Este es un buen ejemplo de cómo el cine nos ha mal acostumbrado a que las películas animadas deben satisfacer a un público adulto.

En esta secuela del film de 2017, los hermanos Templeton ya son adultos, Tim es un amo de casa que tiene dos hijas y Ted es un empresario exitoso pero solitario. Las vueltas de la vida han hecho que se distanciaran, pero un nuevo caso de “baby-espionaje” los volverá a unir. Mirá lo que será el nepotismo que ahora la más chica de la familia, Tina, es la nueva jefa de esta especie de CIA en pañales, y es ella quien les da una fórmula para convertirse en niñatos de nuevo y de esa forma infiltrarse en la escuela de un personaje que pretende volver malos a todos lo bebés.

Yo fui uno de los que disfrutaron mucho de la anterior entrega, por eso me decepciona bastante que ésta no esté a la altura, ni de cerca. Parece que no se les cayó una idea a la hora de escribirla, o tal vez eran muy pocas las cosas que podían utilizar y ya las agotaron. Antes había mucha creatividad a la hora de formular motivaciones y conflictos, ahora ya acuden al simplismo más grande y ni se gastan en explicar cambios (no entre capítulos, sino dentro de esta misma historia).

Todas esas falencias narrativas son camufladas con una gran cantidad de escenas adrenalínicas, persecuciones, peleas, escapes, gags (todo en un código infantil, claro), que hacen pasar rápido de una situación a la otra a través de la acción. Analizando todo esto uno puede darse cuenta de que en realidad ¡es una típica película para niños! Los desubicados somos los adultos que ahora le pedimos a todas estas que nos satisfagan como Citizen Kane.

No es más que una buena opción de entretenimiento para los más peques, y está perfecto que así lo sea. Sencilla, colorida y divertida.

PD: Alec Baldwin la vuelve a romper.

Quinta y última entrega (mmm...no lo sé, Rick…) de la franquicia más depuradora, violenta, aporofóbica y menos Hanekeana de todas.

Este episodio se centra en una pareja de mexicanos que migran ilegalmente a EEUU y se ponen a laburar en Texas. Uno de ellos trabaja para una familia blanca acaudalada, de la cual uno de sus integrantes es bastante xenófobo y no se lo banca. Bueno, y lo de siempre, cadena nacional, sirena y a matarse. Pero esta vez dura re poco y a ningún protagonista le pasa nada. ¡JA! Durante la noche, porque los supremacistas se pusieron de acuerdo y decidieron que la purga no se limite a 12 horas, sino que sea permanente. Ahora varios mexicanos y esta familia aria deberán aunar fuerzas para zafar de los loquitos.

Argumentalmente no hay demasiado para analizar. No solamente porque es escaso el material ofrecido en materia narrativa, sino que ya son descaradamente explícitas las alusiones que siempre se hicieron en la saga. Hay una evidente comparación a la era Trumpista (yo no sé si se filmó antes o después, pero varios personajes se parecen mucho a los que tomaron el Capitolio hace unos meses), así como la representación de estos fanáticos de derecha que no dan más con su odio y xenofobia. Aunque no se trata de una película “anti-blancos”, pues con la familia principal retratan al de mente abierta que demuestra que la solución estaría en la unidad y la superación de prejuicios.

Todo lo importante de la trama pasa en menos de medio film, después es puro escape, tiros y bla. No se desarrolla nada, ni siquiera personajes o tramas que puedan ir insinuando aparecer, incluso el enfrentamiento final es muy abrupto. Pero bueno, tal vez es lo que su público va a buscar. Las escenas de acción, aunque ya gastadas, están bastante bien ejecutadas, destacándose un plano secuencia en el medio de un El Paso devastado que quedó muy prolijo.

Probablemente los primeros fans de la franquicia (los que se excitaban imaginando un día de purga) hoy estén decepcionados diciendo que esto es puro mensaje progresista, pero tal vez había que ser así de burdos para que no malinterpreten el mensaje. De todos modos no da para más que pasar un rato vertiginoso.

No es secuela ni remake. Viene a ser como una adaptación Centennial de lo que fue la primera versión para los Millennials.

Luego de un prólogo con escenas de la infancia de LeBron James (sí, ya empieza a repetirse, pero no nos quedemos en eso porque nos quejaríamos durante toda la película), vemos cómo él tiene ciertos problemas de comunicación con uno de sus hijos, a quien no le cabe mucho el deporte pero se siente presionado a seguir los pasos de su padre. Un día los dos van a los estudios de la Warner y un algoritmo los abduce para quedar atrapados en una especie de espacio cibernético. Para salir obviamente deberán jugar un partido de basket y la superestrella de la NBA formará equipo con los Looney Toones.

Como verán la trama se presenta sencilla y repetida. En lo que difiere a la anterior es que esta vez es el jugador quien necesita de los dibujos. Y así como la primera refleja su época en cuanto a tono (humorística, cholula, familiera), ésta es bien Centennial, carece de un guion coherente o sostenido para dar paso a un bombardeo de estímulos audiovisuales constante. Eso sí, para que los más grandes no nos quedemos afuera, nos llena de referencias para tocarnos la nostalgia. De hecho no sé si no vale más la pena dejar de prestarle atención a la trama para identificar los easter eggs.

Son entretenidas y a veces divertidas las escenas de reclutamiento, ya que vemos a los distintos personajes animados inmersos en diferentes éxitos del estudio, desde Casablanca hasta Mad Max: Fury Road. Con muy poco a Don Cheadle le alcanza para ser lo mejor en un film que necesita caricaturizar a LeBron la mayoría del tiempo para disimular su pésima actuación y falta de carisma (sí, ya sé, no es actor, pero ¿para qué se mete?). Y el partido es más o menos igual que el anterior, las locuras de nuestros amigos pueden más que la habilidad de los rivales, pero es bastante jocoso (aunque extenso). Ah, el chiste en el entretiempo es el más valioso.

En definitiva termina siendo un catálogo de todos los productos de Warner y HBO… ¡Los mismos que podrás encontrar disponible ahora en la nueva plataforma de streaming! Aaaaah, claro…

Como las películas de matones están garpando mucho, se ve que aprovecharon para hacer un collage de estilos y sacaron esta nueva con otro tipo de perspectiva.

La cosa arranca con una asesina a sueldo re pulenta que se tiene que borrar porque le tienen el rancho rodeado, así que desaparece dejando en banda a su hija adolescente. La piba crece y sigue los pasos de la madre, es la sicaria de una organización bastante grosa. Un día un laburo sale medio mal, se queda con una borrega de lastre y sus empleadores ahora la convierten en objetivo, así que tiene que andar enfrentándose a un par de bandas, y para eso hace equipo con otras experimentadas asesinas que son más de la onda freelance.

En primer lugar es obvia la referencia a John Wick, pero más que nada por un tema de contemporaneidad, y en el hecho de que las organizaciones criminales tienen lugares comunes con sus propias reglas. Pero también hay algo de Léon (sin la cosa incestuosa) y, a pesar de no ser tan conocida, mucha similitud estética con Terminal (2018). Hay una mezcla estilística entre el Pin-up y el Otaku medio retro, a pesar de ocurrir en la “actualidad”, este universo tiene mucho de esas dos culturas, cafeterías de carretera tipo ‘50s, moda bubble gum, artículos ochentosos y luces de neón al estilo Akihabara. Junto a la super saturación hacen un combo atractivo.

Argumentalmente es bastante sencilla y convencional, pero está bien tratada a pesar de su previsibilidad. Lo interesante es el simbolismo utilizado para su bajada de línea feminista (aclaración: no lo digo en sentido despectivo como la mayoría lo hace), como el hecho de que las armas que tienen para defenderse las encuentran en libros de famosas escritoras activistas (sin spoiler, lo ves en el trailer). Claramente es una puesta en escena del fem-power por más que les pese a muchos, pero está bien, si fuese protagonizada por hombres no se quejarían. De hecho a quienes les disgusta no es por cómo esté realizada, sino por el tema que trata.

Una entretenida de tiros y bien hecha, con onda y visualmente bella. Y sí, la protagonista es Nebula y su madre Cersei Lannister.

Y se acabó lo que se daba. Con la menos lucida de sus entregas nos llega este digno cierre de una trilogía que como entretenimiento está más que aceptable.

En esta última parte, la protagonista tiene una especie de viaje astral que la lleva a experimentar los sucesos que vivió la célebre Sarah Fier en 1666 y que dieron origen a la maldición que todavía azota al pueblo de Union (condado de lo que hoy es Shadyside y Sunnyvale). En este primer asentamiento colonial volvemos a ver a todo el elenco de los dos episodios anteriores, quienes se enfrentan a una serie de acontecimientos extraños que terminan en una caza de brujas, obvio. Con toda esta información obtenida, volvemos a 1994, donde los sobrevivientes harán lo posible para terminar con esto.

Si la onda era seguir el juego de sus predecesoras, buscando referencias en otras películas, uno esperaría en la primera mitad algo similar a The Witch, pero es tal vez muy reciente. Si bien hay similitudes estéticas con ésta y algunos homenajes a films como The Village, la verdad es que tiene más un estilo propio. A excepción de un caso particular que sirve de conexión con el resto de la historia, esta parte casi no encaja en el género de terror (mucho menos el gore de la 2) sino más bien un drama social con algo de suspenso, thriller quizás.

Es un giro satisfactorio el que nos lleva de nuevo a 1994, no lo llamaría predecible sino esperable o lógico al ver cómo se van dando las cosas. Aquí tanto estética como temática vuelven al estilo del primer episodio y todo se resuelve muy a lo Stranger Things (con un poco más de sangre). En general zafa, argumentalmente cierra bastante bien.

Podría criticarse el casting, actores y actrices que para los sustos adolescentes pueden ir bien pero que en las escenas más serias muestran sus falencias, o el empecinamiento en tratar de trasladar ciertas actitudes más actuales a otras épocas. Y ojo, no hablo de las situaciones “problemáticas” que trata, pues eso existió siempre, sino la forma de enfrentarse a ello, ahí pierde en verosimilitud.

En fin, aunque con menos brillo que el que supo tener, la trilogía termina estando bien y es un acierto el orden deconstructivo de su relato. Es un buen entretenimiento que por momentos mueve la nostalgia slasher.