Calabria, mafia del sur

Poderosa película italiana. Un río caudaloso y salvaje al que acuden muchos afluentes generosos.
Se abordan con sobriedad implacable grandes y abundantes temas: la familia, la responsabilidad, el origen del mal, campo-ciudad, los límites...
Uno de los mayores aciertos consiste en el retrato certero del paisaje (el contraste entre Milán y Calabria) y el paisanaje (la elección de los actores da credibilidad a la trama).

Fotografía, temática, austeridad y personajes son análogos en estas dos producciones de países que no figuran (actualmente) en la élite mundial de la industria del cine:
Animal Kingdom (Australia, 2010) y Calabria (Italia, 2014)

Si bien la primera está un punto por encima de la segunda, esta tiene personalidad propia y su propuesta (ya ejercida antes en series como Gomorra) de alejar la mafia de la belleza mediterránea de Corleone o del romanticismo y la nostalgia de Chicago para acercarla a los polígonos industriales y los medios rurales en ruinas, se agradece.

Tal vez esta se haya apoyado en la australiana para nacer, pero también aquella tiró de la naturaleza del crimen italiano para existir, así que se genera un círculo que parece abierto para otros cines que no sea el falso independiente americano y del que podrás disfrutar si eres de los que buscan 100 minutos multimedia sin explosiones, persecuciones, heroicidades, manipulaciones morales, ni romances.
Que no es poco.

Nada más arcaico, primario, persistente y descorazonador que el ajuste de cuentas, la vendetta, el resarcimiento imposible, la revancha fatal. Y cuando arraiga en un pueblo, un en alma colectiva, se convierte en una segunda piel, en una naturaleza tóxica e inquebrantable que anula la convivencia y trastoca el normal devenir de los días y de los pensamientos. Una cadena de agravios que no tienen fin ni medida ni resolución, que se perpetúa como una estirpe y como una cascada desbocada anega cualquier intento de tregua, cualquier intento de paz.

Paisaje en ruinas, derrumbe y precariedad. La desolación de lo que está a medio construir o a medio derruir, sin solución de continuidad. Todo lo material es frágil y provisional, sólo señorean e imprimen carácter los lazos de sangre, la estirpe, el clan, la familia. Lo demás es secundario, aleatorio y mudable. El poder y la preeminencia son inciertos y volubles. Basta un acto inadvertido, mínimo y en apariencia insignificante, para que cambien las tornas y se trastoque el quebradizo equilibrio de fuerzas y donde había orgullo y riqueza se transforme en un erial de aniquilación. Las fiestas tornan en funerales y el castillo de naipes se colapsa.

Una familia. La mama y sus vástagos, todos de una forma u otra enredados en el crimen organizado o tratando de mantenerse inútilmente al margen, pero tiznados todos de remordimientos, recuerdos y un pasado indeleble que marca y acompaña cada paso de su atormentada vida de facinerosos, rufianes, delincuentes y maleantes. El ejemplo a seguir y la imagen que veneran es la fuerza, la falta de compasión, el ojo por ojo más despiadado y virulento, la ausencia de perdón o piedad. La empatía queda desterrada y ninguneada. La sangre sólo con sangre se paga y purga.

Película seca, sarmentosa, desolada y sin concesiones. La belleza queda proscrita. No hay manera de huir de tu sombra si no crees en el perdón o la remisión de la culpa. Los cochazos o las suntuosas y barrocas decoraciones domésticas muestran que tras la fachada no hay nada más que apariencia prepotente y huera. Todo está descoyuntado y podrido, el germen del mal solo engendra exterminio y aflicción. Con pocos medios – muy bien aprovechados – y sin aspavientos ni fastos de barraca nos acerca a la hez de la sociedad y del ser humano. Sólo sobreviven la devastación y la locura. Impactante y recomendable.

Su titulo original es metafórico en cambio su distribución en España apuesta por uno más literal y que nos promete una trama que no se cumple. Al fin y al cabo el subgénero de la mafia es de los preferidos por los cinéfilos. La película está lejos de cumplir las expectativa. Aunque se engloba en el subgénero su apuesta por la descripción de tan sórdido mundo queda en segundo plano. De hecho un título que le hubiese ido bien sería el de "Luciano y sus hermanos", en el que también hay un Rocco, aunque la película tampoco está al nivel de la obra magna de Visconti.

Seguramente tal decepción ha sido motivada en parte al esperar y querer compararla por la excepcional serie "Gomorra" que si que da, con creces, lo que se espera de una trama con tan interesantes personajes.

"Anime nere" adopta una estética en la que predomina la subexposición, como en "El padrino", y los aspectos morales de sus personajes están al mismo nivel de negritud. En cambio la descripción del relato apenas tiene giros y la narración es lenta, y lo peor, aburrida. Cuando en el final del segundo acto asoma un atisbo de interés no deja más que ser un espejismo.
Decepcionante.

Mafia, el que da y el que quita.


Anime mere es un entretenido film italiano centrado en un pequeño grupo mafioso situado en Calabria y su incierto devenir inmediato, y aunque en Italia ha obtenido grandes críticas y premios, es en cuanto a calidad muy inferior a muchas películas que versan sobre la misma temática, y es que el país de la "bota" últimamente nos deleita con manjares de la camorra, tanto en formato película como en serie, seguramente por lo preocupante del tema y la corrupción que vive el país, que va desde la clase política, pasando por la policía hasta la más humilde, y es que el dinero es muy goloso.

Como todo film mafioso, la intriga, la familia, el dolor, las balas, la sangre, la vendetta, el honor e incluso la muerte están muy presentes, todo ello lo ha rodeado Munzi con un aura oscura y sombría, de miedo, preocupación y terror, y las pocas veces que luce el sol o la imagen brilla se debe a la juventud, inexperta juventud, con demasiadas ganas de cambiarlo todo pero que acaba complicándolo todo, en contraposición de los viejos veteranos siempre serenos y rectos, que desean mantener el orden y bienestar.

Reconozco que las actuaciones en general han sido muy buenas, cada uno metido en sus papeles, tanto veteranos, jóvenes como mujeres y eso es lo que hace que al final unido al resto de elementos la película merezca la pena visualizarse y no decepcione en absoluto, para ser un pequeño retazo de lo que realmente se mueve en el país de la "bota".

¡Hermosa Calabria! Los escenarios que nos deleita el director son hermosos y esos que esa parte del país aún hay mucho más que ver. ¿Alguien me invita? ¡Estoy disponible!

La recomiendo y más de uno acabará degustándola, pero lo más importante es que muestra claramente un valor fundamental de esta vida, que el dinero no da la felicidad.