Honeyland

El documental más premiado del año pasado, que inició su recorrido por Sundance 2019 (donde cosechó 3 premios), y ha llegó al final de la temporada logrando 2 nominaciones al Oscar como Mejor Documental y Mejor Película Internacional, por Macedonia (era la que debía ganar a mejor documental). Es una maravilla de documental. Dirigida por un par de cineastas, quienes pasaron 3 años en Macedonia del Norte documentando la vida de la apicultora salvaje, Hatidze, considerada la última mujer recolectora de abejas de Europa. Hatidze cría colonias de abejas en unos cestos hechos a mano que deja escondidos entre las rocas. Sin protección ni ayuda, es capaz de amansarlas para poder extraer la miel y venderla en la capital. Esa iba a ser la documentación inicial, planeada como un cortometraje documental, pero pronto se encontraron con la llegada de unos vecinos que se instalan perturbando la paz de Hatidze y sus abejas, y del entorno en general, porque es una familia nómada grande con varios hijos con una actividad comercial activa, basada en ganado, agricultura y pronto al padre se le abren los ojos con la actividad de la apicultura, la cual Hatidze le enseña, además de acoger con cariño a la familia completa, pero pronto le pasará factura. Es un documental muy curioso, muy poco usual en las formas, ya que parece estructurado como un largometraje de ficción, y las personas y su naturaleza son tan bien exploradas, expuestas y estudiadas que sorprende. Es un documental tremendo y despiadado, que en su sencillez dice más que lo que han dicho otras películas y largometrajes sobre el equilibrio ambiental y la depredación del ser humano sobre la naturaleza. Pero también está muy bellamente filmado y deja una pequeña luz de esperanza dentro del horror. Tiene una excelente fotografía y está muy bien editado. Es un jalón de orejas a la humanidad con un tremendo ejemplo. Un documental estupendo y de las mejores películas del 2019 (no solo documentales).

Ni una sola voz en off, ni un solo testimonio, y la cámara se mete hasta lugares tan íntimos, muestra tanta avaricia indisimulada, que asemeja algo planificado, algo pactado con los lugareños. Pero no, cada cierto tiempo sucede que se alinean los astros y el azar para dar lugar a documentales observacionales tan insólitos que parecieran ficción. Recuerdo que en 2001 sucedió con “En construcción”; en 2012, con “The Act of Killing”; en 2017, con “Of fathers and sons”. Y, en 2019, sucedió también con “Honeyland”.

En un principio iba a centrarse en la región del río Bregalnica (Macedonia), que varía su curso cada diez años y obliga a los asentamientos circundantes a cambiar sus ubicaciones; una muestra poco común de convivencia armónica con la naturaleza. Pero los realizadores, durante la búsqueda de localizaciones y colaboradores rurales, conocieron a Hatidze, una apicultora perteneciente a la minoría turca que vivía en una pequeña aldea abandonada recolectando unas pocas colmenas naturales y que, como obliga la tradición de su pueblo a la mujer menor de la familia, debía ocuparse de su anciana madre agonizante hasta los últimos estertores. Decidieron convivir con ella durante tres años y centrarse en su crónica, haciendo auténticas filigranas para poder rodar sin disponer de fuentes eléctricas en varios kilómetros a la redonda y para convencer a los habitantes del lugar de mostrar sus vidas sin adornos.
Este cambio de rumbo improvisado, y la suerte de los acontecimientos que sobrevinieron —que no desvelaré para no hacer demasiado spoiler—, dotaron al trabajo de muchas más dimensiones (humana, social, familiar, cultural, costumbrista), incluso potenciaron el mensaje ecologista inicial al convertirse en un reflejo del desequilibrio que ocasiona la egoísta explotación que hacemos de los recursos.

“Honeyland” es alimento para el alma, del que ayuda a no perder el foco, a mantener el contacto con la realidad, a replantearse nuestro lugar en el universo. Debemos atesorar estas rarezas. Se han convertido en algo casi tan excepcional e inesperado como irse una noche al campo a grabar las estrellas y terminar registrando un contacto alienígena.

P.D.: Parte del dinero de los premios obtenidos se destinó a comprarle una casa a Hatidze y a la escolarizaron de los menores que aparecen. Todo lo relacionado con esta cinta es inusual en el mundo del documental.

Honeyland.

Sobre un panal surge la armonía; perfecta danza melosa celebrando la vida.

Honeyland tiene un algo pervertido. Te hace sentir que espías por una rendija la cotidianidad de otras personas de manera obsesiva y a la vez complice. Tal es el poder de cada frame. Una fotografía barroca y decadente que crea auténticas obras maestras dignas de los mejores museos.

Honeyland es un acto necesario que dibuja en calco la realidad de lo humano con la naturaleza.

Las relaciones de familia.

Lo rural y lo modernizado.

La economía.

Vivir.

Hipnótico. Así resulta este documental poderoso en tierras de los Balcanes, que sucede entre las montañas remotas del país de Macedonia del Norte. El espectador, cómplice cercano de una mujer y su madre, podrá vivir, sufrir y juzgar la realidad rural de unas personas que distan de principios morales conviviendo bajo el mismo cielo.

El ejercicio etnográfico implícito en el acompañamiento de las rutinas, de la mano de una cámara y un micrófono, expone realidades, invita a la reflexión sobre la condición humana frente a la tradición, y genera incertidumbre sobre la relación del hombre y la naturaleza.

La postura de los realizadores frente a esta obra, parece entenderse a través del montaje, dándole la oportunidad al espectador de sacar sus conclusiones. El antes, durante y después de la aparición de los nuevos habitantes permiten construir un relato profundo y sensible sobre la vida, la familia y la naturaleza.

Documental macedonio que expone la vida de Hatidze, la última mujer recolectora de abejas de Europa.

Ella es una mujer de mediana edad, que vive con su anciana madre, en una cabaña de piedras en el medio de la nada, en una zona rural entre montañas. Se vale de medios artesanales para criar colonias de abejas y vender su miel en la capital, respetando ciertas reglas de la naturaleza. En un momento se muda cerca suyo una familia numerosa, que se dedica principalmente al ganado, aprenden de la protagonista su oficio y lo suman a sus actividades, pero sin ningún tipo de cuidado.

Una bella metáfora que enfrenta a una persona, cuyo estilo de vida se basa en el respeto para con la naturaleza, con la modernidad y la codicia, que pueden destruir no sólo su existencia, sino la humanidad; desde los más chico a lo global.

Por si lo anterior fuera poco, visualmente es EXTRAORDINARIO. Una fotografía de una hermosura sublime.