Que nos quiten lo bailao

Carles Mira fue un revisor de la historia, en especial del País Valenciá. Hizo películas sobre S. Vicente Ferrer, sobre el emirato de Denia y la objeto de esta crítica, ambientada en la edad media, una película vital y optimista, que relata las visicitudes de una dama cristiana en la corte de un rey moro y el intento de rescate por parte de los cristianos. Según Mira, en la edad media, el reino cristiano es sucio, decadente, vil, inculto, violento, sin luz y el mundo arabe es limpio, luminoso, culto, amante del buen vivir y del amor. Ello se refleja con unos números musicales antológicos, con una maravillosa música y unas letras desternillantes. Sobresalen Willy Matamoros como el rey moro y Joan Monleón, el fallero-fallera por excelencia.

Todo el desarrollo de la trama es rápido, no aburre, resulta divertida y amena y las situaciones hilarantes y muy valencianas, como el sorteo en el mercado de esclavos en una ruleta donde solo se ven los culos !!

La escena final, como en una función, todos los personajes aparecen juntos y cantando el tema principal de la película ¡que gran película!.¡que gran musical!

El lema de Carles Mira es no aburrir y sus preferencias el humor, el erotismo y la crítica social. En este film, contrasta la moralidad hosca y represiva de la cristiandad con la sensualidad alegre de los moriscos. El escarnio funciona, pero pasa por alto que, si mala es una, tampoco la otra es un modelo a seguir, ya que consiste en que los hombres, aunque viejos y desdentados, disfruten de mujeres jóvenes y sanas que deben entregarse a ellos con una sonrisa. Para eso son esclavas. Erotismo machorro, propio de la transición española.

El formato es de vodevil con números de Enric Murillo (música) y Carles Mira (letras). La coreografía es poco exigente: Carles Mira decía que sus películas eran como las fallas: para verlas y después quemarlas. Celia Zaragozá, en su única aparición en el cine, recuerda la danza que Ángela Molina interpretaba cinco años antes en "La portentosa vida del padre Vicent". Como es habitual en el género, la representación culmina con una apoteosis en la que toda la compañía desfila por el escenario mientras canta "Ven, cariño, ven con nosotros al harén, pásatelo bien con nuestro vaivén".

En resumen, hay películas que pueden volverse a ver sin empacho, bien por su calidad, bien por su riqueza en detalles. Ésta lo es por lo segundo.

Que nos quiten lo bailao es una broma en la que sus intervinientes debieron divertirse mucho: la lástima es que los demás no participemos de esa gracia. El planteamiento inicial es interesante, además de la puesta en escena: aunque teatral y "fallera", el efecto es el deseado, que todo parezca un decorado. El problema es el pobre guión que interpretan un elenco de actores que a pesar de sus esfuerzos, no hacen creíbles los papeles que interpretan. Destacan dos aspectos: la música, pegadiza y tarareable, y la fotografía, que brinda una textura y colores muy buenos. Su escasa duración, además, da cuenta de que la historia estaba agotada antes de comenzar.