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La saga de Anatahan

Drama. Bélico Josef von Sternberg dirigió, fotografió, escribió el guión y puso voz al narrador de esta película. En junio de 1944, siete soldados japoneses naufragan y van a parar a una remota isla del Pacífico (An-ta-han), donde pasan siete años. Los únicos habitantes de la isla son el vigilante de una plantación abandonada y su atractiva mujer. Pronto, la disciplina desparece y se impone la lucha por el poder y por la mujer. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
6 de marzo de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la segunda guerra mundial, un grupo de soldados japoneses ha naufragado en la isla Anatahan y allí permanece, desde el 12 de diciembre de 1944, cuando se produce el incidente. La espera por su rescate es inútil y los hombres permanecen largos días con una metralleta –su única arma- mirando hacia el horizonte a la espera de un enemigo que nunca aparece.

Sus días se vuelven entonces una rutina de buscar que comer, cantar unidos bajo las palmeras, y esperar paciente e inútilmente a que alguien se acuerde de ellos… hasta que, a sus vidas, llega la esperanza y el deseo vestido de mujer llamada Keiko. Ella y su esposo Kusakabe son los únicos habitantes de la isla, y para suerte de los soldados, se trata de una chica atractiva y decididamente coqueta. Dicen, que obedecer al marido es la primera virtud de una japonesa… pero, no es esa precisamente la mayor virtud de la sensual y descalza muchacha, quien se contonea y se exhibe dispuesta siempre a despertar el fuego en aquellos reprimidos militares.

Así, Anatahan se convierte en la isla de los deseos, y esto traerá consigo una lucha en crescendo cada vez más peligrosa, porque cada hombre ansía ser el rey de aquella irresistible Abeja Reina.

Escrita, fotografiada, narrada y dirigida por Josef von Sternberg, “LA SAGA DE ANATAHAN” resulta un filme exótico y singular en la carrera de un artista que hizo grandiosas películas, pero que, cansado de la prepotencia de los productores hollywoodenses, decidió marcharse un día. Y por el gusto de seguir haciendo cine, se interesó de pronto por esta particular aventura realizada en un estudio construido en Kyoto, con equipo y actores japoneses.

La protagonista, Akemi Negishi (1934-2008), fue descubierta por Sternberg danzando en un cabaret nocturno y de inmediato sintió que era el tipo de mujer que precisaba para su personaje. Desde este debut, muchos directores se interesaron en la chica, pero, fue quizás Akira Kurosawa, quien más se interesó en ella, pues la tuvo en cuatro de sus películas (“Crónica de un ser vivo”, “Los bajos fondos”, “Barbarroja” y “Dodes’ka-den”).

Estamos ante un filme que habla, con precisión, de aquellas pasiones que, cuando se salen de su cauce, pueden convertirse en una guerra interna que luego desata el olvido de toda regla y fuerzas incontenibles capaces de hacer mucho, pero mucho daño. Sternberg seguía pensando que el diablo es una mujer. Y párenle bolas al decantado final, pues contiene ironía de la mejor clase.
Luis Guillermo Cardona
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5 de febrero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es de admirar que la película tiene muy pocos diálogos (casi todos en japonés y sin traducción) aparte de la voz en off del director, lo cual no es óbice para que el espectador vaya construyendo el carácter de buena parte de los involucrados en esta historia.

Parece que los hechos sucedieron pero más allá de eso es totalmente creíble la forma como van ocurriendo las cosas. Bien por el maestro Sternberg.

El título hace referencia al nombre de la isla ubicada en el archipiélago de las Marianas, en medio del gigantesco Pacífico.
Edmundo
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