra navidad.

http://losreyesdelmando.com/2014/12/24/critica-black-mirror-white-christmas/
Oscar DLC
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17 de diciembre de 2014
72 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calificarlo de telefilm sería injusto. A pesar de los esfuerzos de HBO en esta materia no es una versión menor en pequeña pantalla. No creo que sea tampoco una serie. Se acerca más al cine que a la televisión, más allá que True Detective, a la que se considera ahora el eslabón perdido entre los dos géneros. No va sobre nuevas tecnologías. No es ni parecido a esas series de informáticos frikis que son última moda. Decir satírica sería desdibujarla demasiado pues no entra en estereotipos. Ni es tampoco filosófica al estilo lento-reflexivo. Es dinamita pura. Lo mejor que se me ocurre para definirla es que es como la película Her pero en buena de verdad. Y este es seguramente el mejor capítulo para engancharse. Con actores de lujo (para empatar con true Detective en ese aspecto) pero con un concepto más novedoso. Capítulos con argumento e historias independientes más allá del nexo de la influencia de las nuevas tecnologías en nuestras vidas. En este especial navideño encontraremos un buen resumen de lo visto hasta ahora, con las prisiones, el control de la mente, la privacidad, los implantes cerebrales y sobre todo realidades aparentes. Lo novedoso seguramente sea el acento en el bullying social con respecto a otros episodios que invitan a releerlos desde esa óptica. Un Gran Hermano más democrático y participativo, de abajo a arriba y no como una figura maligna a lo fahrenheit 451. Más humano. Más Jack el destripador que Moriarty.
Lord_Vader
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22 de diciembre de 2014
39 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realidad distópica: una sociedad ficticia indeseable en sí misma, una utopía negativa, donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal, representando una sociedad hipotética e indeseable. La mayoría de muestras de distopía surgen en la literatura, el cine y la televisión como muestra de las tendencias actuales extrapoladas en finales apocalípticos. Charlie Brooker ha tomado el tema de las nuevas tecnologías y lo ha llevado al extremo, como han hecho películas como "Fahrenheit 451", "Blade Runner", "Gattaca", "The Matrix", "V de Vendetta", entre otras. Todas ellas han tomado un futuro no demasiado lejano y han llevado los avances tecnológicos sólo un paso más allá, de manera que lo que se nos presenta resulta cercano, posible, y con ello más terrorífico que nunca, dado que lo contemplamos como algo totalmente posible. No hace falta ir a buscar monstruos futuristas capaces de destruir la humanidad, sólo hay que echar una ojeada a otro monstruo que se ha convertido en una parte esencial e indispensable de nuestras vidas: la tecnología. ¿Quien podría vivir hoy en día sin móvil, sin internet, sin un perfil en las redes sociales?

Brooker lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a crear una maravilla inquietante, una paranoia tecnológica, nos ha vuelto a mostrar cuál es el verdadero precio del progreso y todo envuelto en un enorme lazo rojo a modo de regalo de navidad.

Este especial navideño nos muestra una Navidad que de blanca y dulce tiene bien poco (el uso de canciones navideñas en escenas duras tiene un efecto perturbante en el espectador). El capitulazo está estructurado en tres partes. En la primera, Matt Trent le narra a Joe Potter una historia que se torció, mientras le cocina un delicioso plato navideño y mientras suena "I Wish It Could Be Christmas Everyday" de fondo en una cabaña perdida en medio de la nada. Matt le cuenta a Joe que hace tiempo fue un dating coach, que ayudaba a conseguir citas a hombres con problemas para ligar y para relacionarse socialmente, enseñando técnicas de seducción. Precisamente, la Navidad es una temporada alta en este tipo de servicio, porque es cuando tienen lugar las habituales cenas de empresa, que son una ocasión indónea para que los poco diestros a la hora de ligar puedan pillar cacho. Matt se comunica con sus clientes a través de una lentilla-Z, que en el futuro todo el mundo tiene implantada en la retina del ojo, y le va comunicando todo lo que necesita saber para triunfar, por ejemplo información de la gente con la que interacciona, dado que hoy en día prácticamente todo el mundo cuelga un montón de información sobre si mismo en diferentes perfiles que tiene on-line. Da miedo ¿verdad?

El papel de manipulador mentirosillo que interpreta Hamm, le va como anillo al dedo. Su seductora voz es perfecta para ser la conciencia de ese loser que quiere pillar cacho para no pasar solo la noche de Navidad. El problema es que su cliente da con una tiparraca rarilla y las cosas se acaban torciendo...

La segunda parte trata otro tema muy perturbador, el de la esclavitud tecnológica. Parecía que la esclavitud había sido abolida ya hace mucho tiempo, pero puede regresar de la mano de las nuevas tecnologías, porque ¿no somos ya esclavos de nuestros móviles, de internet? En este caso se crea una copia idéntica de la conciencia de Greta (Oona Chaplin, también vista en "Game of Thrones" y en la serie "Dates") para convertirla en esclava de la verdadera Greta y hacerle la vida más llevadera y sencilla. La Greta digital será la encargada de llevar una especie de Smart House con todas las comodidades imaginables. Matt es el encargado de adiestrar a la copia de la conciencia de Greta.

Finalmente en la tercera parte, descubrimos por fin la historia de Joe, el verdadero motivo por el que se encuentra en esa misteriosa cabaña celebrando la Navidad con un desconocido. Esta historia habla del final de una relación. Todos los episodios de BM han sido un verdadero estudio anatómico de las relaciones de amistad, de pareja, familiares ..., y de cómo las nuevas tecnologías pueden llegar a complicar todavía más estas relaciones. Es un hecho que muchas relaciones de pareja se han roto por un whassap, por un mail, por un comentario en una foto de facebook. Hoy en día tenemos acceso a pistas de mentiras a las que antes nunca hubiéramos tenido acceso. En este futuro cercano, a través de las lentillas-Z es posible bloquear a una persona como lo hacemos en facebook o whassap. Una vez se pulsa ese botón, se acabó, te conviertes en una masa borrosa de píxeles, en un conjunto de sonidos ininteligibles, una silueta anónima, fin de la conversación. Y el bloqueo no es sólo de la persona, sino también de todas sus fotos. No puedes volver a ver su rostro. El bloqueo sólo termina si la persona fallece, entonces el bloqueo muere con ella. El bloqueo también puede ser usado a modo de condena penitenciaria. En lugar de ser encarcelado de por vida o ser condenado a muerte, es posible ser bloqueado de manera perpetua y para todo el mundo, por lo que puedes tener contacto cero con la humanidad, el peor de los destierros, porque es total e irreversible.

Brooker lo ha vuelto a lograr, ha vuelto a darnos una patada en la entrepierna. Ha conseguido, con una inquietante pero magnífica imaginación, hacernos ver lo que puede pasar de aquí muy poco, si seguimos dejando entrar en nuestras vidas una tecnología que ha llegado tan rápido, que no hemos sido capaces de calibrar las consecuencias de todos los cambios que estos nuevos avances suponen en nuestras vidas.

Esperemos que los experimentos de Brooker no terminen aquí y que esta maravillosa antología sobre el poder y las consecuencias de las nuevas tecnologías sigan ofreciéndonos pequeñas joyas como esta que nos ofreció la semana pasada.
dovith
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2 de enero de 2015
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estábamos deseando. Han pasado casi dos años desde la última entrega de ‘Black Mirror’ y, como si de un regalo navideño se tratase, el bueno de Charlie Brooker nos trae una buena ración de sus distópicas perversiones en estas fechas tan señaladas. La cuestión es que no hemos debido de ser muy buenos este año pues estamos ante un regalo pútrido, y no me refiero a la calidad que atesora el producto, sino a que, una vez más, la sociedad no se libra de la mordaz y afilada crítica del polifacético autor británico. Si algo ha hecho ‘Black Mirror’ es derribar barreras entre dos mundos que cada vez se acercan más como son las series y el cine, así que en esta ocasión nos enfrentamos a un capítulo, por llamarlo de algún modo, de más duración de la habitual y en el que dentro se engloban tres historias independientes que tienen relación con la trama principal que conforman; se cambia el formato típico de la serie para este capítulo especial dirigido por Carl Tibbets.

Supongo que la mayoría conocerá ‘Black Mirror’ pero debo hacer una breve introducción con el único fin de recomendarla encarecidamente a aquellos que aún no hayan tenido el placer de haberla experimentado. Surge de la mente de Charlie Brooker , un guionista/productor de gran relevancia en el Reino Unido a raíz de crear la serie ‘Dead Set’, donde ya se atisbaba parte de la temática que más tarde explotaría en la serie que nos ocupa, pero fue a partir de ‘Black Mirror’ donde adquirió notoriedad a gran escala. No es para menos. Cada capítulo es independiente del resto, tanto la historia como los actores, solo hay algo en común: la trama está contextualizada en futuro (muy cercano en ocasiones) antiutópico donde la malsana relación del hombre con las tecnologías es el leitmotiv de cada una de las historias. Todo esto insuflado de un ambiente enfermizo, retorcido y onírico. Para el que les escribe de lo más impactante que se ha hecho nunca en televisión, tanto por la crudeza de sus historias como por la capacidad de reflexión que produce en el espectador. Ciencia ficción de la buena.

El argumento principal de este ‘White Christmas’ no lo voy a desvelar porque no enriquecería su visionado, pero sí voy a centrarme en diferentes aspectos de los tres segmentos que lo conforman. El primer segmento nos introduce en la historia de un asesor que desde su casa ayuda a ligar a personas inseguras. A través de la pantalla de su ordenador es capaz de ver, oír y comunicarse con dicha persona , de este modo le va orientando sobre cómo actuar y qué decirle a la chica en la que se haya fijado para, finalmente, cortejarla; pero en esta ocasión algo se tuerce… ¿Acaso ven improbable que en un futuro cercano aparezcan esta clase de “expertos en ligar? Porque a mí no me parece una idea muy descabellada, es el siguiente paso de esta sociedad donde las tecnologías influyen tantísimo para encontrar pareja. Es muy triste que lo primero que hacemos hoy día al interesarnos por una persona, hay que reconocerlo, es acudir a su twitter, facebook o instagram para sacar información de ella. Vivimos en un mundo de apariencias donde pretendemos demostrar y causar buena impresión exponiendo una pose distorsionada de nosotros mismo, prostituyendo nuestra imagen y nuestras relaciones haciéndolas públicas. Como si fuera necesario hacer saber que estamos bien, que estamos en una relación; acabamos perdiendo la calidez, el contacto, las emociones. Si algo está haciendo la tecnología con nuestras relaciones es convertirlas en frías y fútiles, mecanizando el instinto, perdiendo la espontaneidad, tornando el proceso en monotonía desde un primer instante.

La segunda historia sería imposible destriparla sin soltar spoilers (no me gusta fastidiarle la experiencia a nadie) pero su crítica es más sutil, no es tan directa, y eso me gusta porque caben más interpretaciones. Hace referencia a la esclavitud contemporánea, la esclavitud a las tecnologías. No podía ser de otro modo. Parafraseando a uno de nuestros antihéroes preferidos , Tyler Durden, “Lo que posees te acabará poseyendo”.

El tercer segmento es crucial en la historia en común que tiene este especial y, antes de hablar sobre esta parte, os debo de introducir un concepto interesantísimo y uno de los grandes aciertos de esta nueva edición de ‘Black Mirror’: El bloqueo. En las redes sociales está la posibilidad de bloquear a una persona, de este modo le impides relacionarse e interactuar contigo, es como si no existiera, ¿Se imaginan el mismo concepto aplicable a la vida real? Charlie Brooker sí, en la realidad que nos presenta todo el mundo tiene la capacidad de “bloquear” a las personas que quiera. De este modo, la persona bloqueada, pasa a ser vista como una mera silueta de interferencias para quien le ha bloqueado y viceversa. Impidiendo también la comunicación entre ellos. Pues bien, en el tercer segmento un hombre es bloqueado por su mujer haciendo que no pueda comunicarse ni ver tanto a ella como a su hija recién nacida; muy cruel. Uno de los segmentos más emotivos y desalentadores. Me parece curioso que la visión de Charlie Brooker del amor y las relaciones siempre sea tan pesimista y dañina, haciendo que sus personajes lleven una carga tan grande, como si el amor siempre terminase cobrándose su peaje.

Estas tres historias son afluentes de un río mucho mayor en el que acaban desembocando.

Sigue en Spoiler por falta de espacio, sin desvelar contenido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JLZM
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