La pradera sangrienta

Nos encontramos ante un western sencillo de forma pero filmado con buen criterio gracias a la mano del prolífico director L. Selander que casi siempre era capaz de sacar el máximo partido a cualquier relato.
Y con austera economía de medios.
Pero en esta ocasión se manifiesta tan austera que resulta inevitable descubrir un quehacer rutinario, algunas situaciones resueltas sin mucha imaginación y evidentes componendas de compromiso para dar una salida fácil al argumento.
El guión tampoco le favorece.
Película irregular pero que se ve con cierto agrado porque, en el fondo, la historia posee vigor.

Tres cabalgan juntos y cada uno busca una cosa. El marshal Clay Hardin (Hayden) vengar a su ayudante y amigo, Abby (De Carlo) rehacer su vida y Red Carlton (Scott) cazar sus recompensas y tratar de pescar en el río revuelto de las relaciones de sus compañeros de cabalgada.
Extraño western que arranca trepidante con una cobarde encerrona y sigue con una no menos extraña ruptura entre Clay y la bella Aletha (Greene) por abandonarla para perseguir a los asesinos de su amigo.
Claro que enseguida se cruzará por el camino una imponente Abby (De Carlo). Acostumbrados a verla con lujosos vestidos aquí la encontramos ataviada como un hombre, ajustados pantalones y camisa bien abierta. Despampanante, como siempre. Un reclamo para los espectadores como se aprecia en el cartel de la cinta.
Guion deslavazado que mezcla asuntos sin mucho sentido. Incluso trae a colación a los indios de un tal Delgadito (Marion), que, vaya nombrecito para un jefe apache.
Lo mejor las relaciones que se establecen entre los tres personajes citados, cada uno con su propio pasado a cuestas. Largos silencios rotos de vez en cuando por frases rotundas, "Dicen que a un hombre se le conoce por como trata a su caballo. -O a sus pistolas", "Usted con esa insignia se siente un dios".
Rodada preferentemente en exteriores que recuerdan un poco las formaciones geológicas de Monument Valley.
Un buen western, original, con ese toque particular que sabía darles Selander.