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El maestro jardinero

Intriga. Drama. Romance Narvel Roth es el meticuloso horticultor de Gracewood Gardens. Está tan dedicado a cuidar los jardines de esta maravillosa e histórica finca como a complacer a su jefa, la rica viuda Sra. Havernhill. Pero el caos se apodera de la ordenada existencia de Narvel cuando la Sra. Haverhill le exige que tome como aprendiz a su rebelde y problemática sobrina nieta Maya. Esta nueva situación va a sacar a la luz oscuros secretos de un pasado ... [+]
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Críticas 49
Críticas ordenadas por nota
10 de junio de 2023
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un sacerdote trata de amedrentar a sus demonios personales refugiándose en su trabajo. Un contador de cartas trata igualmente de amedrentar sus traumas y obsesiones recurrentes refugiándose en el trabajo. Un jardinero trata... bueno, ya sabéis. ¿Trilogía? Lo cierto es que a Paul Schrader lleva dándosele de miedo (desde un punto de vista creativo o desde el prisma estrictamente esquizoide) hablar de tipos para los que su ocupación es una vía de escape a una cabeza que está hecha un cirio, ya sea escribiéndoselo a Marty (conducir taxis mugrosos, a un rebaño santo de creyentes y profetas practicantes, una ambulancia) o con él encargándose de dirigir (gigolós, camellos, niñas ricas con síndrome de estocolmo, samurais dramaturgos, policias pluriempleados con traumas infantiles, exorcista, etc...).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
antonio lopez herraiz
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17 de junio de 2023
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un propósito, una vida estructurada, con un guion definido, en la que integrar, armónicamente, el imprevisto, como una reconfiguración. Es sobre lo que reflexiona Narvel Roth (Joel Edgerton) en las primeras secuencias de El maestro jardinero (Master gardener, 2022), de Paul Schrader, cuando enumera tres distintos de jardines, o formas de estructurar la realidad, las plantas adaptándose a la configuración de unos límites, según el jardín francés, la configuración estableciéndose acorde a las plantas, según el jardín inglés, o el jardín salvaje. Como en sus dos obras precedentes, El reverendo y El contador de cartas, o en tiempo atrás, en Posibilidad de escape (1992), la vida del protagonista está estructurada mediante rituales y rutinas. Traficante de drogas, reverendo, contador de cartas, jardinero. La vida de Narvel está fundamentada en su relación con un jardín, es su labor, es su escenario de vida, es la dedicación meticulosa y entregada de quien se esfuerza por realizar una tarea del modo más afinado. La realidad como un jardín que cuidar. Como todos ellos escribe un diario. Acción y reflexión. Lo que se hace y lo que se piensa sobre lo que se hace, o se hizo, o se podría hacer. Como en sus casos, el pasado ejerce como brecha. El contador de cartas tenía tatuado en su cuerpo Providencia y Gracia. Un propósito. Narvel tiene tatuado su pasado. Un pasado que no ha sido borrado, pero que ya no es. Es su particular prisión, el recordatorio de lo fue, un nazi, un racista, un hombre orgulloso de ser blanco, y de eliminar la mala hierba que representaban otras etnias.

La realidad es un jardín en el que cada uno de nosotros es una planta, pero un jardín puede ser imposición, un cerco de pautas y normas y límites. Puede obstruir. Somos funciones o somos singularidades que encuentran su realización en una interacción armónica. Ese jardín tiene algo también de prisión, por cómo domina ese espacio la viuda que es dueña de los terrenos, Norma Haverhill (Sigourney Weaver), de quien es amante. La mujer que le acogió cuando él se convirtió en testigo que necesitaba modificar su identidad, y romper por completo con su pasado. Una acogida que también implicaba una estructuración de relación fundada en cierto dominio. Relaciones de intercambio, relaciones de dominio, chantajes emocionales. La irrupción de una novedad, Maya (Quintessa Swindell), sobrina de Norma, como trabajadora en el jardín, introduce un cambio que es ruptura, conflicto, pero, para Narvel, ejerce de imprevisto que reconfigurará su vida, su relación con el jardín de la realidad. Implicará una ruptura, en cuanto sublevación, y modificará su escenario de vida, como otra forma de relacionarse con la misma, en oposición a lo que fue, o cómo se relacionaba con la vida, no solo porque Maya sea mestiza, sino porque implicará desprenderse de la imposición de Haverhill (la configuración de un jardín al que las plantas se subordinan a su voluntad aunque su apariencia no parezca ser dictadora).

Se dosifican en la narración, como contrapunto, fragmentos del pasado de Narvel, sus actividades, incluso violentas, cuando era parte integrante de un gropúsculo nazi. Fragmentos de planificación más sincopada, a diferencia de la templada planificación del presente. Son las siniestras y turbias letrinas del país, como en El contador de cartas, representaban las torturas de los militares en la prisión de Abu Ghraib en Irak, o en El reverendo, las actividades contaminadoras de las corporaciones. ¿Cómo estructurar la vida de modo armónico si el ser humano ejerce el caos, el daño, de forma recurrente e incluso sistemática? En Narvel, la singularidad, es que no oculta su pasado, sino que lo porta en su mismo cuerpo, con sus tatuajes, aunque ya no sea por orgullo, porque no comulga con esa forma de relacionarse con los otros y la realidad, como demuestra su sintonía, y atracción, con Maya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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7 de junio de 2023
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y está muy bien filmada. Con diálogos muy precisos. Y el ritmo contenido que requiere un jardinero experto cual cirujano en su quirófano. Y el progresivo brote de conflictos soterrados que estremece a los personajes principales y encadena definitivamente al espectador con el relato.

Gran interpretación del actor protagonista y muy correctos todos los demás. Quizá el personaje de Sigourney Weaver resulta algo arquetípico (señorona muy rica) por no exponerse suficientemente sus motivaciones.

La narración se redondea engarzando con acierto los interesantes momentos que dedica a la jardinería con los asuntos habituales de un buen thriller.
apeman
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9 de julio de 2023
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Nunca habéis reflexionado sobre vuestro pasado y os habéis sentido avergonzados o algo similar? Es decir, os fijáis y os sentís irreconocibles, es cómo sí fueras un tú muy diferente, pues sí, por ejemplo yo me veo como era antes y he pegado un cambio más que drástico, joder, menudo era yo, pues Narvel se siente así pero con un pasado más heavy, un pasado de ideología supremacista que le persigue a todas partes incluso físicamente, detrás, a sus espaldas, como la muerte, que nunca sabremos cuando llegará, de ahí el dicho ¿no?

Para nada soy experto en botánica, pero es un campo más que agradable, repleto de olores que apenas experimentamos en nuestro día a día; el vicio que da oler la tierra mojada, olerla de manera tan exagerada que parece que la estés esnifando, al igual que descalzarse y pisarla, y más maneras de disfrutar la botánica que seguro que dan alivio y colocón pero no puedo comentarlas ya que desconozco de su existencia.

Mola ver una película así, cuando se vuelve todo bonito, espiritual y acogedor, y aprender de temas que desconoces pero siempre tiene que ocurrir algo, y más con Schrader, con un pasado deslizante, gamberro y tenebroso cómo el de este jardinero, cómo su apariencia: una mirada amenazante, agresiva… Y la verdad es que no me gustaría verle sin camiseta…

Y a lo de “sin camiseta” me refiero más que nada a su pasado. Pero me interesan los personajes: la Sra Haverhill (Sigourney Weaver), el jardinero (Joel Edgerton) y la sobrina nieta (Quintessa Swindell). Me conmueven, me encantaría saber más de sus pasados: ¿por qué ahora es jardinero después de todo lo que hizo? Y cuando aparecen las otras dos mujeres, la señora y la sobrina nieta, también quiero saber de ellas. Schrader crea una atmósfera imperdonable en la historia y eso me frustra, porque ésta era para recordarla, una historia más emotiva aún en la que no me cansaría de ver y escuchar hasta saber todo sobre cada personaje y ahí es cuando no me hubiera ido de la sala si no encendían las luces. Para nada me aburre, de hecho, se me hace corta y enamora (término que le encanta añadir a Schrader en su cine, el enamoramiento), pero voy llegando al final de la historia y me va decepcionando poco a poco. Intentaré no olvidarla gracias a los actores y a la botánica. Se merece una versión extendida para llegar a ser una obra maestra.


RICARDO VALERO, JULIO 2023, ESPAÑA.
Richie Valero
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8 de agosto de 2023
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es de guión fino, trazado impecable, dejando buen poso y perlitas. Cuando terminó en el cine la gente aplaudía. Es una de esas. También unos fans acérrimos de Spiderman se fueron a la mitad.

Giros y más giros que no te esperas. Id a verla. Parece que no pasa nada y están pasando muchas cosas.
pacoIbaniez
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