Teddy Bear

Dice JODOROWSKY que en el ser humano confluyen cuatro dimensiones del ego: un cuerpo con necesidades, una mente con pensamientos, un sexo con deseos y un centro emocional con sentimientos. El protagonista de esta historia sólo ha cultivado el primero (¿cultivar y culturista vienen de la misma raíz?) y quiere ampliar el el rango, aunque sea ya con 38 años.

La historia del protagonista de TEDDY BEAR es la de la conquista emocional. La mente la ha delegado en su madre y en una sociedad nórdica que no comprende, y tras un viaje peculiar a Tailandia queda claro que lo puramente sexual (afortunadamente desde una perspectiva ética en ese país con cierto turismo reprobable) no es lo que buscaba.

DENNIS quiere encontrar una chica (lo de TEDDY BEAR es una gran traducción) y ésta es su historia. Más compleja de lo que parece, la película logra que el espectador empatice con su protagonista y tema, como no puede ser de otra forma, a una fantásticamente terrorífica madre castradora.

Si días atrás veía la austriaca Paradise sobre el turismo sexual, hoy tenemos una cara totalmente distinta del tema aparte de que el que viaje sea un hombre, sobretodo por la forma que es tratado y sus personajes.

Aquí se nos presenta a un campeón de culturismo que pese a su fiero aspecto esconde a un noble niño en su interior. Tras ver como un tío suyo encuentra fácilmente el amor en Tailandia, decide viajar a ver si tiene fortuna. Entrañable inocencia la que despierta el personaje, que quizá sea la mayor cualidad del film y la que mayor empatía causa, aunque haya momentos que te de cómo dirían los andaluces, “coraje” que pueda ser tan ingenuo y de bueno pueda resultar hasta tonto (temía que en cualquier momento le colaran calamar por almeja), faltándole como decimos por aquí, “espenta”, o algo de sangre en las venas. Una historia íntima, pausada, pero pese a poder parecer fría, despierta mucha simpatía por los aspectos mencionados y resulta en un visionado agradable. El personaje principal se compagina con el de su madre, una mujer posesiva hasta niveles enfermizos que quiere tenerlo eternamente bajo sus faldas y que pone los momentos más tensos dentro del idilio general.

Una cinta sencilla, correcta y como digo fácil de ver, digerir y disfrutable, pero no pasa de la correctitud y aunque su protagonista puede ser achuchable, no creo que deje huella en nuestras memorias. Un 5’5

La película versa acerca de un "body-builder" llamado Dennis, el cuál tiene sus añitos y vive con su mamá sobreprotectoray manipuladora. El título no podía ser más acertado "Teddy-Bear", un culturista de 140 kg. con el corazón de un niño pequeño, en busca de amor en Tailandia.

Si quiere disfrutar de la película trata de verla en VO, los diálogos no tienen pérdida y estoy seguro que la traducción no te permitirá disfrutar al máximo de esta cinta.

Película, humilde, pequeña, con pocas pretensiones, que cuenta una historia ya vista, pero que gracias a la personalidad (y al trabajo) del protagonista consigue arrancarnos una sonrisa bobalicona y darnos unos minutos de buen rollo. No es una maravilla pero se deja ver sin problemas.
Lo mejor: el gigante protagonista.
Lo peor: muy convencional.
La escena: esa escena en moto recorriendo las calles tailandesas.

Dejando a un lado que los musculotes me dan yuyu y que a este Kim Kold (o Kong) hay que verlo con todas sus venas y esas cosas, el carácter de osito bueno da un cierta ternura.
Película simple, lineal, con el mito de Tailandia y esa pobreza mental del turismo sexual. Daba asco ver a los viejos blancos con esas figuritas menudas. Es difícil de creer que haya que ir a Tailandia para encontrar una novia seria.
Pero el tal Dennis, que es un buenazo, quiere algo tan poco dicho hoy como el amor de verdad. Y acaba uno alegrándose de que aspire a tener, a sus 38 años, alguien al lado que no sea la también menuda madre, de muy mala leche.
¿Lo conseguirá? Para eso hay que ver la película.