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La Marsellesa

Drama La Revolución Francesa vista a través de los ojos de sus participantes directos (desde los campesinos hasta el propio Luis XVI) es el tema de este drama de época dirigido por el maestro Jean Renoir. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
29 de marzo de 2007
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tuviera que describir la película en dos palabras estas serían optimista y campechana.
Optimista porque representa la Revolución Francesa como una esperanza para el maltratado pueblo francés tras siglos de opresión feudal, evidente pararel·lismo con la situación en la Francia en la que se estaba rodando el film, donde el Frente Popular también acaparaba ilusiones. En los temas peliagudos de la Revolución, como el Terror, el film pasa de puntillas aunque sí aparecen reflexiones de los desposados nobles franceses en el exilio.
Es también una película campechana por el carácter popular de la misma y de sus protagonistas, unos personajes sencillos, despreocupados y alegres que encajan con el ambiente optimista señalado, y además bien interpretados.

Por lo que resta, las actuaciones de los secundarios estan también bien llevadas, la música es aceptable y la recreación histórica digna aunque quizás se cae en tópicos al representar a Luís XVI.
Komu
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21 de noviembre de 2009
22 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Renoir realizó este film durante 1937. En ese momento la Guerra Civil asolaba España y en Francia la situación política no estaba tampoco muy clara. Gobernaba el Frente Popular y se temía que los partidos de derecha pudiesen intentar un golpe de estado con el apoyo de Alemania. Así que el gobierno se propuso realizar una cinta de tono propagandístico que apelara al patriotismo, pero al mismo tiempo no se olvidase su carácter de izquierdas. Y nada mejor que una Revolución que acabase con un régimen tiránico.

Es paradójico que Renoir fuera el encargado de este avivamiento del patriotismo galo, pues él fue el máximo exponente del movimiento social pacifista que se dio en la Francia de entreguerras gracias a su película "La gran Ilusión", pero como se suele decir: la vida da muchas vueltas. Lo que está claro que esta soflama patriótica no sirvió de mucho. Al año siguiente de su estreno la firma del pacto Molotov-Ribbentrop convirtió a los nazis en los nuevos amigos de los comunistas. Y en 1940 los alemanes desfilaban triunfalmente por Paris tras el hundimiento de un desmoralizado ejército francés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Major Reisman
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9 de junio de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá de los primeros momentos revolucionarios, que el director apenas toca, la acción se centra a mediados de 1792 cuando, por la presión de los emigrados en la frontera austriaca, la Francia revolucionaria corre peligro de ser invadida por las tropas que comanda el general austriaco Brunswick, quien había amenazado con arrasar París si peligraba la vida del rey Luis XVI y de su esposa Ma. Antonieta [tía del emperador de Austria]. Ante el peligro, una compañía de voluntarios de Marsellas se ponen en camino hacia el norte, cantando su himno de la marsellesa, y en París tiene una cumplida visión de la movida del país y las dificultades que pueden presentarse a los patriotas. El conflicto estalla cuando el rey persistiendo el veto a las leyes es requerido por la Asamblea Nacional y la turba invade el palacio de las Tullerías, residencia real, que es defendido a sangre y fuego por la guardia suiza. El final de la película da un esbozo de la preparación de la batalla de Valmy donde se va a decidir el futuro de la revolución y la suerte del rey, que será ejecutado en enero de 1793, acusado de traición.- Interesante obra coral de grandes movimientos de masas, muy temprana del cine, en la que el autor con pocos medios técnicos deja el claro mensaje de la necesidad de defender la nación frente a un peligro inminente. La película está realizada en 1938 cuando Francia está a dos pasos de entrar en la II guerra mundial. El peligro nazi está a las puertas.
montipito
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6 de agosto de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas que dirigió Renoir en los años 30 escenifican la unión entre miembros de distintas clases sociales, siguiendo la llamada programática a la unidad del Frente Popular. En una obra como La marsellesa, esa unión no forma parte de la trama, por razones obvias, pero sí del punto de vista de la narración: la misma o mayor importancia tienen aquí algunos anónimos participantes del batallón de Marsella que el rey Luis XVI y María Antonieta; mientras que Marat o Robespierre aparecen meramente citados.

El rey (cuyo retrato empieza en la caricatura pero acaba tomando profundidad, hasta acabar en un final emocionante) está interpretado por Pierre Renoir, el hermano del director; mas se diría que el inconsciente de este se siente menos unido a esa familia “real” que a la de su elección -la del pueblo, simbolizado en la pareja de ciudadanos marselleses Arnaud y Bomier. En la despedida final de ambos, “Adieu, mon frère”, se encuentra la verdadera mirada fraternal de Jean Renoir.

Más tarde Arnaud compara la búsqueda revolucionaria de la libertad con el juego de la seducción de una mujer, a la que aún no se posee como amante pero que ya es consciente del deseo que despierta. La película destaca por su capacidad para expresar ideas abstractas mediante este tipo de formulaciones concretas, y también por su atención a los detalles de realidad cotidiana que se filtran entre los sucesos de la “gran historia”, desde la referencia a la estación y técnica de caza de los mirlos al inicio, hasta la discusión de los marselleses en París, que ven cómo se agotan sus víveres, sobre el valor gastronómico de las patatas.

En esa discusión, el dictamen final lo realiza el pintor revolucionario Javal (en quien acaso, más que en ninguna otra de las criaturas, se encarna la voz del autor), enrolado entre los partisanos marselleses de la primera hora (que toman la fortaleza de If), y que justifica su retraso en el alistamiento posterior para la marcha a París relatando que había estado en Avignon, haciendo un gran cuadro histórico sobre la muerte de César por Bruto, en el que aparecían 1500 ciudadanos, “cada uno de ellos claramente reconocible”: no cabe mejor metáfora para expresar las pretensiones y logros de esta película de protagonista colectivo, didáctica y dramática, refinada y popular, que concede voz a todos los bandos y un rostro concreto a todos sus miembros.

No puedo terminar sin un reparo: el encanto indiscutible de La marsellesa pertenece a otra época que ya no es la nuestra, y su visión de la revolución peca de ingenua, al obviar sus elementos negativos e irracionales: el periodo del terror resulta, no sólo ausente, sino inexplicable a partir de ella.

navegandohaciamoonfleet.wordpress.com
el pastor de la polvorosa
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20 de enero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crónica de la Revolución Francesa vista desde el interior de la misma en todos sus estratos sociales: desde el campesino común hasta el propio Luis XVI.
Renoir desmitifica y data de fluido humanismo al relato histórico alejado de toda ampulosidad y fariseísmo; durante su primera parte especialmente, es un espectáculo brillante, regado de humor ligero y armónicos diálogos, con personajes memorables. Decae en su segundo tramo bastante, pero queda como un notable fresco acerca de un momento crucial de la historia de Francia, dónde el maestro trata por igual a todo el mundo y con cotas en la narración de la caída de un rey y de la decadencia de la aristocracia realmente sobresalientes.
kafka
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