La Raulito

Lautaro Murúa elabora una crónica sobre las experiencias de una mujer (que se viste de hombre para sobrevivir) apresada en centros de reclusión. El tono inicial es sensacionalista con las pérfidas guardianas, los mugrientos espacios de la cárcel, las inspecciones nocturnas en el dormitorio, pero posteriormente sensible al denotar el desamparo y falta de afecto que siente el personaje.

La rebeldía de Raulito es contra el maltrato que le infringe la vida, la cámara describe detenidamente instantes de miseria y abandono, entre sus idas y venidas a prisión, con fragmentos en el deambular por las calles cuando suena la música de armónica que parecen evocarnos Midnight cowboy.

Marilina Ross está magnífica en una obra emotiva que tuvo gran éxito comercial.

Esta película fue filmada en Argentina un año antes de la dictadura más genocida del país cuando, a pesar de estar en democracia, ya operaba la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Es valorable el coraje de Marilina Ross, quién ya se encontraba amenazada por la Triple A, y que luego debió exiliarse por esa razón, de filmarla y atreverse a hablar de la pobreza a través de La Raulito y de cuestionar los órganos represivos del estado, tanto la policía como la psiquiatría del momento. Coraje, pero por sobre todo compromiso social. Fue ella también la ideóloga del proyecto de la película y quien durante 5 años estuvo buscando con quien producirla.

Un dato curioso de la peli es que la misma fue muy exitosa en España, tanto que fue más vista al momento de su estreno que “Tiburón” (de Spielberg), que también se encontraba estrenándose.

Va para cuarenta años que en un cine de Vitoria, creo que era el Astoria (me dicen que ahora venden trapos de Zara), me junté con Valdano, que entonces jugaba en el Alavés, y con su madre, imaginé, sacando las entradas para ver La Raulito. Era una sesión a la que algunos alaveses llegaban aún con el farias del café completo, y lo remataban con un Garvey en el ambigú; posiblemente las cuatro o cuatro y media de la tarde. Las entradas eran numeradas y quienes no querían tener problemas las habían reservado la tarde anterior o aquella misma mañana. Claramente eran otros tiempos; la oferta de entretenimiento no era tan abundante y la afición al cine era muy superior a la actual.

No he vuelto a ver la película que contaba la historia de una criatura de las calles y las cárceles, aficionada del Boca Juniors y con más hechuras de muchacho asilvestrado que de jovencita con alguna posibilidad de futuro digno.
Es cierto que la realización de Lautaro Murúa, en la que había puesto gran interés la protagonista, tuvo bastante éxito en aquellos días en España y que sirvió para que la interpretación de Marilina Ross, ya conocida en Argentina, le proporcionara laburo en nuestro país cuando hubo de exiliarse por motivos políticos. Aquí trabajó, en papeles principales, para directores como: Alfonso Hungría, Gonzalo Suárez, Jaime de Armiñán o González Gómez Leite.

En este ejercicio de recuerdo, donde tan importante es la obra cinematográfica como las adherencias del tiempo, la imagen de un híbrido humano simple, desenfadado y sensible, es la que ha prevalecido. La persona (María Esther Duffou) que convirtió en personaje Marilina, sobrevivió algo más de treinta años a la película, arrastrando todas las miserias y desamparos de una infancia y adolescencia cruel que la dejarían marcada de por vida; con el único calorcillo de la afición futbolística que la permitió seguir llorando y riendo, sin lágrimas y sin dientes.

Era la primavera de 1976 en Salamanca, Franco ya había muerto y junto a unos amigos, tras un examen, nos fuimos al cine Bretón –hoy ya fuera de circuito- a ver esta película que a mí me llamó mucho la atención por su mensaje social y un personaje incombustible, muchacha de trazas varoniles interpretada por una estupenda Marilina Ross.

Es una historia real, la de María Esther Duffou (1933-2008), "La Raulito", mujer masculinizada con un duro pasado de reformatorios y establecimientos terribles y lesivos, cuyo fanatismo por el club bonaerense Boca Juniors le hace delinquir sistemáticamente para hurtar alguna camiseta del tal club y otros objetos menores. La Raulito, enjuiciada y conflicto tras conflicto con la ley, acaba por convertirse en la aficionada fanática más importante y aceptada del club de la Boca. Tan es así que cuando falleció en 2008, el estadio (“cancha”) guardó un miuto de silencio por ella.

Lautaro Murúa rodó con notable éxito de público en su momento este film social y entrañable que canta a la libertad de la muchacha protagonista que para sobrevivir se viste de hombre y se rebela contra el mal destino y el mal trato que la vida le depara.

Además, la película cuenta con una llamativa música, a veces con solos de armónica, de Roberto Lar, una estupenda fotografía de Miguel Rodríguez y meritoria escenografía de Germen Gelpi.

Fue ésta una película realizada en el país austral un año antes del Proceso Militar de Videla y Cia. La gran interpretación de la Ross le habría de servir a la actriz argentina para trabajar en España cuando tuvo que salir por pies de la Argentina, perseguida por los siniestros militares en el gobierno. Marilina Ross era una ‘actriz de método’ sensible e inteligente, en quien Murúa basó sus aciertos, limitándose a veces a seguir el desarrollo de su trabajo interpretativo, sin manipularlo ni reescribirlo. Pero además de la Ross, otros excelentes actores y actrices secundaron y dieron fuerza al film con sus trabajos llenos de verismo y pasión: María Vaner, Pablo Cedrón, Roberto Carnaghi, Luís Politti, etc., todos muy acertados y eficientes.

En resumen, esta película provocó devoción entre el público español que en aquel tiempo de posfranquismo anhelaba un nuevo aire en las pantallas y también en la vida. De hecho, la penetración en el cine español de indiscutibles talentos argentinos pudo vigorizar entonces nuestra cinematografía, lo cual es de agradecer.

En su momento "La Raulito" fue un gran éxito (y generó una gran polémica) en Argentina, y no sé si allí es muy recordada o no. En España fue un éxito mayor todavía, aunque haya caído en el olvido más absoluto, y anticipó algunos aspectos de lo que luego sería el famoso, castizo y controvertido "cine quinqui". Yo no había oído hablar de ella siquiera hasta que mi padre la sacó a colación, figurada y literalmente, como recuerdo y como vieja cinta de vídeo guardada durante años en una caja en un rincón de un trastero.

"La Raulito" cuenta la historia real de una muchacha curtida en las calles, algo marimacho, fanática del fútbol (y del Boca Juniors), perseguida por la policía y experta en escapar una y otra vez de reformatorios y psiquiátricos donde no sabían bien qué hacer con ella. Vista hoy en día, resulta una película muy interesante aunque también muy irregular: cuenta con una interpretación descomunal de una Marilina Ross que crea un personaje intenso, entrañable, ambiguo, inocente y algo salvaje, lleno de matices. Tiene también algunos diálogos brillantes y profundos, muy críticos con la judicatura, la policía y la asistencia social, que ponen en tela de juicio la incapacidad manifiesta del sistema social y político de la época (bueno, y del de ahora también si uno lo piensa) para integrar a los niños de la calle en particular y a las personas provenientes de entornos marginales en general.

Lástima que el guión sea demasiado endeble, y que no haya un hilo conductor, una historia al uso, que sirva de eje de las diferentes escenas en que la Raulito se enfrenta a figuras de autoridad, escapa y es perseguida, haciendo que el desarrollo de la película sea un poco disperso y a ratos pierda un poco el interés. Del apartado técnico poco hay que añadir, es austero pero suficientemente correcto, y la historia que cuenta no pedía otra cosa.

Interesante.