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El rojo en los labios

Terror. Intriga Una pareja de recién casados se alojará en Brujas, en el mismo hotel en que se encontrarán con la condesa Bathory y su sirvienta. A partir de ese momento, y rodeados por el misterioso halo que han dejado en la ciudad belga las muertes de jóvenes muchachas durante los últimos días, se desencadenarán una serie de inesperados sucesos. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
18 de julio de 2009
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el artículo publicado por Pilar Pedraza sobre vampiresas que se incluye en la estupenda antología "Imágenes del mal" (gracias Gilbert), la escritora se lamenta de la devaluación tan triste de la imagen de la vampiresa en función de las infames producciones semilésbicas de la Hammer, destinadas más a poner cachondo al respetable, que en elaborar una réplica femenina decente de la terrorífica figura del señor de los murciélagos. A la visión tan retrógrada del género contraponía sin embargo esta curiosa producción belga. En efecto, en "El rojo en los labios", tenemos las constantes del cine de vampiresas setentero y por supuesto no falta el erotismo lésbico, pero el tratamiento que se le da al filme es ciertamente distinguido y el personaje de la vampiresa -una elegante Delphine Seyrig- exhibe un hermoso sentido del sadismo que la eleva por encima del camp guarrillo de las chicas de la Hammer.

La historia narra el encuentro de dicha vampiresa, una descendiente de la famosa condesa Báthory y una pareja de recién casados: él, un chico de familia bien con extrañas costumbres sexuales y ella, una chica jovencita, ingenua y profundamente enamorada de su marido. La bella condesa se prendará de la chica y empezará un proceso de seducción con la reluctante ayuda de su criada y amante, Ilona. Este encuentro es, en cierto modo, la metáfora de la evolución de la joven desde una sexualidad, digamos, normal hacia las decadentes artes de lo prohibido, es decir, el safismo y el sadomasoquismo, eso sí, siempre muy mórbido, femenino y sugerente.

Película más de atmósfera que de terror en sí, "El rojo en los labios" es quizás de lo mejor que puede encontrarse en materia de vampiresas y si no sube de una nota interesante es por la nefasta interpretación de Danielle Ouimet (como la virginal novia) y por la sarta de tópicos que tan difícil parece evitar en este tipo de cine. Tampoco funciona bien por el lado erótico, ya que las escenas resultan pelín grotescas y difícilmente pondrán brutote a nadie a menos que se tengan unos gustos cuanto menos sanguinarios en materia libidinosa.

Bastante decente de todos modos; te hará pensártelo dos veces antes de hacer un viaje por los Países Bajos.
Neathara
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5 de mayo de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la espléndida “The Overlook Encyclopedia. Horror”, de Phil Hardy, de Overlook Pr, New York, que es una enciclopedia sobre el cine de terror, no editada en España que abarca desde primeros años del cine hasta casi mediados de los años noventa, al menos en su tercera impresión que es la que tengo, reúne a todas las nacionalidades posibles, y de las fotos seleccionadas, incluían una de este film, similar a la cartelera, en la que aparecen Delphine Seyrig y Danielle Ouimet. Nunca leí su reseña por temor, porque el fallo que posee esta gran enciclopedia es que está plagada de “spoilers” sin piedad. Es algo que no entenderé y que los americanos hacen mucho, (y que por aquí empezamos a imitar), que para comentar algo no hace falta destriparlo, pero bueno... El caso es que al leerla, que era un “spoiler” como me olía, descubro algo en lo que coincido plenamente y más adelante comentaré.

“El rojo en los labios”, cuyo título para su explotación en vídeo en España se transformó en “Criaturas de la noche”, en su día, con la censura en vigor, fue imposible que se estrenara. Con el paso de los años, tampoco llegó a todas las ciudades, y en la actualidad, aunque goce de la calificación de “película de culto” en Europa o parte de América, entre nosotros, sigue siendo casi una desconocida y, en círculos de aficionados, está minusvalorada. No es que sea una obra maestra, pero desde luego merecería mayor reconocimiento ya que es notable y tiene su valía.

“Les lèvres rouges” es una película inusual en muchos aspectos. Con la eclosión en los años setenta de vampiras lesbianas, donde no había hueco para la insinuación y siendo en muchos casos una excusa para lucir palmito, surge este film de Harry Kümel, quizás un poco por casualidad.

Sin tener presupuesto para ambientarla en el siglo XVI y desarrollar la historia de la condesa Erszébet Bathori que encargó el asesinato de centenares de vírgenes para bañarse en su sangre, como el curioso film de Jorge Grau rodado un par de años despuès con Lucia Bosé, se decidió ambientarla en época actual.

Con un logrado ambiente fantasmal en un lujoso y solitario hotel (mezclando un hotel de Ostend y otro de Bruselas), rodeándose de un precioso vestuario de Bernard Perris, Cinelli o Marie- Paule Petignot entre otros, una dirección artística llevada a cabo por la cantante Françoise Hardy, la fotografía de Eduard van der Enden y la estupenda banda sonora de François de Roubaix, dan forma a un original y sugerente film, proporcionando un ambiente sofisticado y glamuroso nada habitual en el género.

Y como contaba al principio del comentario, es cuando descubro con sorpresa al cabo del tiempo y con total convicción, que “inspiró bastante” a Tony Scott cuando rueda doce años después “El ansia”. Aunque el film de Scott se base en una novela Whitley Strieber de primeros de la década de los ochenta, hay entre ellas demasiados paralelismos innegables.

Harry Kümel firma el guion con Jean Ferry y Pierre Drout, aunque sin acreditar parece ser que estaban también Köhler y Amiel, al menos, a pesar de ciertos baches, hacen un buen trabajo, administrando bien su porción “gore” y sexual, pero con mucha distinción.

Kümel, que no estudió cine, provocador y polémico personaje, en el rodaje un día protagonizó un lamentable episodio: en una discusión con Danielle Ouimet, que encarnaba el personaje de Valerie, le arreó un bofetón. Su compañero, John Karlen que hacía el personaje de Stefan, no dudó en defenderla, proporcionándole un fuerte puñetazo en plena cara. Desde entonces mantuvieron a Kümel a raya, pero la tensión en el rodaje se podía cortar con un cuchillo.

Los actores hacen una buena labor, que suponemos tampoco fue fácil, coronados por una bellísima Delphine Seyrig como la condesa Elizabeth Báthory. Musa de genios, preparada en las mejores escuelas y figura imprescindible del feminismo más intelectual, estuvo a punto de rechazar el papel, que finalmente acepta por recomendación de su compañero Alain Resnais, que la anima porque el guion le parecía visualmente un cómic.

Un cómic, lo que en realidad es un cómic no es, pero sí es cierto que visualmente, por todo lo expuesto y sin pecar de rollo “camp”, es una elitista y encantadora fotonovela, donde hay mucha sugerencia, belleza y sensualidad. El estreno le proporcionó a Kümel el poder rodar seguidamente su película más extraña, y para mí, más espesa aunque más lograda, “Malpertuis”,que sí nos llega con más copias (con el mismo retraso) en cines en versión subtitulada, y donde Orson Welles era quien tenía firme y a su merced a su director.

“El rojo en los labios (Les lèvres rouges)” es un cine vampírico sin colmillos, que se aproxima, y no por snobismo, si no por afinidad al planteamiento, a un cine de autor, pero que deben ver los seguidores del género que sean menos prejuiciosos y sin miedo a propuestas menos comerciales.

Paso brevemente al spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
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9 de febrero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante y sobre todo pero que muy curiosa coproducción entre Bélgica, Alemania y Francia, sobre el inmortal real personaje de la condesa Bathory, pero trasladada a los tiempos actuales (bueno, a los años setenta, que es cuando se rodó el film).
En el plano técnico tiene sus mejores mimbres, con una exquisita y elegante puesta en escena, preciosa fotografía a toda pantalla y una tenue y envolvente banda sonora. Todo ello de calidad contrastada. Otra cosa es su guión.
Y es que este no digo que no resulte esforzado. Está escrito entre cuatro personas lo que indica que hubo trabajo, pero quizás por ello el resultado final sea de no convincente por cuanto a mi se me antoja que peca de demasiado ambiciosa, quedándose al final en un logro parcial.
Y es que el ritmo es lento, a veces, sobre todo por la mitad, las escenas quedan como excesivamente alargadas, aunque necesarias para que vayamos viendo la seducción de los dos personajes femeninos a la pareja protagonista.
Lo mejor, sin duda, es el tercio final, con una excelente escena, la de la ducha y el enterramiento de un cadáver, rodado con sentido de la tensión y suspense.
El final, como no podía ser de otra manera, abierto.
Sí, la considero interesante, con un agradecido punto de morbosidad, refinado erotismo y melancolía existencial, pero al final se me queda una sensación de que podría haber sido mejor. Y es que, sobre todo debido al romo ritmo se me ha hecho bastante larga, cuando por metraje no lo es tanto.

https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Constancio
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4 de septiembre de 2011
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se sostiene porque comienza con una intriga que se va desplegando muy lentamente con ingredientes sexuales (aunque las escenas de sexo sean pacatas) y por las imágenes de Ostende y Brujas.
La actuaciòn de la bella joven recién casada es notablemente mala. La trama es inconsistente y puede advertirse que el film está recorrido por una misoginia que se hace evidente en la última imagen de la glamorosa condesa.
La adenda final es un lugar común que remata el nivel de la pelìcula. Absolutamente prescindente
DELIAH
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11 de junio de 2012
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pareja de recién casados a los que vemos en una escena softcore dando rienda suelta a sus pasiones en el coche cama de un tren, el, parece ser que descendiente de una familia de linaje que se muestra reticente a hablar a su familia de su reciente enlace con una plebeya, y ella, una atractiva rubia que también parece ser no conoce muy bien al perturbado e imbécil con el que se acaba de casar, llegan a un hotel en el que se alojan para pasar la noche antes de seguir viaje a su lugar de destino, que parece ser es el lugar de residencia de la madre del marido.

A ese mismo hotel llega una enigmática, elegante, y atractiva rubia, envuelta en un halo de misterio y acompañada de una atractiva morena a la que presenta como su secretaria, mujer que el pasmado conserje del hotel identifica como una tal Condesa Bathory que se alojo en ese hotel cuando él era botones (échenle unos 40 años atrás) con exactamente el mismo aspecto que luce en ese momento.

Condesa Bathory, matrimonio rarito, 4 recientes muertes de mujeres desangradas en una bella y brevemente retratada ciudad de Brujas, y un detective retirado investigando, con estos ingredientes cabria esperar una buena película de terror que justificase el halo de película de culto que parece ser ostenta; pues bien, para empezar olvídense del terror, gore (el marido cortándose levemente con la navaja de afeitar, un muñeco ensartado en una rama al final del metraje, y poco mas), y momentos vampíricos que se supone deben acompañar a una trama con la condesa sangrienta de por medio, lo que aquí tenemos es uno de esos ejercicios de estilo que al otro lado del charco algunos etiquetan como "europeo" (tanto en términos peyorativos como de admiración), atmósfera turbia y sensual (ma non troppo), algún que otro desnudo de señoras de muy buen ver y toque soft lésbico, y una trama plagada de cabos sueltos y situaciones pretendidamente morbosas; interesante y hasta si me apuran fascinante en cuanto a lo original de su enfoque cinematográfico, con ese rojo brillante impregnando múltiples escenas, esos fundidos en rojo que parece ser que deben provocarte un, "¡oohhhh" que bello", pero que a los que se acerquen esperando una interesante historia de terror, defraudara en grado sumo y puede que como en mi caso piensen "de culto seguro que es, hay gente pa todo, pero conmigo que no cuenten".

Delphine Seyrig, Andrea Rau, y Danielle Ouimet (Bathory, secretaria y recién casada) muy, pero que muy guapas, y en el caso de las 2 últimas generosas en mostrar sus encantos, Delphine Seyrig, por aquel entonces pareja de Alain Resnais, muy recatada.

En resumen, como batiburrillo "arty" no seré yo el que diga que los que la califican de "culto" esten errados, pero desde luego como película de terror con la condesa Bathory de por medio, un supino castañazo (eso sí, germano/franco/belga).
tiznao
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