Sueños en el polvo

Siempre resulta estimulante ver alguna película de cinematografías desconocidas y poco visibles, como suele ser las del Africa negra. En este caso, aun cuando la nacionalidad del film es de Burkina Faso, el director es galo, y el dinero es canadiense y frances, con lo cual que quede dicha esta matización para entrecomillar el origen del film.

En cuanto a la película en si misma, no es brillante, pero si honesta, la quietud, rutina, y un sentimiento de honda tristeza y añoranza se plasman en todo el film, donde también hay amistad y lealtad. Quizás el film adolezca de cierta frialdad, y las interpretaciones parezcan un tanto distantes, pero se puede ver con agrado, no deja de ser una mirada un tanto diferente, creo que el adjetivo interesante es óptimo para su calificación.

Cinematográficamente hablando, la película es pasable. La trama tiene el potencial para emocionar al espectador o por lo menos conmoverlo, pero se dejan pasar estas oportunidades, por lo que resulta siendo un tanto frívola.

Técnicamente está muy bien realizada, las actuaciones son adecuadas y habiendo visto varias proyecciones de este tipo, creo que la duración es la correcta, generalmente este tipo de películas terminan durando tres interminables horas que empeoran aún más a la ya depauperada cinta, sin embargo “Sueños en el polvo” se deja ver, no es pesada y termina siendo una interesante película africana.

Los dos mensajes que me deja son:
Muchas veces, el sentido de nuestra vida radica en hacer por alguna persona, lo que nos hubiese gustado que alguien haga en su momento por nosotros, el altruismo no siempre consiste en ayudar a mucha gente.

Nos quejamos todo el tiempo de nuestro trabajo, del día cansador que tuvimos, de que odiamos a nuestro jefe, que nuestro trabajo es un infierno o que es el peor del mundo. Pero nos olvidamos de que hay un montón de seres humanos, que no solamente tienen oficios infernales o jefes detestables, sino que arriesgan sus vidas por algunos centavos o están en un ámbito que muchos de nosotros llamaríamos esclavitud.
Al final de cuentas no hay trabajo malo, lo malo es tener que trabajar.

Dr.Juventus

Es bueno visitar el tercer mundo de vez en cuando para recibir una bofetada de realidad, para darnos cuenta de lo privilegiados y afortunados que somos al no estar condenados a una vida sin nuestras habituales comodidades. Te juegas la vida como en Burkina Faso, metiéndote en un agujero con linternas a pilas, buscando oro para sobrevivir y si hay más suerte de la habitual, salir de ahí rico. Pasa poco, pero pasa, esa posibilidad de hacerse rico existe. Aunque es más fácil morir. Los dramas como "Sueños en el polvo", aunque sean en el tercer mundo, duelen lo mismo: puede que ellos están habituados a la pobreza, a la miseria, a la falta de salud, a la falta de todo, pero el resultado final es el mismo.

Es más justo que nunca entrecomillar aquí la nacionalidad de la película, puesto que quien la dirigió no es africano, pero las entrañas que nos enseñan son las de ese rincón de un continente que ha sido (y sigue siendo) avasallado por el primer mundo. La película es por encima de todo honesta, y con eso ya tiene ganados mis mejores elogios. También resulta demasiado fría teniendo en cuenta el drama que nos escupen a la cara, pero vale la pena por su brevedad y porque nos es enseñado un rincón del planeta al que nadie se asomaría jamás de no ser por el cine.

Cada vez amo más el cine africano, y su simbolismo, elegancia, belleza, magia, silencio y música. Y todas estas cualidades están presentes en esta película que nos habla de la dureza de ser minero en Africa. Pero el film también nos habla de solidaridad, valentía, crueldad, egoísmo, generosidad y, finalmente, redención.

La redención de un hombre que, según explico en el spoiler, tiene que excavar en las entrañas de una tierra árida, ingrata y dura para extraer, no ya el oro que todos los mineros anhelan, sino algo mucho más valioso para él.

Film de elegancia poco frecuente, de silencios que pesan, de imágenes de una gran belleza cromática, de pocas pero precisas palabras, de aparente (sólo aparente) simplicidad, que me fascina y envuelve. Actores-figura, un poco a la manera de Bresson, que engarzan perfectamente con el "tempo" y espacio de esta sugerente película.

Fotografía ocre, teñida puntualmente de los colores púrpura o verde de las ropas de los personajes o del rojo de su sangre. Silencio e inmensidad del campo minero.

Película que me desintoxica de tanta palabrería y gesticulación estéril que sobreabunda en una gran parte del cine actual.

La recomiendo a todo aquel que quiera explorar y perderse en el maravilloso cine africano.