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El caso 880

Comedia El Servicio Secreto de los EEUU, ha puesto al empecinado sabueso, Steve Buchanan (Burt Lancaster), un hombre que nunca se retira de un caso hasta haberlo resuelto, para que adelante una investigación que ya se acerca a los 10 años, sobre un caso de falsificación de billetes de un dólar sobre el que, hasta ahora no se tiene sino vagas pistas. Y a nadie se le ocurrirá sospechar que, el hombre por tanto tiempo buscado, es un humilde y ... [+]
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
3 de marzo de 2009
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La singularidad de un caso, el 880, al que no pudo darse solución durante muchísimos años por los todopoderosos agentes del Tesoro norteamericano, resultaba, a priori, un argumento lo suficientemente interesante como para intrigarnos y captar nuestra atención. Y realmente la película consigue gran parte de lo que pretende, pero no tanto por la vía de una intriga prácticamente inexistente sino por la vía de la sencillez, donde un personaje (Skipper) de tan entrañable como resulta se nos hace increíble y donde la justicia levanta su aparente venda para impartirse con los ojos bien abiertos.

Edmund Gwenn es aquel actor con el que, muchos, hemos compartido año tras año las recogidas tardes de la Semana Santa, cuando el turismo ni siquiera era un gran invento y donde Calabuch de Berlanga compartía carta de ajuste con Ben Hur o Marcelino Pan y Vino. Pero Gween es mucho más, una carrera fundamentalmente como actor de reparto, con títulos ilustres al lado de directores míticos. Ahí quedaron para darles un repaso La gran aventura de Silvia de Cukor, Enviado Especial de Hitchcock o Vida con mi padre de Curtiz. Un actor a repasar y a recuperar al que esos tejemanejes de las productoras situaron aquí por debajo, en los títulos de crédito, de Burt Lancaster y Dorothy McGuire y que sin quitarle méritos a estos podría perfectamente haberlos desbancado del escalafón.

Burt Lancaster no parece encajar demasiado bien en papeles cuyo nivel de trascendencia no ande muy por encima de la comedia moralizante, como es el caso. Da más el perfil de hombre duro, curtido por los golpes o por la propia vida, caso de Novecento de Bertolucci, de El Gatopardo de Visconti o incluso de Atlantic City de Maille. Claro que eran papeles de una madurez algo tardía. Pero incluso en sus años jóvenes le sentaban mejor los roles de duro (Forajidos o El abrazo de la Muerte, de Siodmak). Se que su filmografía es rica en todos los géneros, pero el Lancaster cómico, pues… va a ser que no.

Por su parte, Dorothy McGuire sigue dejándonos buenas vibraciones como ya lo hizo en La Gran Prueba o especialmente en Lazos Humanos. Gran actriz esta Dorothy.

En resumen, comedia moralizante que consigue lo que pretende, es decir entretenernos y que por encima de todas las cosas despierta el gusanillo de conocer la obra fílmica de un actor como Gwenn que consiguió el Globo de Oro por este trabajo y de quien urge su recuperación inmediata.
FATHER CAPRIO
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17 de marzo de 2013
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agradable comedia con un cierto aire al maravilloso cine de Frank Capra. Su propuesta es bastante sencilla de apariencia, ya que nos relata una historia tan inusual en su planteamiento como cotidiana en su desarrollo; la historia de Skiper Miller, un bondadoso anciano dedicado a fabricar dinero falso con la sola intención de mantener su modestísimo modo de vida, y siempre en billetes de un dólar. Durante años ha venido realizando dicho procedimiento, a través de unos billetes caracterizados por una ostentosa falta ortográfica –reflejan Wahsington en vez del correcto Washington-, pero precisamente esa extraña dosificación, es la que ha permitido tener en frustrada alerta a los responsables de los departamentos correspondientes del estado.

Fábula amable, en la que parece contraponerse el concepto del sentido del deber y la fuerza del humanismo, todo ello sin estridencias, siempre con un tono amable y agradable. Absolutamente entrañable ese gran actor que era Edmund Gwenn y al que muchos conocimos gracias a Berlanga en “Calabuch”, un actor a repasar y recuperar.
Juan Marey
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11 de enero de 2011
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
A caballo entre la comedia y el género policíaco "El caso 880" cuenta la historia de un dulce y apacible anciano que se dedica a falsificar billetes de un dólar. Sólo lo hace de vez en cuando pero la policía lleva ya diez años tras su pista.
La película tiene un desarrollo lento, su guión es endeble con unos diálogos que mejoran levemente al final. Parece que Goulding sólo trabaja, pule y matiza el personaje de Skipper (Edmund Gwenn) al que concede todo el protagonismo de la historia revistiéndole de un aura de ingenuidad y bondad. Por lo tanto, deja al resto de protagonistas en un segundo plano, dotándolos de una personalidad plana y confusa, meramente superficial.
Así las cosas, sólo el último cuarto de hora del film nos llega a conmover e incluso a convencer.
"El caso 880" pasa sin pena ni gloria (bueno, gloria sólo la hay para Edmund Gwenn) y nos da rabia porque Burt Lancaster y Dorothy McGuire se merecían algo más.
el chulucu
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1 de marzo de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la película comienza como un típico film policíaco, un thriller realista de la Fox de los últimos años cuarenta y primeros cincuenta (voz en off, imágenes sobre el funcionamiento del servicio secreto), lo que sigue a continuación es muy diferente. Edmund Golduing, director cultivado, inteligente y elegante, conduce el film por la línea más amable de la comedia de intriga que lo distancia del film “noir”, en realidad, el film cuenta una historia real procedente de los archivos de los servicios secretos, sección falsificadores de moneda, pero sucede que ese caso que aquí se cuenta es diferente, como diferente es su protagonista. Un argumento en la línea de los films humanos de Frank Capra, pues no es casual que el guión lo firme Robert Riskin, el guionista de las mejores películas del director de “Vive como quieras”.

Skipper (excelente Edmund Gwenn, que luego trabajaría con Hitchcock “Pero… ¿Quién mató a Harry?”, o en “Calabuch” con Berlanga) es un adorable anciano, amable con sus vecinos, regala caramelos a los niños, pero que sólo cuenta con la compañía de su perro que responde al curioso nombre de “Por favor”, un ex marine de escasos recursos que vive en una buhardilla destartalada, recoge chatarra y antigüedades para subsistir. Pero afortunadamente, o quizás desgraciadamente un día encuentra un artilugio de imprimir entre la chatarra que cariñosamente bautizará con el nombre de “El primo Henry”.

Tras diez años sin resultados en el caso 880, Steve Buchanan (Burt Lancaster) agente del tesoro, ha sido llamado a investigar este curioso falsificador que sólo imprime billetes de un dólar, falsificaciones burdas con tinta y papel vulgar, la policía está desconcertada por la cuantía, que no llama la atención, porque en la naturaleza del delito no hay ánimo de lucro, ni el falsificador actúa por codicia, pues sólo los fabrica para subsistir. Buchanan conoce y se enamora de la bella Ann Winslow (Dorothy Maguire), vecina y amiga de Skipper.

Una historia entrañable y sentimental que te dejará un nudo en la garganta, sus imágenes destilan humanidad y emoción, ante un dilema moral que viven Steve y Ann, más aún, desde que oímos a un juez anunciar la tópica frase: “Los Estados Unidos contra el acusado”, pues la justicia, aunque debe ser ciega, a veces debe abrir un poco los ojos para ser justa y equitativa.
Antonio Morales
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25 de marzo de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Manhattan, Nueva York, muy cerca a Broadway, vivía un anciano de origen austríaco, que había emigrado de su tierra cuando tenía 13 años, y ahora en 1937, viudo y con sus hijos ya organizados e independientes, se había quedado solo en un humilde edificio de apartamentos, donde su única compañía era un pequeño perro Terrier. Emerich Juettner, nacionalizado como Edward Mueller y conocido como Skitter (Capitán) por haber hecho parte de la marina de los EEUU en la I Guerra Mundial, vivía ahora como un humilde reciclador, recogiendo en una carretilla todo lo desechado que él consideraba útil. Pero esto no le bastaba para sobrevivir… y fue entonces cuando, sintiendo el peso del hambre, se le ocurrió hacer uso de su experiencia en el fotograbado, copió un billete de un dólar, hizo él mismo unas planchas de zinc, y sin preocuparse mucho por la correcta escritura o por la fidelidad de la imagen de George Washington, comenzó a sacar billetes en la cantidad estrictamente necesaria para subvencionar sus gastos más urgentes: el alquiler y la comida.

Juettner, introducía sus billetes en el Metro, en los mercados y en cuanto lugar viera que el flujo de dinero era bastante alto. Pero jamás introdujo un billete dos veces a la misma persona y tampoco hizo nunca otro billete que no fuera el de un dólar. Un día, el Servicio Secreto descubrió el primer billete falso en una tienda de cigarrillos de Broadway y así se abrió el caso 880 que, entre 1938 y 1948, tendría en ascuas a los investigadores, ante el caso más difícil sobre falsificación de dinero que se haya dado en los Estados Unidos de Norteamérica. Y no sería por la astucia de los agentes del Servicio Secreto que se aclararía el caso, sino por hechos absolutamente fortuitos, como si fuera el destino el que le hubiera dicho a Juettner: “Ya es suficiente”.

Con estos hechos –ajustados en muy buena parte (incluido su singular desenlace) a lo que relatara el investigador y periodista St. Clair McKelway y convertidos en un magnífico guión por Robert Riskin- el brillante director Edmund Goulding, ha hecho una película de un encanto especial, conmovedora y pletórica de calidez, sobre un personaje de esos a los que uno es capaz de perdonarle cualquier cosa.

Edmund Gwenn, hace un Skitter maravilloso, ejemplo de una dignidad impredecible en un hombre al que muchos, sin conocerle, tan solo tildarían de estafador. Dorothy McGuire, con su mágica dulzura, es esta vez la encantadora vecina que va haciendo parte del proceso por curiosas circunstancias. Y Burt Lancaster, como el agente del Servicio Secreto, demostrando que, no es siempre mediante la ley como puede hacerse justicia, porque a veces, el corazón es el único que consigue ser justo.

Si tú también tienes un corazón suficientemente grande, estoy convencido de que, “El CASO 880”, te sensibilizará profundamente.
Luis Guillermo Cardona
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