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Voto de Quatermain80:
8
8,1
532
Documental. Bélico. Drama Estamos en París en el año 1871; mientras que un periodista de Versalles TV transmite información falsamente tranquilizadora, se crea una Televisión Comunal, que refleja la opinión de los insurgentes de la capital francesa. Así, estas dos cadenas cubren la revolución y gobierno de la Comuna de París, entre el 26 de marzo y el 28 de mayo de 1871, de una manera totalmente diferente. El canal público oficial, TV Nacional de Versalles, da ... [+]
12 de marzo de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre interesado por el papel que los medios –especialmente los audiovisuales- tienen en la representación de la realidad, Peter Watkins utiliza en esta ocasión un proceso histórico complejo como la Comuna de París para reflejar esa inquietud, al tiempo que nos propone una audaz y alternativa identificación entre pasado y presente.

Lo más fascinante de este filme es que su factura es absolutamente consecuente con las preocupaciones o reflexiones que suscita todo proceso histórico. Así, desde el comienzo queda claro que la narración no puede ser unívoca, unidireccional o restringida; si de lo que se trata es de reflejar una situación revolucionaria en la que la comunidad tiene un protagonismo esencial, la película debe ser deudora de esa realidad, evitando incluso la claridad de un discurso o narración más sencillos o tradicionales. De ahí que sea la multitud el sujeto principal del filme, y que quienes la encarnan no sean meros arquetipos, sino que participen de la creación de sus personajes, estableciendo un diálogo con ellos que sirve, de paso, para poner en relación los problemas del pasado con los del presente. Poner eso en pantalla, trasladarlo a imágenes, es la tarea de esa televisión comunal, que viene a encarnar lo que Watkins defiende, esto es, que los medios, el cine, etc., deben servir para dar voz a todos, sin exclusión, y que sólo eso permite un acercamiento libre y crítico a la realidad. No obstante, el propio proceso revolucionario puede poner en peligro esta aspiración, como bien se refleja en el momento en el que la propia televisión comunal es sometida al nuevo poder centralizado revolucionario.

En contraste, la televisión nacional representa lo que hoy en día encarnan los medios de comunicación de masas: el mensaje enlatado, perfectamente diseñado para su consumo por parte de un público al que se trata de domesticar en la pasividad y falta de todo sentido crítico mediante técnicas conocidas pero de indudable éxito: el experto de cabecera, el reportaje sesgado, los protagonistas escogidos, todo ello aderezado por un formato narrativo que aúna la sencillez del mensaje con la demonización o caricaturización del contrario.

Es notable el distanciamiento que impone Watkins desde el principio, en que ya nos queda claro que todo lo que se nos va a mostrar es una representación, pues así nos los dicen los propios actores, que se presentan como tales ante las cámaras, para seguidamente dar paso a un recorrido por los escenarios recreados. A lo largo de la película, la cámara, casi en permanente movimiento, transita de espacio en espacio, de grupo en grupo, dando voz a la multitud, aquí encarnada por otra multitud de actores no profesionales, quienes no vacilan en manifestar su opinión acerca de lo que interpretan y de por qué lo hacen. Todo ello es posible gracias al previo y concienzudo trabajo de investigación desempeñado por Watkins y todos los que intervienen en la realización e interpretación del filme.

Con casi seis horas de metraje, resulta meritorio haber podido rodar todo el filme en apenas trece días, más si cabe dada la complejidad de los temas abordados y el acierto e interés con que están trabajadas las variadas líneas argumentales y reflexivas del mismo. Para concluir creo necesario recomendar un documental que en gran medida plasmó realmente lo que aquí se representa: no es otro que La Batalla de Chile, de Patricio Guzmán. Ambas obras encarnan lo que los medios de comunicación o el cine pueden conseguir si se lo proponen: no sólo dar voz a la multitud, sino ser, también, parte activa y crítica de esas voces.
Quatermain80
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