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The Outsider

Drama Retrato de un joven inestable, a la vez obrero de fábrica y enfermero. El hombre, que también toca el violín, parece incapaz de hallar la felicidad junto a una mujer, ya sea con la madre de su hijo o con la que finalmente se casará. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
18 de abril de 2009
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, a caballo entre el hiperrealismo y el no tan realismo de Bela Tarr, tiene momentos geniales. Los cinco primeros minutos pueden serlo si es que tu estética simpatiza con el ambiente de geriátrico y los de ocaso mental, está también András que es András en todos lados y violinista y cada vez más difícil. Al comienzo lo puedes comparar con otros malditos lautremonianos y piensas, András es encantador, pero poco a poco puedes darte cuenta de lo "especial" que es. Su belleza se ve interrumpida por sus dientes. Su hermano también, pero a la burda. Las mujeres... no queda claro el hecho de que sean unas promiscuas sin corazón o no. A lo mejor yo no lo entendí o me fijé más en la música de su violín que en el carácter de quienes lo rodeaban. Me gusta la aparición accidental de sus personajes, la no presentación, como si crecieran de la esquina de la cocina. Las barbas también son simpáticas en esta película y algunos viejitos alegres. El pintor no es tan simpático, habla demasiado y siempre de cuestiones culturalmente anecdóticas y elevadas y András le escucha estoicamente como nosotros al mismo tiempo, András no se hace repelente,
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
infausta
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27 de julio de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Batallas por la independencia del deber. Supervivientes agónicos en un desierto de realización. Mochilas cargadas, ilusiones vacías. Forasteros en su propia existencia.

Tarr continua en el estilo de su primera obra, pero extiende el perímetro. Es un naufragio vital. Opresión del entorno. La incapacidad de resolución está dirigida a sectores de tutela social. Huérfanos de la responsabilidad, maltratados por el austero día a día. Arte arrinconado. Bifurcaciones con sacrificio... Y sacrificios. Los personajes en este naufragio chocan constantemente en un océano comprimido por los límites de una bañera. Almas nobles convertidas en diablos, danzando con el pecado, revelándose a su desdicha, alimentando su abismo. Porvenir manchado. Ensuciando al prójimo, corrompiendo ideales.

Agresiva, espesa y observadora. Hay un extraño equilibrio entre lo hermoso y lo indebido. Válvulas sin escape, pragmatismo sin concesion.
La puerta de Tannhäuser
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18 de diciembre de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un violín sin dientes y desaliñado, que nos hace sentir un respeto profundo e infinito por los músicos, que, como diría aquel comentarista deportivo, son jornaleros de la gloria; una expresión feliz y desgastada. Esa apariencia de belleza que no llega a ser del todo suciedad. Licor y música como válvula de escape a ningún sitio.

Béla Tarr –algunos años antes de esculpir su propia voz– ofrece planos cortos e invasivos. Claustrofobia. El título original ‘Szabadgyalog’ podría referirse a un sanatorio –no he conseguido averiguarlo navegando por la red–. El azul de las pupilas es casi el único asidero de color. Azul es a menudo la sonrisa desdentada del protagonista, que va perdiendo o extravía su cantar.

La calidez que se desprende de esas notas no afinadas es alimento incomparable. Pocas veces me han llegado de ese modo unos acordes callejeros, tabernarios, tan distintos de la acústica-confort.

Advierto con tristeza tarkovskiana que la apisonadora acabará con el violín.

===

Quisiera rescatar un plano extraordinario, quizás mil veces visto –o no del todo.

Al concluir el funeral por el amigo fallecido, mientras se baja el ataúd al agujero, la cámara se abre al horizonte. Pasa un tren cuyo sonido nos lo había anticipado. Se intuye en la locomotora al maquinista. En el resto de vagones no hay un alma. O puede que esa alma que buscamos –tan gris y llena de aberturas– sea el propio tren.

“Yo canto su elegancia con palabras que gimen / y recuerdo una brisa triste por los olivos.”, escribió en su día García Lorca.

“...porque te has muerto para siempre.”
Servadac
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18 de diciembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estas primeras películas de Tarr son más documentalistas, menos preciosistas que las que le han dado más fama.
Esta es un cuadro impresionista de un grupo de gente corriente húngara, sin una trama muy ceñida, pero muy interesante por los variados personajes y por la agilidad en el rodaje de los primeros planos.
Pero hay una cosa que, viendo la película, me echaba para atrás: lo mal que tienen los dientes, no solo el protagonista, sino casi todos. Por no hablar de los viejos y viejas, desdentados.
Es una tontería pero influye. Da una impresión de miseria y de cutrez.
Es una buena película, con una excelente música de violines también viejos y achacosos.
yoparam
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