Dos pasiones y un amor

Uno de los films más olvidados (con razón) y menos interesantes del maestro Anthony Mann, protagonizado por el famoso tenor Mario Lanza en horas muy, pero que muy bajas (moriría solo tres años despues), una ausente Joan Fontaine que pasaba, casualmente, por allí, una Sarita Montiel tan bella como mala actriz, pero con algunas escenas (sobre todo toreras) de verguenza ajena, y un Vincent Price infundiendo un poco de altura a tanta mediocridad.
Aderezado con famosas arias de ópera, plagada de tópicos hasta la nausea y con dos horas interminables de duración, la visión de esta peli es realmente meritoria por su aburrimiento, su previsiblidad y el evidente desinteres que su director demuestra, con una puesta en escena que en momento alguno refleja la fuerza, la tensión y el vigor característico del Sr. Mann.
Recomendada tan solo para completistas del kistch más rancio, y para fans de Sara Montiel (casualmente esposa fugaz del director) , por que de Mario Lanza, espléndida voz aparte, pocos admiradores deben quedar hoy en día.

Mario Lanza canta y canta y la vida le obliga a ir, de menos a más, pues de inicio no tiene nada, salvo su voz, pero él lucha por su vida, y con todo su esfuerzo, por abarcar amor, bondad, belleza en el canto, nos brinda una interpretación llena de fuerza, vigor, pasión.
Sara Montiel es una humilde campesina, huérfana, a la que la vida solo le permite sufrir, trabajar y un día al año hacer de torera en las fiestas del pequeño pueblito de Méjico donde nació, y con ese pequeño gesto en ese concreto día en las fiestas patronales de dicho pueblo, trata de paliar el dolor por la muerte de su padre, un famoso matador de toros, al que los celos, ay, los celos, mataron de esa manera infalible que es peor que una cornada, y que no es otra que el que uno mismo ya no quiera vivir más.
La actitud de nuestra Sara no es otra que cuidar tanto a la poca familia que le queda, como a los aldeanos del lugar, entre los que destaca un paisano mejicano que se siente atraído por sus encantos, el cual, a su vez, con la llegada del cantante Mario, también sufre la dolencia de los celos amorosos.
Por lo demás, Sara sueña con una vida mejor, la cual parece muy lejana. Por tanto a Sara la vida solo le permite ir de más a más.
Y Joan Fontaine bebe, bebe, y organiza fiestas, -entiéndase orgías-, y no tiene ni que ir de menos a más -como Mario- , ni de más a más -como Sara-, pues, como nuestra querida Joan es millonaria y lo tiene todo, solo quiere a Mario para presumir de su “amor por la ópera”, el de ella, que es una “especie de serpiente maléfica” disfrazada de “cordero amante de las artes”.
Bueno, poco más se puede pedir; además si tenemos a un Vincent Price que borda su papel de empresario de ópera, que sabe de buena mano del cinismo de Joan Fontaine, pues se conocían desde pequeños, y todo esto lo dirige el grandísimo Anthony Mann, pues el resultado es un peliculón tan grande como la mismísima ópera Otello de Verdi o Don Giovanni de Mozart.
Además, las dos mujeres están muy bellas, especialmente la siempre guapísima Sara.
La música, como no tratándose de ópera, primorosa.
También muy bellas todas las escenas que suceden en Méjico, tanto por los paisajes como los interiores de las iglesias.
Así que, ahí va mi lema:
Apaguen el ordenador, ya no lean más críticas, y música maestro: enciendan la televisión y vean esta obra maestra.
Me ha recordado otra película muy bella, en las que los celos, aunque sean de una muerta, también están presentes: la famosísima Rebeca, también con Joan Fontaine.
P.D. Comento escenas impactantes en el spoiler, sin contar el final de la película.

Película americana en color de 1956 de 121 minutos de duración, está dirigida por Anthony Mann con Sara Montiel, Mario Lanza, Joan Fontaine y Vincent Price. Se trata de una película en la que la primera mitad no aparece Sara Montiel y todas las canciones son framgmentos conocidos de óperas o zarzuelas muy bien cantados por Mario Lanza que es el protagonitsta total de la película. En la segunda mitad, cuando aparece Sara Montiel, tiene el mismo aspecto físico que en Veracruz que hizo dos años antes o en "Yuma" que haría al año siguiente y como en esas películas, no canta ninguna canción. Es memorable, la escena en la que Sara Montiel en una fiesta de gente norteamericana pricipalmente, les hace una representación de lo emocionante que es una corrida de toros en México. En ella, se va enfrentando a su rival que es Joan Fontaine y la tensión que se crea es enorme. Juana (Sara Montiel) se va acercando a Kendall (Joan Fontaina) describiendo la sensación del torero en la plaza de toros y el momento en que se enfrenta a la muerte, el momento de matar. Juana ha sacado el estoque que llevaba bajo la capa y se va acercando poco a poco hasta poner la punta del estoque en la garganta de Kendall. Todos están quietos, sobresaltados, temiendo que van a preesnciar un asesinato. Pero en el momento en que Juana va pichar con el estoque la garganta de Kendall... Durante todo el rodaje Joan Fontaine y Sara Montiel se llevaron mal, sin embargo, Sara apreciaba a Joan como actriz y le pidió que le ayudara con su presencia a interpretar algunas escenas y al final se hicieron buenas amigas. El director Anthony Mann, se casaría al año siguiente con Sara Montiel.

Una película peculiar de Mann, que probablemente estaba en disposición de hacer lo que le diera la real gana en los años buenos en Hollywood, pues era un director no sólo muy conocido, sino también muy taquillero. Luego vendrían los años peores, los de las decepciones, especialmente "La caída del imperio romano" (1964) que fue un fracaso, aunque a mi me parece una cinta bastante noticiable.
La trama es sencilla: Una mujer rica oye cantar en sus viñedos a un obrero y se da cuenta de que posee un talento especial. Se empeña en que sea una estrella de la canción, de la ópera, iniciando paralelamente una relación amorosa con él. Pero es una veleta, que juega a enamorarse con cierta facilidad de los hombres a los que ayuda, ahora al tenor, antes a un boxeador.
Ésta no es su mejor película. Puede considerarse incluso musical, hecha para mayor gloria del tenor protagonista, Mario Lanza.
El reparto es interesante, junto con la etérea Joan Fontaine coprotagoniza la cinta el ya dicho Mario Lanza, acompañando al reparto principal: Vincent Price, y Sara Montiel, acompañados por: Joseph Calleia, Harry Bellaver, Vince Edwards, Silvio Minciotti, Frank Puglia, Edward Platt, Licia Albanese, y Jean Fenn.

Es curioso, como cogen una novela y la "adaptan" para la censura de la época.

La historia original, es la misma, exceptuando que el personaje de Joan Fontaine es un hombre gay, que hace tambalear su orientación sexual al personaje principal.

Sí que huye el personaje principal a Mexico y ahí conoce a Juana, pero ella es prostituta que ve al hombre como gay, y se quiere casar para así montar un burdel.

Cuando recupera la voz, vuelve a EEUU y reaparece el amor homosexual. Aquí Juana sí que mata, en la película no.

Curiosa novela, que tuvo sus conflictos en su día (1938).

La película, pues bueno, cogen a Mario Lanza, que está un poco en horas bajas, donde 3 años más tarde moriría justo cuando empezaba a despuntar de nuevo su carrera. Curioso ver a Vincent Price, en un personaje bastante secundario, pero alejado de las películas de terror. Y Joan Fontaine como "femme fatale", que también es curiosa de ver, y que casi casi es un personaje secundario. Sara Montiel tiene un papel más importante que Joan en la película, aunque sale espléndida, sólo haría 1 película más en EEUU antes volver a España.

Correcta película, sin muchas más pretensiones que mostrar a Mario Lanza, según dicen es la película más olvidada de Anthony Mann.