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Maroa

Drama ¿Una niña de 11 años, audaz superviviente de la jungla de asfalto, fascinada por Mozart en medio de un acto delictivo? Imposible, o al menos improbable. El alimento cotidiano de Maroa son telenovelas cursis, changas y raps que interpretan al barrio, y por las noches, el chasquido de las balas, los disparos reflejados en las encuestas que cuantifican 130 muertos, cada fin de semana, en las barriadas de Caracas. Brígida, su abuela, ... [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
8 de febrero de 2007
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada por Solveig Hoogesteijn, que escribe el guión con la ayuda de especialistas en lengua española y dialectología venezolana. Narra una historia de ficción inspirada en situaciones reales. Se rodó en Caracas y Madrid. Producida por Gerardo Herrero y la realizadora, se estrenó el 15-VII-2005 (España).

La acción tiene lugar en Caracas a lo largo de varios meses, en 1998/99, con un epílogo situado en Madrid años después (2004/05). Maroa es una niña de 11 años, huérfana, acogida por la abuela, Brígida (Elba Escobar), que la maltrata. Vive inmersa en un ambiente marginal, en el que abunda la criminalidad, la droga y la prostitución. No va a la escuela y gana el dinero que le pide la abuela, echadora de cartas y adivinadora, vendiendo estampas y colaborando en timos, hurtos y trapicheos. Detenida por la policía, es internada en un centro cerrado de menores, donde conoce a Joaquín (Tristán Ulloa), profesor de música y director de la orquesta infantil de la casa, a la que se incorpora como intérprete de oboe.

La película sitúa la acción en un marco de marginalidad y delincuenica, que describe con trazos firmes, elípticos y contenidos. Aúna pobreza, exclusión social, paro, ociosidad, desestructuración familiar y criminalidad infantil. Expone hechos en formato documentalista, sin juzgarlos. Denuncia la violencia policial, teñida de abusos de autoridad, incomprensión de la ralidad social y beneficiaria de impunidades reprobables. Contrapone dos formas de afrontar los problemas: el de la represión que practica la policía y el de los intentos de abrir caminos a la integración social mediante programas educativos de la UNESCO, de los que forman parte, entre otros, las orquestas infantiles y juveniles. El primero, aunque necesario, no soluciona los problemas y cuando se aplica de modo inconveniente genera efectos contraproducentes. El segundo tampoco resuelve los problemas colectivos, pero ofrece oportunidades individuales que en ocasiones dan buenos frutos. Entre profesor y alumna se establece una relación asimétrica: Joaquín profesa un afecto paternofilial a Maroa y ésta siente por él un enamoramiento inmaduro, imitativo, preadolescente y superficial. La trama dramática se apoya en las tensiones que surgen entre Joaquín y Maroa, por celos de ésta, y por la inviabilidad y riesgos que asume Joaquín al acceder a tenerla acogida en casa. A ello se añade una implacable persecución policial, que se asocia a la imagen fetichista de unas botas de goma embarradas e intimidatorias.

La música aporta una excelente banda original, alegre, colorista y a ritmo de rap. Se añaden canciones ajenas ("Tema de amor", "Danzón para Solveig", "Dímelo") y composiciones clásicas (Alleluya de Haendel, Sinfonía nº 40 de Mozart y otras). La fotografía acaricia la expresión fresca y vulnerable de Maroa. El guión evoca el mito de "Pigmalión" y el cuento de "La cenicienta". La película aborda una historia interesante, que sólo esboza y cierra de modo abrupto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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19 de noviembre de 2007
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién ha pensado que la gente indigente tiene talento para actividades artísticas y/o intelectuales? Yo creo que realmente poca gente piensa en las capacidades artístico-intelectuales de estás personas que deambulan por las esquinas de las calles en grandes ciudades, pidiendo algunas monedas, limpiando parabrisas, vendiendo chicles o cigarros o incluso delinquiendo para su supervivencia. Para cualquier transeúnte lo anterior aunado al stress constante, la desconfianza, la paranoia y la difícil situación económica son suficientes factores para evitar cualquier contacto con ellos y tomar una posición de mayor precaución.

Maroa viene a ser otro ejemplar de estilo de otras películas entre las que podemos mencionar: De la Calle de Gerardo Tort (México, 2001) o La Vendedora de Rosas de Víctor Gaviria (Colombia, 1998), dónde en cada una se nos muestran las vivencias de niños expuestos al maltrato físico y psicológico, en ambientes llenos de hostilidad egoísmo. En el caso de Maroa su destino difiere un poco de las antes citadas, pero aún así conserva el género de cine social con denuncia.

Más que una cenicienta o una Julia Roberts marginal (con quien la han comparado), hay mucha confusión en el pensamiento de Maroa con respecto a la amistad y el amor (veamos que es una niña en plena formación), que no encuentra el cauce de su vida, aún con una guía confiable que le señala sus errores y sus grandes virtudes. El filme es una conjunción entre la denuncia de hechos que hostigan a los menores infractores, como una opción para la readaptación de los mismos por medio no solo de las actividades artístico-intelectuales, sino de comprensión y atención.

Tercer largometraje venezolano que a mi parecer es nada insustancial.
Coleccionista Visual
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20 de agosto de 2007
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maroa posee el grave defecto, bastante innoble por cierto, de querer parecer un drama social sin tener voluntad alguna de serlo o de desarrollarse como tal. Una película que edulcora una realidad que se supone dura, muy dura, produciendo la sensación de que se ha recurrido a la estética del género de denuncia más por reclamo que por vocación. La conflictiva Maroa ingresa en un albergue correccional en el que los niños son dóciles y campan a sus anchas, los profesores son pacientes y entregados, las instalaciones diáfanas y amplias, un lugar en el que se imparten clases de lectura y de música terapéutica, y en el que periódicamente se organizan excursiones a arroyos paradisíacos. Sinceramente, no es necesario ser antichavista ni una persona excesivamente viajada para ver que lo antes enumerado poco o nada tiene que ver con la dura realidad de los suburbios caraqueños.
FERNANDO BERMEJO
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20 de junio de 2012
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una película bonita, interesante y también realista aunque a algunos no les gusten las historias con esperanza. No todo en los paises en desarrollo es pobreza, marginación y desesperanza, es perfectamente posible, sobre todo, si se tiene un talento tan evidente como el de la niña de la película, salir del agujero si alguien te ayuda.

la película cuenta una historia muy complicada en muy pocos minutos, toca muchos temas en muy poco tiempo, y realmente tiene saltos inexplicables, como que el profesor se enfade, incluso amenace a la niña con echarla de la orquesta, porque la niña no se sabe a la perfección las notas, cuando aparentemente en la vida de la niña ha pasado muy poco tiempo. Cualquiera que haya intentado aprender solfeo, sabe que eso no es posible, por mucho talento que tenga la niña.

toca casi todos los temas de puntillas, quizás simplemente por falta de tiempo, pero se echa de menos una historia más desarrollada. Si la película fuera un libro y pudiera profundizar en los distintos temas que trata, sería muchísimo más interesante
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
manfru
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1 de agosto de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he dado cuenta ahora que puedo acceder a películas latinoamericanas siempre que España cooproduzca las mismas. Me he comprado un paquete de ellas y esta es la primera que he visto.

La trama es sobre como sacar a los niños de la calle, de la pobreza y la ignorancia, de la delincuencia a través de la educación, de la música en este caso.

Maroa es un personaje fuerte, acostumbrada a ocultar sus sentimientos y viviendo al límite en un barrio marginal, pero necesitada de amor como todos. Y Joaquin un profesor de música que apostará por ella.

Floja interpretación de Tristán Ulloa en el papel de Joaquin y de Yorlis Dominguez en el papel de Maroa. Floja también la dirección que no es capaz de hacer interesante esta película a través de sus escenas.

Sin embargo me gustó el final, que fue además la única parte musical que me llamó la atención.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kiki
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