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Titus

Drama El gran general romano Titus Andrónicus regresa a Roma después de su victoriosa campaña contra los godos. Para celebrarlo, sacrifica a los dioses al hijo del caudillo vencido, ganándose así el odio eterno de Tamora, la madre del joven, que también es su prisionera. La hora de la venganza llega cuando el corrupto Saturninus es nombrado emperador y toma a Tamora como esposa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
16 de agosto de 2009
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si habéis leído Tito Andrónico, pero, cuidado, os aseguro que no os dejará indiferentes. Nada, absolutamente nada que hayáis leído antes de Shakespeare se parece ni por asomo a esto. Aquí no hay poesía. Aquí no hay indagación en la psicología en los personajes; Shakespeare se niega a asumir su defensa: no están cegados por los celos, la ambición o por la ira; no tienen escusa: ni siquiera Tito. Aquí tampoco encontrarás hermosos monólogos sobre la absurdez de la vida y la miseria de la condición humana. Aquí tan sólo encontraras, en toda su crudeza, sin discursos que la contaminen y la dulcifiquen, la absurdez de la vida misma. Nada de palabras, sino actos: actos aborrecibles, inimaginables y espantosos. El más absoluto horror presentado ante tus ojos; la putrefacción y el tacto blando de los gusanos; la más desmedida crueldad e inmoralidad. La tortura, la violación, la mutilación, el canibalismo… Toda monstruosidad imaginable se plasma con minucioso, sádico e insoportable detalle en esta obra, la más bizarra, incomprensible y atormentada de cuantas escribiese. Una obra dramáticamente nula, que va saltando de atrocidad en atrocidad sin que un verdadero argumento llegue jamás a tomar forma, ambientada en una época histórica imposible: en una Roma crepuscular que, tal como se describe, jamás existió; por tanto, y quizás deliberadamente, atemporal.

En realidad, solo hay un tema en Tito Andrónico: la locura. Por supuesto, la comprensible locura que se va apoderando de Tito según descubre los monstruosos actos cometidos contra él y su familia, la locura de quien se ve superado por el más inimaginable horror y su peso hace que se resquebraje su razón. Pero, sobre todo, la locura del lobo humano, la que se manifiesta a través de su cotidiana mezquindad y su infinita crueldad: Jamás como en esta obra se ha mostrado con tanta crudeza aquello de que “La enfermedad mental es la reacción de un individuo sano ante una sociedad enferma”.

Pues bien, la adaptación de Julie Taymor es intachable y totalmente coherente con el pútrido espíritu de la obra. Si acaso, incluso peca de blandura; de haberla dotado de un ligero toque de humor negro del que el original carece. He leído que algún crítico se quejaba de que habían convertido a Shakespeare en un “espectáculo gore”. Ese pobre ignorante no sabe de lo que habla: lo mostrado transcribe muy tímidamente lo escrito.

En cuanto a la ambientación de la obra, que tanto parece haber irritado a algunos, a esa especie de estética de regusto fascista, me parece acertadísima y encaja muy bien con su atmosfera inhumana. Ya os lo he dicho: no hay verdaderas referencias históricas en la obra. Pero... aunque las hubiera, ¿acaso ha cambiado un ápice la naturaleza humana en los últimos cien siglos? ¿Sería tan disparatado ambientarla en el siglo XXII?

En definitiva, una dignísima adaptación de una de las obras más complejas y ominosas de la historia de la literatura.
Jinete nocturno
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15 de agosto de 2007
39 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora Julie Taymor adviere al empezar la película que: "En una época donde el racismo, la limpieza étnica y el genocidio ya no impresionan por ser hechos comunes y aparentemente inevitables, nuestra industria del espectáculo prospera con explícitos detalles de asesinatos, violaciones y vilezas.."

¿Qué nos quiere dar a enterder con tal introducción? Pues, dado que la violencia forma parte del patrimonio más normalizado de nuestra época y además los medios de comunicación, la industria, los negociates de todo tipo e incluso el público en general la consumen, la disfrutan pagando por ella y la entremezclamos todos con nuestra cotidianidad como si fuese el pan nuestro de cada día, vean esta película, que no es ni más ni menos que vieja obra de teatro, "TITUS ANDRONICUS", escrita por William Shakespeare en 1593 y donde se presenta una tragedia al estilo griego, agudizando lo sanguinoliento y despiadado con seres humanos característamentes "homo violentus", es decir, inmisericordes, sedientos de sangre y carne destrozada de su propia especie, gestores de todo tipo de artimañas para deshumanizar o hacer muy dolorosa la vida de sus hermanos de mundo; vean esta obra que es como un espejo donde vernos a nosotros mismos. Pero, ¡ojo!, dado que somos habitantes de una sociedad donde impera por todos lados esta idiosincrasia violenta y desalmada, la directora parece que nos transmitiera: "Vean TITUS ANDRONICUS, pero no sean hipócritas, véanla no para rasgarse las vestiduras contra lo que es una muestra de su mismísima vida contemporánea, sino para aprender de tamaña barbaridad hecha habitual en nuestro día a día."

En dicho sentido Julie Taymor, consigue filmar un notable obra cinematofráfica, en forma de teatro hecho cinematografía. En conclusión estética, poética y de agrado para la vista, la mejor escena de todo el film es la que transcurre en una vía pedestre de estilo romano, a cielo descubierto y grisáceo, con Titus, su hemano, un hijo y también su hija. Se trata de una escena espléndida por la belleza de los colores y del escenario natural, aunque muy amarga por lo que narra. No se puede decir lo mismo de otras partes del film, donde se recurre a decorados y vestuarios menos afortunados, pero en conjunto se trata de una obra impresionante que da qué pensar.

Por su puesto, absténganse de verla quienes detestan que les hagan pensar.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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4 de mayo de 2007
29 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que en la película hay una intención clara de reflexión no sobre la violencia y la justicia (esto es, sobre la venganza), que sí está en el original de Shakespeare, sino sobre la posibilidad de hacer justicia y, al tiempo, ser compasivo. Lo que Taymor trata de hacer es montar un discurso sobre el dolor y la violencia que le permita al espectador una distancia reflexiva. Es decir, justo lo contrario que hace la mayor parte del cine actual, que banaliza la violencia. La película muestra como unos personajes toman una serie de decisiones de extremada violencia, bien porque no desean eludir con su deber (caso de Tito Andrónico), bien porque su perversa naturaleza maligna (el moro). Los personajes, intentando desembarazarse de su dolor, no encuentran más solución que "hacer justicia" vengándose, entrando en un ciclo de violencia cada vez mayor. El original de Shakespeare posee un final resolutivo y catártico. Taymor nos sugiere que, en la realidad, el ciclo de violencia no cesaría jamás, no habría jamás solución.

Acusar de incoherente a la trama es, en parte, desconocer completamente el teatro isabelino en concreto y el barroco en general. Los argumentos shakespearianos (o de Cervantes, Moliére, o Lope) eran necesariamente enrevesados, pues las obras procuraban entretenimiento durante horas. Taymor, por supuesto, condensa el texto, pero lo hace sin perder el hilo; lo que es en sí, un mérito de la película. Sería criticable, en todo caso, que Taymor hubiera elegido precisamente a Shakespeare y precisamente esta obra para su propósito. Sin embargo, a mí me parece de lo más inteligente. A Shakespeare su público le reclamaba argumentos llenos de intrigas vengativas, y él supo dar liebre por gato, colando algunos de los versos que con más acierto reflexionan sobre la violencia. Esto coincide, justamente, con la situación actual del cine, y Taymor ha sabido verlo muy acertadamente.

No creo, por otra parte, que en esta película se dé una modernización hueca del texto. Explícitamente, la película quiere hablar sobre la banalización de la violencia en el mundo actual. Al elegir un clásico, distancia los referentes lo suficiente como para que el espectador pueda reflexionar, pero introduce elementos contemporáneos (representar a los romanos con estética fascista y a los bárbaros como lumpen, por ejemplo) porque desea que esa reflexión se produzca sobre la realidad histórica inmediata del espectador, y no sobre "esencias" ahistóricas. La distancia que se introduce, además, entre el contenido y la forma es la que permite que la fuerza de la historia no te arrolle, sino que te permita pensar mientras estás viendo la película.

En definitiva, la película no interesará a todo el mundo (que es, justamente, lo propio de películas interesantes), pero es, de todo, menos incoherente o incomprensible.
DMG
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22 de diciembre de 2009
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida por Julie Taymor, adaptada de la tragedia de William Shakespeare "Tito Andrónico".
La dirección combina aspectos contemporáneos con elementos de la antigua Roma de modo un tanto pretencioso. Sin embargo es difícil hacer algo "malo" teniendo como base a Shakespeare, y ésta tragedia poco conocida del Bardo de Avon es un ejemplo de aquello.
Logra que el espectador vaya cambiando de posición o afinidad hacia los protagonistas a lo largo de la historia.
Las actuaciones son muy buenas, salvo pequeños fragmentos de la performance de Hopkins en las que el inconciente te hace compararlo con Anibal Lecter. Jessica Lange simplemente perfecta.
La larga duración de este film es a mi modo de ver una de las razones por la que no se haya afianzado como una "gran obra".
Dr.Juventus
DrJuve
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25 de febrero de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Julie Taymor, exitosa directora teatral del Broadway neoyorkino, conmocionó a propios y extraños con este perturbador film basado en el “Titus andrónicus” de Shakespeare. Una historia, como muchas de las del escritor, de sangre y venganzas; una tragedia de tintes griegos, en la que el texto del autor de “Hamlet” se plasma en una visión bizarra e históricamente multireferencial. Se mezcla la Roma imperial con una estética que recuerda mucho a los decorados del expresionismo alemán, evocando así a la Alemania nazi, en un empeño por resaltar la atemporalidad de la propuesta. El poder, la ambición y la guerra, al igual que la venganza y la tragedia, no son patrimonio exclusivo de un lugar y tiempo concretos, son universales y forman parte inherente de la condición humana.

Titus nos habla de todo esto y mucho más. Es enrevesada, como el teatro isabelino requiere, algo larga, pues sintetizar tamaño texto no debe ser tarea fácil, cruel a más no poder y no deja títere con cabeza. ¿Extremos gore? Sí, pero no para excitación de los sentidos, sino para causar rechazo a la absurda espiral de violencia que supone esta venganza recíproca entre Titus (Anthony Hopkins) recio héroe del ejército romano y la reina de los derrotados godos, Tamora (Jessica Lange), arpía con ecos a lady Macbeth. Titus sacrifica al hijo primogénito de Tamora tras ganar la guerra, como manda la tradición, a lo que ésta inicia una espiral de violencia que no causa otra cosa que la mutua desgracia a ellos y a los que les rodean. De entre los demás personajes, tiene especial peso e interés Aaron el moro (Harry Lennix), amante y vasallo de Tamora, que funciona a la manera de un Yago o Ricardo III, hablándonos directamente para compartir su vileza, aunque finalmente no resulte un personaje tan simple como parece a primera vista.

Este film suele provocar emociones encontradas y disparidad de opiniones, es normal puesto que resulta chocante un texto tan cruel y refinado con unas imágenes tan desconcertantes y turbadoras. En mi opinión, un fascinante y valiente ejercicio a contracorriente, que nos muestra el lado más oscuro y retorcido del autor y la vocación más impopular de la directora; así que no es un viaje para todos los paladares. Emocionante en el entramado de venganzas, visceral en su exposición de la violencia, culta como la tragedia shakesperiana que es, y despiadada como un pastel de carne. De la carne de tus enemigos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RandolphCarter
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