Buenas vibraciones (C)

Jérémy Clapin mantiene una animación similar a la que utilizó anteriormente en Skhizein, si bien es cierto que es uno de los pocos elementos comunes que se encuentran. La animación es más alegre y muchísimo más colorida ya que, al contrario que en su trabajo previo, el humor gana un mayor protagonismo, dejando relegado a un segundo plano cualquier atisbo de temática filosófica que sí se podía intuir con mayor claridad en anteriores cortos del director. También es cierto que los toques de humor son más entretenidos que realmente divertidos, aunque hay que reconocer que el resultado final resulta lo suficientemente curioso como para dejarte con un buen sabor de boca.

Después de ver los previos cortos de un original Clapin, esperar este Buenas Vibraciones con cierta esperanza no era ninguna locura. La decepción sin embargo, es monumental.

Porque comparado con sus dos anteriores obras esto es anecdótico. La única evolución que podemos ver está en el apartado técnico, pero en cuanto a mensaje la cosa ha perdido demasiado. Aunque es difícil mantener el nivel, hubiera sido aceptable un cortometraje inferior a los anteriores, el típico cortometraje extraño y más personal que viene en la madurez del creador. Pero Buenas Vibraciones es una obra vacía de contenido, muy opuesta a lo que Clapin nos daba.