Dreamland

¡Cómo lamento carecer del poder de convicción que me permita hacer que mucha, muchísima gente se atreva a ver esta magnífica película! Y no solo mis carencias de expresión conspiran para promover esta obra, también la desacertada clasificación del género que hace FilmAffinity y su ridícula y brevísima sinopsis se suman para hacer que la cinta pase, seguramente, desapercibida.

La primera aclaración es que, en mi modesta opinión, no se trata de una obra maestra ni nada parecido, pero hay aquí una rarísima, insólita y extravagante película que apoyándose en un argumento demencial pone en escena un trabajo brillante del elenco, diseñadores de producción, de fotografía y composición de la banda sonora.

En segundo lugar el tema es prácticamente inenarrable sin hacer spoiler, pero digamos que aborda la toma de conciencia de un sicario que decide acabar con un criminal negocio (del cual él mismo es parte) de explotación de niñas y varones adolescentes y de edades más pequeñas, enfrentándose a la mafia y su organización armada, a la nobleza decadente, a los políticos mendaces, a la policía corrupta y a toda una sociedad indiferente que habitan en un lugar no determinado.

Esa tarea la emprende como la persecución de un sueño de justicia y del deber de hacer bien las cosas. El tono empleado para contar la historia es, en principio, de misterio y va mutando poco a poco en el humor negro, en las situaciones sombrías y como la culminación de un espectáculo que prepara un gran "finalle" desemboca en sentimientos y acciones cada vez más oscuras, más angustiantes y a la vez más risibles por la descabellada historia que el guión propone. Poniendo el pie a fondo en el acelerador cuando llega el desenlace las consecuencias son inesperadas y absolutamente impactantes, entonces no puedes creer la desfachatez y la eficacia del trabajo que hacen los guionistas. Algo así como un "slasher" emocional que te deja acongojado.

El canadiense Stephen McHattie, quien en la vida real también es cantante como la casi mayoría del resto del elenco, compone a dos de los cuatro papeles protagónicos con una convicción y dramatismo desgarrador y es quien interpreta la canción final en medio de una debacle sangrienta, diciendo una letra que hace referencia a los sueños no cumplidos y a la felicidad de la gente. La norteamericana Juliette Lewis borda una extraordinaria viñeta de una condesa tiránica e histérica, con una participación que es una verdadera delicia. Mención especial para el actor islandés Tómas Lemarquis que parodia magistralmente a un vampiro sediento de sangre fresca, con un rostro natural que en un gran acierto del casting fue elegido para ese extraño rol.

Nunca antes había visto una historia tan estrafalaria. Nunca antes había quedado tan desconsolado y sin esperanza aunque la película me haya resultado muy entretenida. La recomiendo calurosamente.

No habría mucho problema en clasificarla como "cine negro". Aunque cierto es que algunas escenas no son muy propias de dicho genero.

Es, en general, bastante impredecible. Y eso creo que debe ser un punto a su favor. Los actores están muy bien. Especialmente el protagonista. En una película así es muy importante que los actores impregnen la obra con dramatismo y empatía, y aquí lo hacen de sobra.

Algunas escenas no son para el espectador más conservador. Y probablemente sean las responsables de que el film no tenga mejores calificaciones.

Cuando veo una película como esta, con tantas extravagancias, me pregunto cómo consiguen el dinero para producirla. En este caso, con productores de hasta tres países. Vale, Jess Franco hacía películas igual de malas, pero por lo menos tenía un público entregado al género sexplotation y los personajes eran personas normales. Eran películas digeribles. Pero esto... esto es infumable.

Tenemos un genio de la trompeta que no puede con su pellejo debido a las drogas, pero que sigue tocando como un maestro. Poco creíble. A un mafioso que se dedica a la trata de niñas, y que lo que más le molesta es que no se acuerden de su nombre (esto es lo que quiere cualquier mafioso, ser reconocido, parece ser). A un aristócrata que va de vampiro por la vida y que se va a casar con una niña. A la boda acuden mafiosos, dictadores, banqueros, políticos,... que podrán disfrutar después de una orgía con las niñas. Y en medio de esto, un "matón" que quiere revertir la situación. Pongo matón entre comillas porque es un señor ¿de 75 u 80 años?

Me parece una película muy infantil para un público adulto, y que trata un tema escabroso como para ser una peli para todos los públicos. Así que imagino que irá destinada a adultos infatilizados y a adolescentes.

Segunda peli que veo de Bruce McDonald y saco tres cosas en claro: le gusta mucho Stephen McHattie, le gusta hacer pelis enrevesadas que no sabes por dónde van a salir y se le da vergonzosamente mal.
De esas pelis con las que terminas indignado de lo malas que han sido. Me sabe mal porque la primera parte me ha parecido bastante interesante y prometedora; sin embargo, la segunda mitad va a la deriva, dando bandanzos entre lo ridículo y lo sinsentido.

Película completamente fallida. Siendo lo más objetivo posible, la cinta es un despropósito total.
Mezcla sicarios, músicos heroinómanos, nobleza decadente, explotación de niños, pequeños con armas de fuego, todo muy confuso.
Hasta aparece un símil de Drácula, una ridiculez total.
No se entiende si el director quiso hacer un policial, una sátira, una de terror, o qué, pero le salió algo muy feo.
Por ahí anda, Juliette Lewis, haciendo de una condesa histérica, pobre lo que hay que hacer un plato de comida.
Solo se rescata la fotografía y la actuación del gran actor canadiense Stephen Mc Hattie, que hace lo que puede para dar algo de credibilidad al personaje que le toco en suerte.
Mi consejo es que no vean esta película, que si bien para gustos están los colores, hay cosas que son indefendible, y esta película realmente es muy, pero muy mala.