Ranas

Extraña película de terror ecologista, en que precisamente eso, su mensaje ecologista es lo mejor del film. Ver hoy día , este olvidado (y con razón) film que a pesar de sus pobres resultados deja un par de sensaciones, ya que como película de terror no funciona, si que hay que destacar esos detalles.
Uno, que en su premisa de film de terror relacionado con animales, es tres años anterior al boom del “Tiburón” de Spielberg (1975), y toda la larga serie de films con bichos asesinos que llega hasta nuestros días. Y que su mensaje ecologista , ese “tengamos cuidado con lo que hacemos……o la tierra nos lo devolverá” sigue absolutamente vigente hoy día….para nuestra desgracia.Creo que es lo principal de este film, que en su momento, a pesar de su pobreza en conjunto debió como mínimo, sorprender.
Un rico y egoísta hacendado (Ray Milland, Crimen perfecto, 1954, Hitchcock), vive en una isla en mitad de un pantano con su familia. En su lucha diaria contra la naturaleza emplea medios expeditivos para acabar con toda clase de animales sin ningún tipo de escrúpulos, y a su vez envenenando y ensuciando el entorno natural donde viven.La respuesta de la naturaleza es brutal e imprevisible, ante estos hechos.
Vemos a un jovencísimo Sam Elliot, (Tombstone,George P.Cosmatos,1992) en uno de sus primeros papeles, al antes mencionado Ray Milland, en un papel que le va como anillo al dedo, y al resto del plantel de actores totalmente desconocidos. Del director George McCowan, podemos decir que realizo muy poquitos filmes para la gran pantalla, pero si que destaco como realizador en infinidad de series de éxito de la época como………Los hombres de Harrelson, Los angeles de Charlie, Starsky y Hutch, etc. No mucho mas que decir de esta producción de serie B de la productora American International especializada en este tipo de films de terror baratos, competidora directa y muchísimas veces colaboradora de la Hammer Films británica. Un ultimo apunte…..su banda sonora, de lo peor que se puede oír en una película sea del genero que sea, directamente para pegarse un tiro, y que por desgracia este tipo de música electrónica y psicódelica estaba muy en boga en aquella época.

Provista de una atmósfera interesante pero sin contar con efectos visuales demasiado sorprendentes, lo mejor de la cinta es el ambiente conseguido en aquella especie de isla donde habita (y gobierna) el todo poderoso señor Crockett (Ray Milland) un inescrupuloso magnate que desde su gigantesca mansión no se hace demasiado problema en envenenar el medio ambiente con tal de conseguir la paz que el croar de las ranas parece perturbar.
Próximo al cumpleaños del viejo Crockett, por accidente, aparece un fotógrafo ecologista llamado Pickett Smith (un joven Sam Elliott) quien es el primero en darse cuenta de que algo muy raro esta ocurriendo y que el comportamiento de las ranas y demás anfibios y reptiles no es normal, y por el contrario, parece estar volviéndose cada vez más agresivo. Como es de suponer, no pasará demasiado tiempo para que ocurran los primeros ataques y las vidas de los poco habitantes de la isla comiencen a verse amenazadas, sumado a la tozudez del anciano millonario que no quiere reconocer el peligro que ya no solo les rodea, sino que derechamente está comenzando a atacarles.
La cinta, con una cargada onda setentera, por momentos cuaja sin aspirar a grandes pretensiones, al menos al verla hoy, y es sin duda el insistente croar de fondo de las ranas, sumado a primeros planos de estas o de algunos reptiles, lo que intenta armar la atmósfera necesaria de terror que a ratos repele más de lo que aterra. Sin duda una cinta que intenta, con un terror que pretende ser mucho más directo pero con una historia menos lograda, meternos en una nueva versión de "Los Pájaros" de Alfred Hitchcock, cambiando las plumas por piel de rana y con algún intento (pequeñito) de protesta racial.
Una cinta interesante de mirar pero que no consigue, (y no consiguió,) posicionarse como filme de culto o como para tener en cuenta dentro del género, eclipsada por otras mucho mejores cintas de "terror ecológico" y las reacciones del medio ambiente ante la continua intromisión humana en él.
Como agregado, destaco además la presencia de las actrices: Joan Van Ark (recordada por su participación en la serie TV "Knots Landing," en Chile: "Vecinos y amigos,") y la bella actriz de color Judy Pace.

Nada pierdes si no la ves, pero tampoco es tiempo perdido dedicar 90 minutos de tu tiempo en verla.

Frogs (1972), película de terror dirigida por George McCowan, pone en cuestión a la ecología y las revueltas sociales, dos de los temas que atraviesan toda la década de los 70. Con Ray Milland y Sam Elliott.

Por Nicolás Bianchi

Uno de los méritos de Frogs es que su planteo, en apariencia muy sencillo, logra cierto espesor a medida que la historia se desarrolla y las imágenes se acumulan en la retina del espectador. ¿Es solo un alegato en favor del balance ecológico y la preservación o hay algo más detrás de esos sapos y ranas que son muchos y croan sin parar? Pasada la mitad del film se puede empezar a pensar en algún mensaje asimilable al de otras obras con animales, como Animal Farm de George Orwell.

La película comienza con una secuencia en la que el fotógrafo Pickett Smith (Elliott) toma imágenes, a bordo de una canoa, de un delta que está anegado por la basura y los residuos cloacales que contaminan el agua. Cuando se encuentra en el río, en aguas abiertas, una lancha con motor fuera de borda que pasa muy cerca de él lo obliga a dar vuelta la embarcación. Pickett termina en el agua y es ayudado por la pareja que se encontraba viajando a toda velocidad en la lancha. Son Clint (Adam Roarke) y Karen Crockett (Joan Van Ark), que lo invitan, a modo de resarcimiento, a pasar el día en la mansión familiar.

Allí el patriarca es Jason Crockett (Milland), un hombre veterano en silla de ruedas, que vela por mantener las tradiciones familiares. El día siguiente es el 4 de julio, cuando se celebra la independencia estadounidense, una jornada en la que la familia se reúne y practica algunos juegos y otros rituales. La familia es dueña de una papelera y Jason se queja de una nueva ley que busca aplicar un impuesto ecológico. Además el intenso croar de los sapos y las ranas que rodean la propiedad ponen incómodos a algunos de los miembros de la familia, que dicen no poder dormir por las noches, como si además tuvieran un problema de conciencia y no solo auditivo.

En esta suerte de revancha de la naturaleza las ranas y los sapos no están solos ya que los acompañan arañas, serpientes, cocodrilos y distintos tipos de lagartos. El mensaje de la película en ese sentido es claro. Los animales se rebelan contra una familia que representa la contaminación y la explotación del ambiente. En su sala de estar el patriarca Jason está rodeado de cabezas de animales cazados. Además, cuando la situación se torne apremiante muchos personajes se revelarán como mezquinos y egoístas, un camino habitual en las películas de este tipo.

Mediante la superposición de las imágenes de los sapos y las ranas croando y avanzando hacia la mansión la película logra también explorar otro tipo de significados. Parecería que estos animales, que no son los que atacan directamente a los humanos, están organizando una revolución. Son los que comandan. McCowan logra esa sensación con un efecto acumulativo. Sabemos que el ruido de los sapos perturba a algunos personajes. Su repetición tiene ese efecto. Las imágenes le agregan un componente de desagrado. Es incómodo ver a los hombres y mujeres que intentan huir de ese lugar caminar entre decenas de anfibios que saltan, reptan o caminan.

La mansión, el personaje interpretado por Milland como un viejo conservador, el 4 de julio y los sirvientes negros que están empleados por la familia también dan una pauta del trasfondo histórico y político que se puede advertir en Frogs. Al fin y al cabo lo que lograron los animales es unir a elementos de distintas especies hacia un fin común, que es la destrucción de los humanos y la colonización de esa mansión. Eso es lo que los vuelve poderosos y revolucionarios.

Durante la década de 1970 estuvo muy de moda un particular subgénero del cine terror: el de los animales asesinos o plagas asesinas, un género en el cual la temática era la humanidad enfrentada a una perversa plaga asesina. Entre las plagas figuraban arañas, abejas, ratas, ect. Si bien este género produjo algún producto decente ("El Enjambre" de Irwin Allen), la mayoría de estas películas eran malas e incluso infumables.
En esta ocasión alguien muy ocurrente creyó que las ranas también podrían ser una placa siniestra (también por ahí existe una película de conejos asesinos, pero eso es otra historia). Guiado por dicha idea George McCowan se lanzó en la realización de este producto.
El título sugiere un enfrentamiento entre humanos y ranas. Sin embargo, acá vemos a los humanos enfrentarse a serpientes, arañas, cocodrilos, etc., mientras que las ranas parecen ser autores intelectuales de las tragedias.
Nos encontramos con un filme que, por lo menos, merece el calificativo de deplorable. Nos encontramos con situaciones risibles, incluso, en una batalla de un humano contra los cocodrilos se produce una insólita situación que será detallada en el spoiler.
Muchos ignoran la existencia de este filme y al verlo, se explican claramente las razones del olvido. Cómo anécdota, este filme de clase B cuenta con 2 actores de serie A, cada uno en distintas etapas de sus carreras. Por un lado tenemos a Sam Elliott en los inicios de su carrera, obviamente antes de ser la estrella que sería en años venideros. Por otro lado tenemos a Ray Milland en la decadencia de su carrera; quien en años anteriores llegó a ganar un Oscar, terminaría tristemente su carrera en lamentables filmes de terror.