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La comuna (Paris 1871)

8,1
533
Documental. Bélico. Drama Estamos en París en el año 1871; mientras que un periodista de Versalles TV transmite información falsamente tranquilizadora, se crea una Televisión Comunal, que refleja la opinión de los insurgentes de la capital francesa. Así, estas dos cadenas cubren la revolución y gobierno de la Comuna de París, entre el 26 de marzo y el 28 de mayo de 1871, de una manera totalmente diferente. El canal público oficial, TV Nacional de Versalles, da ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
12 de junio de 2014
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Falso documental, película de ficción "documentalizada", o recreación histórica teatralizada. Sea cual sea la etiqueta que se le quiera dar, "La Commune" narra la primera toma de poder político por parte de la clase obrera en Europa Occidental, ocurrida durante los meses de marzo y mayo de 1871 en París: la conocida como "Comuna de París".

El director cuenta estos hechos de una forma original y, sobre todo, muy adecuada para uno de sus, creo yo, propósitos principales: criticar la actuación de los medios de comunicación (antes, durante y después de 1871), casi siempre en favor de los intereses de las élites (socioeconómicas y políticas), a través de la tergiversación de la información de la que disponen para así influir de la manera que más les convenga en la opinión pública. Y, para ello, el director de "La Commune" da el papel protagonista a los periodistas que se hacen eco de las noticias que ocurren durante los 71 días que duró la Comuna de París: por un lado, están los reporteros de la televisión comunal, progresista, que hacen su trabajo a pie de calle; y, por otro lado, están los programas sobre esos mismos hechos que retransmite la televisión nacional, conservadora y cercana a los intereses del gobierno del Estado.

Se trata de un instrumento anacrónico, obviamente, pero sirve para establecer intencionados paralelismos entre la situación social, económica, política, cultural y periodística de la época de la Comuna de París y de la época actual (tanto la del año 2000, cuando se filmó esta película, como la del año 2014). Además, el director juega a romper la barrera entre los actores y sus roles, pues durante buena parte de la segunda parte de "La Commune" los actores opinan sobre sus personajes, los sucesos que se recrean, la importancia de conocer la Historia, el papel de la economía, la manipulación ideológica a través del periodismo, etc. Todo ello para reafirmar la construcción de estos paralelismos y para propiciar en el espectador una actitud reflexiva y crítica hacia los hechos históricos y los hechos presentes, incluso antes de terminar la película. Y lo consigue. Con creces.

Los ambiciosos propósitos del film y, ante todo, sus apabullantes buenos resultados debieron asustar a las productoras. Sólo así se explica uno de los últimos rótulos de "La Commune" (rótulos con los que, a lo largo de la película, se añade una información necesaria para completar y comprender mejor los hechos que se van recreando):
“La participación activa de los actores en esta película es lo que más temen los medios de comunicación. Y quizá uno de los motivos por los que las cadenas de televisión consultadas se negaron a financiar la película. Lo que más temen los medios de comunicación es ver al hombrecito en la pequeña pantalla sustituido por una multitud, por el público…”.

Nada más que añadir.
Bueno, sí. Un "muy buena", pese a su larga duración y pese a la repetición del guión en algunas secuencias o de la estructura de las mismas.
Antoine Czirszn
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30 de enero de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una peli que aborda y actualiza la tan silenciada revolución de 1871: no se trata de un documental bienintencionado ni de una película histórica que quiere ponernos al día de lo que ocurrió, sino un intento afortunadísimo de llevar el espíritu de la comuna al rodaje, la producción y la dirección de la cinta (aunque el propio director reconoció y asumió la imposibilidad de ser absolutamente horizontal). Una película crítica con los medios de comunicación (con los que Watkins ha tenido tantos problemas en su carrera), verdaderamente coral y que no admite un espectador pasivo-contemplativo sino un interlocutor que participe en la asamblea que acaba siendo "La commune (Paris 1871)".
chym
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7 de abril de 2016
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que no sé es por qué razón estas cosas tienen que durar cinco horas y machacar tanto sobre lo mismo. Presiento que se debe más a exigencias de formato comercial (para la tele o la venta en vídeo) que por verdadera intención artística. El gigantonismo puede estar bien en bellas artes, donde uno tiene que aportar en términos de tiempo y atención prácticamente lo mismo para ver el Guernica o el David que La lechera de Burdeos o El hombre que camina. Pero pedir a la gente cinco horas de atención a una película, aunque pueda ser vista por fragmentos… no parece muy revolucionario ni parece una gran exhibición de espíritu de síntesis.
Dicho esto, la idea que anima la obra me parece magnífica. La reconstrucción histórica nunca es meramente abstracta (es decir, hay un vestuario y unos decorados históricos y una dramatización y unos diálogos) pero en todo momento se recalca el hecho de que lo importante es reflexionar sobre hechos reales y no evadirse de ellos. Excelente la idea de sacarse de la manga una televisión de la Commune, con dos reporteros a pie de campo con sus trajes de ciudadanos de la época pero con micrófonos en mano, y otra televisión de Versalles, con los típicos locutores hieráticos, cursis y ultramaquillados que cuentan las rutinas de conveniencia, como en un telediario normal de hoy en día (algo parecido se hacía con la guerra de Cuba en La primera carga al machete, 1969, de Manuel Octavio Gómez). Excelente también los saltos de los diálogos de los actores hacia la realidad actual, trasladando el discurso de comunero de 1870 al de ciudadano inconformista del 2000 Cine para incendiar (metafóricamente hablando) en lugar de para engordar.
Capitan Ahab
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12 de marzo de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre interesado por el papel que los medios –especialmente los audiovisuales- tienen en la representación de la realidad, Peter Watkins utiliza en esta ocasión un proceso histórico complejo como la Comuna de París para reflejar esa inquietud, al tiempo que nos propone una audaz y alternativa identificación entre pasado y presente.

Lo más fascinante de este filme es que su factura es absolutamente consecuente con las preocupaciones o reflexiones que suscita todo proceso histórico. Así, desde el comienzo queda claro que la narración no puede ser unívoca, unidireccional o restringida; si de lo que se trata es de reflejar una situación revolucionaria en la que la comunidad tiene un protagonismo esencial, la película debe ser deudora de esa realidad, evitando incluso la claridad de un discurso o narración más sencillos o tradicionales. De ahí que sea la multitud el sujeto principal del filme, y que quienes la encarnan no sean meros arquetipos, sino que participen de la creación de sus personajes, estableciendo un diálogo con ellos que sirve, de paso, para poner en relación los problemas del pasado con los del presente. Poner eso en pantalla, trasladarlo a imágenes, es la tarea de esa televisión comunal, que viene a encarnar lo que Watkins defiende, esto es, que los medios, el cine, etc., deben servir para dar voz a todos, sin exclusión, y que sólo eso permite un acercamiento libre y crítico a la realidad. No obstante, el propio proceso revolucionario puede poner en peligro esta aspiración, como bien se refleja en el momento en el que la propia televisión comunal es sometida al nuevo poder centralizado revolucionario.

En contraste, la televisión nacional representa lo que hoy en día encarnan los medios de comunicación de masas: el mensaje enlatado, perfectamente diseñado para su consumo por parte de un público al que se trata de domesticar en la pasividad y falta de todo sentido crítico mediante técnicas conocidas pero de indudable éxito: el experto de cabecera, el reportaje sesgado, los protagonistas escogidos, todo ello aderezado por un formato narrativo que aúna la sencillez del mensaje con la demonización o caricaturización del contrario.

Es notable el distanciamiento que impone Watkins desde el principio, en que ya nos queda claro que todo lo que se nos va a mostrar es una representación, pues así nos los dicen los propios actores, que se presentan como tales ante las cámaras, para seguidamente dar paso a un recorrido por los escenarios recreados. A lo largo de la película, la cámara, casi en permanente movimiento, transita de espacio en espacio, de grupo en grupo, dando voz a la multitud, aquí encarnada por otra multitud de actores no profesionales, quienes no vacilan en manifestar su opinión acerca de lo que interpretan y de por qué lo hacen. Todo ello es posible gracias al previo y concienzudo trabajo de investigación desempeñado por Watkins y todos los que intervienen en la realización e interpretación del filme.

Con casi seis horas de metraje, resulta meritorio haber podido rodar todo el filme en apenas trece días, más si cabe dada la complejidad de los temas abordados y el acierto e interés con que están trabajadas las variadas líneas argumentales y reflexivas del mismo. Para concluir creo necesario recomendar un documental que en gran medida plasmó realmente lo que aquí se representa: no es otro que La Batalla de Chile, de Patricio Guzmán. Ambas obras encarnan lo que los medios de comunicación o el cine pueden conseguir si se lo proponen: no sólo dar voz a la multitud, sino ser, también, parte activa y crítica de esas voces.
Quatermain80
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15 de mayo de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que hay que reconocer la valentía y originalidad de Peter Watkins para hacer cine, un cineasta independiente de verdad sin rastro de postureo ni de prepotencia intelectual, un tipo insobornable y coherente con sus ideas. Aqui como hizo en "culloden" con la técnica del falso documental y reportaje reconstruye un hecho histórico, en este caso la instauración de la comuna en París, toda una revolución social , que planteaba cuestiones que incluso más de un siglo después no se han resuelto, reprimida como no podía ser de otro modo a sangre y fuego con fusilamientos masivos y represión extrema. Por ponerle un pero, es demasiado larga y en ocasiones algo repetitiva, aunque también los toques modernos de Watkins, cómo los reporteros de la comuna entrevistando a todos los implicados, o el telediario conservador, con sus dos comentaristas. En resumen, un film diferente y rompedor, a reivindicar, Watkins es un cineasta poco conocido por desgracia, para alguien de su personalidad y genio.
zuriman
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