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La isla del tesoro

Aventuras Jim Hawkins es un joven inglés que trabaja en la posada de sus padres, Almirante Bembow, situada en un pueblo costero inglés. Un día llega al establecimiento un viejo bucanero llamado Billy Bones, que trae consigo un cofre con el mapa de “La isla del Tesoro”. En él se revela el paradero de las formidables riquezas acumuladas por el Capitán Flint. Los piratas que componían la tripulación de Flint, entre ellos Perro Negro, están buscando ... [+]
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
27 de abril de 2007
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra realizada por Victor Fleming. Se basa en la novela "Treasure Island" (1883), de Robert Louis Stevenson, adaptada por John Lee Mahin. Se rueda, en B/N, en exteriores de Hawaii y California (Alameda, Oakland, Point Lobos State Reserve, etc.). Producida por Hunt Stromberg, se proyecta en "première" el 8-VIII-1934 (EEUU).

La acción tiene lugar en la Posada del Almirane Benbow, de la costa sudoeste de Inglaterra, Bristol, la travesía por mar y la imaginaria isla Skeleton, del Caribe. Los hechos ocurren en torno a 1825, durante el reinado de Jorge IV.

La película adapta con acierto la novela de Stevenson, llevada al cine en numerosas ocasiones. Las versiones más conocidas son la muda de Tourneur (1920), la de Disney (1950) y la de Fleming, posiblemente la mejor. Jim se ve envuelto en una aventura llena de riesgos, enfrentamientos, sorpresas, descubrimientos y dificultades, que le atrae y le fascina. Vive, a la vez, un proceso interior de cambio, que le lleva de la inocencia de la infancia a la madurez del joven capaz de elegir con responsabilidad y tomar decisiones propias. Entre el chico y el viejo Long John Silver (Wallace Beery), cocinero del barco, nace una sincera amistad paternofilial. Silver encarna el mundo de la aventura sin fin, mientras el capitán Alexander Smollett (Lewis Stone) encarna el mundo rutinario del deber y la honradez. Silver es la tentación colorista de la aventura y Smollet la propuesta gris de la responsabilidad. El chico ha de elegir y lo ha de hacer sin ayudas. Su decisión será sorprendentemente más compleja, sabia y arriesgada de lo esperado. Destaca la atmósfera del film, construida con habilidad y eficacia: es opresiva en la posada, inquietante durante la travesía, angustiosa en la lucha en el fuerte y desgarradora en el enfrentamiento del chico con Hands. El humor salpica el relato y alcanza un punto culminante con la aparición de Ben Gunn y su pasión por el queso que no ha probado durante 3 años. Jim hace las funciones de narrador de una historia impregnada de la deliciosa ingenuidad de la mirada de un niño. Polanski se insiró en el vestuario y caracterización de los piratas del film para el rodaje de "Piratas" (1986). Se aporta una reflexión sobre el valor relativo del dinero y la ambición (tesoro), el sinsentido de la crueldad y la trascendencia de la amistad. El éxito del film hizo que la MGM encomendara a Fleming el rodaje de "Capitanes intrépidos" (1937).

La música, de Herbert Stothart, es eminentemente descriptiva y acompaña con eficacia la acción. Cuando Gunn les lleva a la cueva del tesoro, la melodía imita el tintineo de las monedas cuando caen unas sobre otras. La fotografía hace uso frecuente de encuadres a cámara fija, con movimientos escasos de giro y aproximación. Cuando la acción se hace intensa, las tomas se abrevian y la sucesicón de planos se acelera. La secuencia de la lucha de Jim y Hands luce encuadres próximos y muy ajustados. Destaca el acierto y calidad de la puesta en escena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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19 de septiembre de 2005
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata, quizás, de una de las obras de la literatura universal de la que más versiones se han rodado. Hasta los soviéticos se interesaron por ella... ¡y no es el Quijote!
No obstante, ninguna interpretación más personal y recordada con nostalgia que ésta. No es la única incursión de Fleming en el género infantil (recordemos la también inolvidable "Capitanes intrépidos", versión de otra novela para niños con Freddie Bartolomew y Spencer Tracy, y un icono de la infancia de muchos). ¿Dónde subyace el secreto de esta "Isla del Tesoro"? En varios factores: la misteriosa ingenuidad en la interpretación, destacable en escenas como la de la taberna llena de piratas en plena pelea que, inmediatamente, se transforman en personas amistosas y afables cuando entran el doctor Livesey y el magistrado Trelawney (todos bailando, ¡qué risa!); el insustituible reparto en cuanto al caricaturesco aspecto físico de los personajes (sólo comparable, y de lejos, al de los "Piratas" de Roman Polanski, que tan tributaria le es), la simpatía del John Silver interpretado por Wallace Beery (inolvidable "Campeón"); el rostro simplón de Jackie Cooper, casi cómico, y su personalidad sentimetal y bondadosa, que le convierte en un personaje con el que todo niño corriente e incluso con algún complejo, se puede identificar... En fin, que sólo se echa en falta aquel maravilloso technicolor con que otras producciones poco posteriores se adornaron (el mismo Fleming lo utilizó tan afortunadamente en "Lo que el Viento se llevó"). ¡Qué no sería esta película, iluminada como el "Robin Hood" aquel de Errol Flynn con Olivia de Havilland..! Esta "Isla del Tesoro" no lo necesitó para ser la versión de mayor referencia, la canónica.
Erredosdedos
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1 de octubre de 2018
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La isla del tesoro” (1934) en un bonito recuerdo de la infancia. Pero hoy en día esta adaptación de la célebre novela de Robert Louis Stevenson me sigue pareciendo admirable.
Vaya colección de piratas malvados y malencarados, qué historia más emocionante sobre el tesoro escondido por el terrible pirata Flint, que después de muerto seguía causando pavor a quienes lo conocieron, y qué relación más inolvidable tenía el antiguo lugarteniente de Flint, John Silver “El Largo” (Wallace Beery) y el niño Jim Hawkins (Jackie Cooper). Y todo con un gran sentido del humor y el ritmo vivo que Victor Fleming daba a sus películas.
Wallace Beery participó en muchas películas del periodo mudo y adquirió una merecida fama a principios del sonoro, con “Min y Bill” (1931), “El campeón” (1931, cuando fue galardonado con el Oscar), “Grand Hotel” (1932) o “Cena a las ocho” (1933). Pero donde en mi opinión puso el alma fue en la encarnación del viejo pirata con una sola pierna, embaucador, mentiroso y, no lo olvidemos, despiadado asesino. Puedo ver versiones de la novela más modernas y mejor acabadas técnicamente, pero les falta la imponente y socarrona presencia de Wallace Beery.
El niño parecía encontrar en el veterano pirata, reconvertido en afable cocinero, al padre que nunca tuvo. Un hombre valiente y de mundo, héroe de la guerra, con valiosos consejos que ofrecer y grandes historias que contar. Pero el pirata, que engañaba al niño fácilmente para hacerse con el tesoro, parecía también sentirse atraído por su bondad y su inocencia, hasta el punto de defenderlo frente a sus letales compañeros, en especial de “Daddy Dawson” un individuo especialmente siniestro que deseaba rebanar el cuello al niño en cuanto tuviera ocasión.
Y es que la infame tripulación de Flint había pasado tiempos mejores. Era una tropa envejecida y devastada por el alcohol, aunque conservaba intacto su carácter sanguinario y el olfato por el dinero fácil.
En el spoiler hablo de algunos momentos destacables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feng Lanzhí
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26 de abril de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novela de Robert Louis Stevenson es, sin ninguna duda, una de las obras magnas de la literatura universal. ¿Quién no ha tarareado, con más o menos alegría, “Ho, ho, ho, y una botella de ron”. ¿Quién no ha surcado los mares a bordo de La Hispaniola? ¿Quién no ha sido pirata cojo con cara de malo y parche en el ojo? ¿Quién no ha tenido un lorito que habla en francés? ¿Quién no ha exclamado “¡Al abordaje!? Marchando una de piratas…

La isla del tesoro, versión Fleming, ha de apechugar con ser una de las muchas versiones cinematográfica de una insigne y conocidísima novela. Sus actores han de dar gestos y facciones a personajes cuya corporeidad era tan múltiple como múltiples han sido a lo largo del tiempo los lectores del libro. Y, por descontado, siempre habrá quien los haya imaginado de otro modo, quien haya alargado en demasía a “Long” Silver y restado infantilidad al grumete Hawkings. Son versiones, opiniones, gustos, tan diversos como cada uno de nosotros.
Victor Fleming, Wallace Beery y Jackie Cooper, con la ayuda de Lewis Stone, Nigel Bruce y muy especialmente ese magnífico actor que fue Lionel Barrymore, salen airosos de un empeño difícil: Darle cuerpo a una obra multicorpórea y conseguir que los jóvenes vivan y los veteranos revivan la eterna búsqueda del tesoro. Un tesoro que, de muy diversas formas, ha movido el mundo de la ficción. Tantas que, ahí tenemos, el santo Grial, el Arca perdida, la piedra filosofal o el tesoro de sierra Madre, entre otros, esperando un Indiana Jones, un Harry Potter, un Bogart o un Tintín para alcanzar la heroica culminación de los sueños.

Stevenson, lo mismo que Julio Verne, fue maestro en el arte de llenar nuestros sueños tanto de doblones de oro y de perlas tan grandes como huevos de avestruz, como de objetivos maravillosamente alcanzados gracias a nuestros valores y a nuestras fuerzas. Víctor Fleming puso la cámara delante de nuestros sueños y el resultado ahí está. Bien sea por R.L. Stevenson o por nosotros mismos, La isla del tesoro es ese gran complemento que nuestros sueños se merecían.
FATHER CAPRIO
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28 de noviembre de 2005
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es de esas películas que no te cansas de ver una y otra y otra vez. De ésas que parecen atrapadas en el tiempo. Una historia fácil de hacerla propia. Siempre joven, siempre atrayente, siempre nuestra.
cassavetes
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