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Atrapados

Drama. Cine negro Leonora Eames ve colmada su ambición cuando se casa con el multimillonario Smith Ohlrig, un hombre enfermo, neurótico y autoritario. Pero el matrimonio fracasa, y la joven decide separarse. A continuación, encuentra trabajo como secretaria de un médico idealista y con una gran vocación. El marido, sin embargo, no está dispuesto a renunciar a su mujer y trata por todos los medios de mantener su dominio sobre ella. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
4 de enero de 2011
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya bastantes años que ví por primera vez una película de Ophüls; recuerdo que fue "Carta de una mujer desconocida", y que tal vez por mi juventud o inexperiencia, me resultó muy aburrida, por lo que la olvidé rápidamente. Sin embargo, hace unos pocos meses tuve la oportunidad de volver a verla, y me encantó. Si cuento esto es porque creo -a la vista de mi experiencia personal- que el cine de este realizador es como esas comidas que uno rechaza de pequeño, pero que con los años van gustándonos cada vez más, hasta llegar a convertirse en nuestras favoritas.

En el presente filme Ophüls revisa una vez más el mito de Cenicienta, como bien ha señalado algún usuario, pero en vez de hacerlo en tono de comedia ácida, al modo de las producciones que dirigiera en los años treinta Mitchell Leisen, opta por desarrollar un drama que progresivamente se torna más angustioso, hasta adquirir algunas características propias del cine negro. Esto es importante, pues constituye una novedad en la obra de Ophüls, en la cual ahondaría en su siguiente película, más definidamente negra que la presente.

No obstante, algunos rasgos típicos del director se mantienen, como su protagonista femenina, siempre sufriente por sus esperanzas malogradas y por la aparente imposibilidad de alcanzar la felicidad y el amor; también queda siempre su estilo, de un detallismo inigualable que dibuja unos planos muy ricos y complejos. Similar elegancia demuestra en los movimientos de cámara, que combinan panorámicas y travellings con una facilidad suprema, mostrando o siguiendo a los personajes, plasmación inequívoca del dominio de la puesta en escena que caracteriza su realización. Que la película es más oscura de lo habitual se percibe también en la fotografía, que adopta la expresividad dramática propia del género negro, con un acertado aprovechamiento del claroscuro. Me maravilló una secuencia en la que los dos doctores hablan de la protagonista, cada uno desde la puerta de sus respectivos despachos, estando en medio la mesa de la aludida; Ophüls lo filma con panorámicas que se detienen brevemente sobre la mesa, con una capacidad de sugerencia magnífica, a la par que elegante.

El oscurecimiento del drama al que me refería viene propiciado, principalmente, por el soberbio personaje que encarna brillantemente Robert Ryan; es ese millonario omnipotente, frío y sádico el que aporta esa dimensión al filme, que va aumentando en angustia conforme dicho personaje se torna más cruel y despiadado. Toda esta evolución argumental alcanza su cénit dramático cuando dicho personaje sufre un ataque cardíaco; la reacción de la protagonista, filmada en un plano secuencia brillantísimo, es una lección acerca de cómo se puede transmitir inquietud al espectador.

Si a todo ello añadimos un buen guión y correctas interpretaciones (Mason, Bel Geddes, Bois), el resultado es una película tensa, de magnífica progresión dramática y brillante ejecución.
Quatermain80
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9 de diciembre de 2013
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película me ha producido una insatisfacción gorda, pese a haberme gustado, porque en la carátula del DVD, aparte de una foto de lo más tramposa, destinada a engañar, la anunciaban como “un clásico del cine negro”, y de eso, naranjas de la china. Y también aquí, en nuestra FA, nos timan con el género. Esto tiene de cine negro lo que yo de contrabandista del moonfleet. Sería mucho más justo calificar la película como drama romántico, para que nadie se lleve a engaños.

Sí, es un culebrón, pero muy estimable. Con un guión preciso, unas buenas interpretaciones y una dirección tan económica como eficiente e inspirada. Y lo más destacable, su audaz mensaje, tan diferente a lo que solía transmitir el cine de la época.

Si te gustó Pretty Woman esta no te gustará, porque, aunque cuenta un poco lo mismo, lo cuenta bien, sin liarse y sin soltar caspa. Y porque aquí el millonario no es tan majo, ni la prota es puta, ni… leche, ahora que lo pienso, la verdad es que no se parecen en nada.
VALDEMAR
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17 de mayo de 2006
20 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer está ansiosa de mejorar su clase social, se prepara para ser modelo y así tener acceso a personas acaudaladas. Finalmente conoce a un hombre rico ( Ryan ) y atormentado por una extrema fragilidad sentimental que no quiere reconocer. Se casan y posteriormente comprende que las riquezas no aportan necesariamente la felicidad...

Las característica más sobresalientes de este drama son las siguientes: Las actuaciones del trío protagonista son memorables ( Barbara Bel Geddes, James Mason y Robert Ryan ), la dirección de Max Ophüls es elegantísima, narra la historia exhibiendo una simplicidad y perfección sólo al alcance de los elegidos, y los diálogos son increíblemente precisos y chispeantes.

Una historia bastante genérica y simple se ve realzada por las excelencias artísticas del director y del reparto: la precisión, elegancia y efectividad de todos los elementos contenidos en la película conforman un espectáculo digno de los paladares más exigentes.
opera 0
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23 de octubre de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una visión desencantada del cuento de cenicienta, un melodrama barroco, ácido y tenebroso, que se desarrolla entre mansiones millonarias de sombras amenazantes y cuartuchos sombríos y estrechos, aunque no es menos cierto que el film intenta abrirnos una puerta a la esperanza. Pese a ser un film de encargo para la Metro, Max Ophüls, cineasta centroeuropeo, elegante y culto, que nunca se sintió cómodo en la industria de Hollywood, saca adelante un gran trabajo con unos actores que no eran estrellas, en esta historia de un cierto romanticismo degradado.

Dos muchachas provincianas comparten inicialmente sueños, ambiciones y pobreza en un pequeño apartamento, aprendiendo la profesión de modelo, una de ellas, Leonor (Barbara Bel Geddes) traba relación con millonario, Smith Olrig (Robert Ryan), neurótico, depresivo y autoritario, Leonor se dará cuenta muy pronto que su matrimonio es un fracaso, volviendo a la dura vida de ganarse el sustento como secretaria desde una pequeño consultorio médico. Su vida es asediada por el abominable marido, mientras conoce a uno de los doctores de la consulta, Larry (James Mason), un hombre humilde y entregado a su trabajo que se enamora de Leonor.

La capacidad de síntesis en su narrativa, apenas 90 minutos se corresponde con la maestría de este cineasta. El lado oscuro del sueño americano, la ambición por el éxito social y profesional, convertido en un melodrama oscuro, pasional y desgarrador que Ophüls al más puro estilo que Douglas Sirk haría más tarde con mucho más colorido, consigue llevar a buen puerto. Más tarde Ophüls abandonaría Hollywood para crear sus mejores y más reconocidos trabajos en Europa, apoyándose en obras literarias que él sabía muy bien poner en escena.
Antonio Morales
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27 de noviembre de 2009
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En cine, la originalidad es un bien escaso. Se repiten los gags humorísticos que demuestran su funcionalidad, los efectivos elementos de terror y suspense, las caídas de albornoces con seducción incluida, y muy especialmente se repiten los temas.

El caso que nos ocupa es la enésima repetición de la historia de la Cenicienta por lo que, evidentemente, pocas sorpresas cabe esperar, tan solo pequeños retoques en unos personajes a los que se maquilla para que en lugar de un príncipe azul a lomos de un caballo blanco se nos figure un psicópata millonario bajando de un fuera borda. Y Cenicienta, en lugar de así barría, así así, se reconvierte en camarera y/o secretaria.

Los sueños Disney, zapatito, carrozas de calabaza y hada madrina, se reconvierten en el pertinaz sueño americano de “como casarse con un millonario”. Es que estamos sobre la tierra donde todo aparentemente se hace posible. Donde todo es soñable. Y lo de casarse con un tipo rico no es mas que una variante cursilona si quieren del dream en abstracto.

Ophüls, llegado desde la vieja y maltratada Europa, les está diciendo a los americanos ( y al resto del orbe cinéfilo): El sueño también tiene su lado oscuro. Pretty Woman no hay tantas, y por ley de probabilidades lo mas seguro es que te toque un fulano con somatizaciones psiquiátricas. Y confórmate con que la cosa no vaya más allá de vanidades o engreimientos y no te topes con crueldades mentales y retorcimientos tipo sacacorchos.

Ausente la originalidad, todo hay que jugárselo a una carta, la del buen hacer de Max Ophüls. En ese instante la película despega, de la mano de lo formal y de las estructuras bien construidas desde la genialidad de su director y de las capacidades interpretativas de un Robert Ryan al que no vamos a descubrir y que ajusta como un guante cualquier clase de papel. Barbara Bel Geddes y James Mason en la línea de lo que el papel exige y no de los que le podría pedir el cuerpo de su lucimiento personal. También merito indudable de Ophüls.
FATHER CAPRIO
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