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Ride. Al ritmo de las olas

Comedia Una madre no duda en atravesar los Estados Unidos para ir a ver a su hijo en California después de que éste decida dejar los estudios para dedicarse al surf. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
16 de octubre de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película simplona donde las haya.
Una madre sigue a su hijo a donde vaya para mantenerlo a su vera. Por si el argumento no tiene enjundia se le introduce un ingrediente intelectual, que es que él pretende ser escritor. Eso, por supuesto la empeora, pues dificulta empatizar con ellos. Además la madre es pija, pija.
Para más inri resulta que la guionista y la directora es la su protagista. A pesar del respeto que le tengo a Helen Hunt, creo que ha realizado una película mala. Aun así demuestra más dotes como directora que como guionista.
A mitad de la película parece que pueda mejorar con la aparición del personaje secundario que interpreta Luke Wilson, pero es un mero espejismo.
waldeker
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3 de diciembre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué no harías por tu hijo? Todo. Empieza por dejarle vivir su vida.

Madre no hay más que una, en ocasiones más que suficiente para llenar la cuota de lo que un hijo puede soportar de ella, ese desvivirse por su retoño, dar su vida por su bienestar, su dicha por la suya, ese agobio constante de quien no conoce límites de dónde empieza la intimidad de su criatura y ella debe retirarse.
Porque se quiere, necesita y urge su contacto, porque el trauma de la pérdida de un hermano recae sobre el superviviente que observa, aguanta y espera hasta que su impaciencia y desesperación toman puerta, por no tener identidad propia y personal espacio donde moverse, crecer y formarse.
Porque la presión de quien desea lo mejor para ti llega a ser enorme, porque el anhelo de dirigir la existencia de quien se ama es imparable, porque evitar los daños, aplanar el camino y guiar en la ruta correcta forma parte del materno instinto, ese furor, fuerza y resistencia por velar y cuidar de quien no se deja andar solo pues no se ve la invasión, no se percibe el daño, únicamente se sabe que está vivo, sano y conociendo sus habilidades que, por supuesto, con los consejos, guía y ayuda de la madre lograrán que se convierta en el mejor hombre; que ello le haga feliz es pregunta que ni se cuestiona.
Helen Hunt se pone a la dirección de un trabajo de su puño y letra, idea serena y madura llevada a la gran pantalla con gusto y acierto, sabe elegir las escenas y enfoques para informar de la peliaguda y tirante relación madre-hijo, de sus enfrentamientos, cavilaciones y competencia dialéctica de quien motiva y de quien se siente asfixiado, todo ello sin desganar ni aburrir, dos enfoques contrarios para quienes hablan sin parar, pero nunca logran comunicarse.
La idea es grata, atractiva y está formulada con inclinación de ofrecer sin exceder, evita el sentimentalismo profundo aunque éste siempre esté presente en forma de constancia, fuerza de voluntad y añoranza por estar sin molestar, rechaza la lágrima por la entereza de quien sobrevive -que no supera, pues no es lo mismo-, los malos tragos de la vida y crea la solidez de un caparazón que por dentro se resquebraja y disuelve en pedazos, sensatez de ojo tras la cámara de quien demuestra juicio reflexivo con la pluma y las letras.
Es ágil aunque no corre, ligera sin prisas para exponer esa persecución de a quien se le escapa su retoño para acabar encontrando ese sitio donde parar, respirar y ser, porque Jackie quiere ser mamá para su hijo, y no el ejemplo adulto de lo que hay que evitar a toda costa.
Con toques de humor plácido, de relajación divertida, de romance superfluo, de tensión ardua, de conflicto familiar que envuelve a testigos presenciales crea una historia comedida pero valerosa, de enteros personajes cuidados según su exigua aportación, para complementar ese químico dueto de quien es experta actriz y de quien sólo debe dejarse llevar por la conducción de ella.
Es cine de televisión de sobremesa, o sesión nocturna de máxima audiencia, carne de DVD para alquiler aunque ello no quita que se disfrute plenamente, aporta la sensibilidad de un trauma no reconocido ni expuesto, con esa pauta ascendente de quien deja sus fobias y termina por no necesitar nada pues, cuando se está en paz con uno mismo, se es capaz de dejar que el hijo dirija su propia crónica de tramos insospechados y final inesperado, ya que debe crearla mientras la vive, y la madre observarla al tiempo que saborea la suya.
Es simple en su esquema, de uniforme previsto patrón cosido a su recorrido, pero logra ser simpática, agradable, mantener su bonachón carisma y ese aire de comedia para todos los públicos que no asombra, pero tampoco decepciona.
La búsqueda del hijo desemboca en el encuentro de uno consigo mismo, de paso se sueltan amarras, se relaja y divierte; tú también si sabes aspirar el placer de lo sencillo de ese prototipo común de argumento que, siendo básico y de comodín en sus elementos y recorrido, te sabe a gustoso postre para una velada distendida pero gozada, que permite a la cognición descansar sin malgastar la noche.
No es novedosa, el relato es ejemplo dual de formas distintas de entender la vida, reflejadas entre la ciudad de Los Ángeles y Nueva York, trata de hacer feliz a la audiencia, de entretenerla con afable inocencia; el guión expone celeridad vocal para, poco a poco, silenciarse y que la imagen tome el mando, dejar pasado para exprimir el presente, dejar de contestar al teléfono para mirarse a la cara sin necesidad de texto; la sonrisa surge, la comprensión aparece, el cariño se lo ganan y la resolución no deja de ser el punto sobre la i que marca que todo está correcto en su sitio, que no hay lamento por haberla escogido y que ha sido nutritiva su compañía para amenizar el espaciado tiempo.
“¿Qué te dijo tu padre?” “Se feliz” “Es la cosa más estúpida que he oído”, de ahí el aprendizaje de no vivir para trabajar, sino para deleitar cada segundo del día lo máximo que se pueda.

Lo mejor, volver a ver a esta sólida actriz, que acapara cada fotograma con su firme presencia.
Lo peor, su argumento no deja de alimentarse de convencionalismos.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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20 de octubre de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda de que Helen Hunt ha sido y es una grandísima actriz a la que no se le has acado demasiado provecho y que ha tenido la mala suerte de haberse hecho mayor. Entiéndase la ironía. No hay demasiados papeles para las actrices cuando llegan a cierta edad y se ven con pocas salidas, y la que ha tomado Helen Hunt es hacer películas para protagonizarlas; pero también hay que decor que las dos que ha dirigido han sido manifiestamente han sido realmente mejorables.
En esta ocasión, nos presenta los problemas de una madre hiperprotectora (interpretada por ella misma) y su dificultosa relación con su vástago, su problemática convivencia, su complicada relación con su ex, con su trabajo y demás... así, con todos estos problemas, esta señora (madre coraje) se dispone a perseguir a su hijo desde Nueva York hasta Los Ángeles para reconquistar su amor y para ello también se pone a aprender a hacer surf, para tener algo que compartir con los gustos del hijo. Y claro, contrata a un profesor de surf, entre roce y roce, caída y caída... surge lo inevitable. Así, tal cual. Como suena. Así, nos encontramos que lo que pretendía ser gracioso, resulta grotesco y los diálogos que quieren ser ingeniosos terminan siendo forzados.
Esperemos que a Helen Hunt (a la que el tiempo no está tratando excesivamente bien, luego me enteré de que sufre una enfermedad) le vaya mejor en proyectos posteriores porque lo merece.
Ford Farleine
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28 de agosto de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para verla con palomitas ... y después de comer o tras la cena. Inconsistente y aburrida, es la típica película para sólo pasar el rato. sin más. Ni siquiera la presencia de Helen Hunt pone un grado más de interés en su visión.
RAGUEPE
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