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Le Quattro Volte

Drama Una visión poética de los ciclos de la vida y de la naturaleza, de las tradiciones olvidadas de un lugar fuera del tiempo. Una película de ciencia ficción sin efectos especiales, que acompaña al espectador a un mundo desconocido y mágico, para descubrir el secreto de cuatro vidas misteriosamente entrelazadas entre sí. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
1 de octubre de 2011
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La materia no muere sino que se transforma. Le quattro volte pone sobre la mesa los cuatro estados de la materia. Un pastor que cuida a su rebaño de cabras con la templanza del que lleva cumpliendo el mismo ritual años y años. Una cabrita recién nacida perdida en el bosque. Un árbol reconvertido en cucaña para unas fiestas locales. La leña quemada hecha carbón. La naturaleza en su eterno discurrir. El cine como un pedazo de verdad. Un pequeño paisaje de la Calabria más rural como único argumento. Ver Le quattro volte es un reto y si se sabe conectar con su filosofía un remanso de paz. Frammartino filma a conciencia un film suicida, nada comercial, con una puesta escena tan natural que a ratos parece que estemos ante un documental mudo.

Le quattro volte, más que experimental, es cine conceptual. En sus imágenes no pasa nada y al mismo tiempo ocurre todo: la muerte de unos que da paso al nacimiento de otros, actos fortuitos que crean otros, la fuerza de la naturaleza y la mano creadora del ahombre, el cosmos encadenado en el círculo de la vida. Le quattro volte va a la esencia (por eso no necesita ni un sólo diálogo para dar forma a su discurso), demuestra que el hombre y su entorno, por muy modernos que sean los tiempos, pase lo que pase, siempre se regirá por las mismas directrices. Y de vez en cuando hay que reconciliarse con el hombre para acceder al personaje, entender cuáles son las verdaderas historias para poder apreciar el cine de verdad. Abran los ojos: Le quattro volte es cine de categoría, una joya escondida. Frammartino ya es el Marc Recha del nuevo cine italiano. No dejen de disfrutarla.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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27 de diciembre de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frammartino propone una forma circular de aprehender el mundo: todos y todo como única existencia que se precipita al vacío continuamente, pero no desaparece.

Cuando saltes al abismo lo harás agarrado a dos manos más, humanas o no. El anacoreta más ajeno al mundo jamás estará solo.

'Le quattro volte' es contemplativa y serena. Es, según la belleza de sus localizaciones, su luminosa fotografía y sus puntos cómicos, optimista.

Frammartino expone, sincero, un motivo para vivir hermanados con todo aquello con lo que compartimos cielo.

...

No he podido dejar al margen una interpretación complementaria, alejada o no de los fines del autor.

Según la concepción samsárica de la vida, renaceremos en cuerpos cada vez más débiles o desafortunados si hemos mantenido un karma negativo. En ninguno de los tres protagonistas de la película; anciano, cabra y árbol, se muestra maldad manifiesta, por lo que no es posible pasar de la especulación.

No obstante, hay un descenso jerárquico. Del humano al animal, del animal a la planta. Una progresión simplificadora, que nos desnuda cada vez más ante la muerte. Por envejecimiento, por accidente, o porque nos arranquen de nuestras raíces sin poder hacer más que guardar silencio, el adiós llega.

No habrá mucho que temer si entiendes que eso forma parte de un proceso más importante.

Gracias.
Nuño
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27 de septiembre de 2010
17 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Avalada por el premio de los Cines Europeos entregado en el pasado Cannes, Le quattro volte venía precedida, además, por loas de la más diversa índole y procedentes de respetables bien variopintos. Desde críticos macroencefálicos a prepúberes fanáticas de la nouvelle vague, todos acordaban que el film-documental de Frammartino era uno de los hitazos de la temporada: fabuloso documental etnográfico de la zona calabresa, profundo y complejo estudio sobre la condición humana o emocionante y extremadamente poética mirada sobre la naturaleza, la primera película del joven Michellangelo intentaba, segun sus propias palabras en la rueda de prensa dada en el Festival, "captar el alma que une a las cosas". Nada más y nada menos.
Y, si bien Le quattro volte pone en materia un formato observacional que proporciona una mirada que se quiere depurada, el resultado está muy lejos de parecerse a lo que, en los últimos tiempos, viene siendo lo mejor del documental contemporáneo. Porque, sí, no es lo mismo ficción que documental, perogrulladas aparte (me perdonen Godard y Ackerman). Así, el film de Frammartino se plantea como largos planos secuencia que responden al dispositivo realista, en los que se intenta, sin excesivo éxito, conseguir aquello del pedazo de tiempo en estado puro, como decía Zunzunegui sobre Ozu. El formalismo del film acaba por inducir un soponcio irreversible, que sólo algunos momentos animales logran desentumecer. Pero, para alguien que ve La2 después de comer, la planificación dramática de las escenas de las cabras en las habitaciones o el perro retirando un tocón que sujeta un vehículo que caerá hasta chocar con las maderas del establo, aunque conseguidas, no dejan de ser puestas en escena con mamíferos, o mejor, una ficción, precisamente sin alma, con animales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
McCunninghum
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15 de abril de 2011
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he llevado una profunda decepción con este film, al que le tenía puestas unas cuantas fichas desde hace unos meses. Más allá del ritmo cansino, de los planos generales hipnóticos a la vez que soporíferos y de unos cuantos lugares comunes en los que caen este tipo de películas, observé dos cuestiones que no imaginaba presenciar: Por un lado, una falsedad constante en las imágenes que se proyectan y por el otro un simbolismo demasiado plano y soso para lo que se suponía del film de Frammartino.
Es que al fin y al cabo es una ficción, que se la pasa coqueteando con el documental, pero que no llega al poderío ni a la franqueza de los documentales de las épocas actuales. Vuelve a la ficción constantemente porque la necesita, ya que los planos y la trama se entumecen a cada momento.
Le falta fuerza, cohesión velocidad, etc. Pero por sobre todo, le falta vuelo y profundidad.
Que el viejo, la cabra, el arbol, el carbon, el ciclo de la vida y unas cuantas fantochadas más. Nada que no se haya leído ya antes. Que es original llevarlo a lo audiovisual?. Tal vez, pero sin la intensidad adecuada, siempre resultará algo abúlico.
Cuando terminó me pregunté, tanto para una metáfora tan obvia como las que se leen a montones en la literatura infantil?
4criticos
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16 de julio de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en un estilo casi documental, sin diálogos e invitando al espectador a la mera observación de la naturaleza por medio de ‘personajes’ tan variopintos como un anciano, un rebaño de cabras y un árbol cualquiera de un frondoso bosque de Calabria.
Su director, Michelangelo Frammartino, nos presenta un film poético, armonioso y lleno de belleza a través del cual podremos descubrir los eternos ciclos de la vida. El escenario es un pueblo de Calabria (Italia) encaramado en unas altas colinas desde las cuales se divisa a lo lejos el mar Jónico, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido, y donde se puede aún respirar la serenidad del puro y fresco viento. Aquí pasa sus últimos días un viejo pastor (Giuseppe Fuda), el cual encuentra en el polvo recogido de la iglesia el remedio a sus dolencias.

La película, alejada de toda connotación con el cine comercial, transporta al público a un mundo desconocido y mágico para nuestros sentidos ya atrofiados por lo distinto de nuestro modo de vida contemporáneo, llevándonos así a descubrir la esencia de cuatro vidas misteriosamente entrelazadas por la naturaleza, la cultura y, en definitiva, la vida.

El título y la realidad que presenta el film hacen referencia al concepto de Pitágoras por el cual hay cuatro vidas en cada ser: mineral, animal, vegetal y humana. El eterno retorno de la materia, o la energía, que nunca se destruye y solo se transforma.

El profundo poso que deja en el público la pitagórica idea de la trama es, junto con la preciosa fotografía lograda por Andrea Locatelli, la principal bondad que posee el film, lleno también de matices irónicos, humorísticos y, sobre todo, emotivos.

Un escueto telón musical de fondo y los detallados sonidos naturales son los únicos acompañantes del espectador a la hora de enfrentarse a la película. La interpretación de los hechos se hace esencial, y para ello hay que buscar un momento de serenidad y paciencia en su visionado, una ocasión donde contemos con la inspiración de una mirada abierta, atenta y sensible, logrando así degustar la cinta como se merece.

Artículo de mi blog -> http://lacintablanca.com/
Fleming22
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