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Foxfire: Confesiones de una banda de chicas

Drama Año 1955. En una pequeña ciudad obrera en Estados Unidos, al norte de Nueva York, un grupo de chicas adolescentes forma una sociedad secreta femenina, a la que denominan "Foxfire", y hacen un pacto que debe durar para siempre: vivir según sus reglas y sus leyes, pase lo que pase. Pero la libertad siempre tiene un precio... (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
5 de noviembre de 2012
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Laurent Cantet, creador de grandes películas como “Hacia el Sur”, “Recursos Humanos” o “La clase”, entre otras, viaja a los años cincuenta para dirigir esta película sobre el grupo de mujeres rebeldes que forma la banda que da título al film. “Foxfire” compitió en la Sección Oficial del 60 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, y pese a que fue vapuleada por la crítica, finalmente se alzó con un sorpresivo galardón, el de mejor actriz, para una de sus protagonistas, Katie Coseni.

“Foxfire” nace de la novela de Joyce Carol Oates y ubicándonos en el Nueva York de 1953, nos presenta a un grupo de chicas, adolescentes que se niegan a ser sometidas, a ser relegadas en una sociedad donde de ellas se espera silencio y sumisión. Se unirán y forjarán la banda “Foxfire” que atará sus lazos para siempre. Lo que empieza como una locura gamberra se transformará en algo más serio y peligroso a medida que el tiempo pasa, los vínculos se fortalecen, la banda crece y sus necesidades se manifiestan, ¿Hasta dónde serán capaces de llegar? ¿Y a qué precio?

El material de base para la creación de la historia es suculento, profundo y denso, pero la película de Cantet deja la impresión de que, pese a tocar todos los palos temáticos, no termina de profundizar en ninguno de ellos, menos aún en los conflictivos (abusos sexuales, relaciones lésbicas, conflicto racial…) que quedan apenas sugeridos. Todas las líneas argumentales están tratadas de una forma un tanto superficial, con lo que la historia termina falta de riesgo y emoción. Este factor, mezclado con la larguísima duración de la película crea una paradoja que el espectador no termina de entender… si todo queda contado tan “por encima”, ¿por qué se invierte tantísimo tiempo en hacerlo? Pese a no aburrir del todo, o bien le sobra metraje para contar lo que cuenta, o bien le falta lanzarse a la piscina y contar en ese tiempo sobrante el lado más oscuro de las “Foxfire” y robar así la atención del espectador haciéndole que olvide mirar el reloj…

Pese a estos grandes errores, la película también tiene, por supuesto, sus virtudes. La ambientación y puesta en escena son de primer nivel por su cuidado y detalle. El reparto, en general está bastante correcto (aunque se hubiera deseado una líder de las Foxfire con más carisma que el que le imprime la actriz protagonista). Con lo que, en conclusión, aprueba el apartado técnico pero suspende el narrativo, no aburre del todo ni es mala por definición, pero se esperaba más de este director y más con este material entre manos. Mejorable.

-Enoch-
www.raven-heart.com
RavenHeart
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6 de junio de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que Foxfire se merece una distinción con el resto de películas de "bandas violentas" y de películas "adolescentes". No es que no sea nada de eso, que lo es; pero es que también es más que eso.
Una película no debería ser compleja para ser considerada, que es básicamente lo que la crítica reclama del director Laurent Cantet. Foxfire no está estructurada para ser una trilogía galáctica, ni para ser la obra maestra del suspense o la más cómica y, ni mucho menos, la más optimista. Es una pieza de cine político, de cine militante - militante no es "utópico" - y se debe premiar a los pocos artistas que reflejan la realidad - el cine es una extensión de la realidad - formando como protagonistas a personajes proletarios.
Sí, los personajes proletarios son dignos para el drama y no solo un recurso cómico de las obras sobre las costumbres de la clase media, y Laurent Cantet atraviesa la realidad más allá del testimonio neutral apolítico (si es que existe algo que sea neutral apolítico) criticando profundamente el neoliberalismo y el american dream, del que intenta sacarnos proponiendo una alternativa optimista, que es la organización y la lucha de los grupos sociales oprimidos y que tal y como se nos muestra, parece esperanzadora.
Se podría decir que en el tercer acto los acontecimientos suceden de la manera que el cine sabe hacerlos suceder, mágicamente. No es creíble la aproximación de la protagonista con los líderes cubanos, como tampoco es creíble el secuestro de un fascista de manera tan sencilla y sin anticipaciones suficientes que hagan al espectador pensar que ese concepto puede suceder, que persiste y está consolidado.
No es posible que películas como To the Wonder de Terrence Malick, que podría ser un anuncio de champú orgánico de 112 minutos, completamente estereotipada y carente de ambición, sean más valoradas.
Yo creo que Foxfire y To the Wonder hasta son rivales. Creo que si esas películas se convirtieran en ser humano se matarían. Y sé con orgullo y certeza quién iba a ganar.
Bellini
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26 de junio de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cuestión sería averiguar en qué punto de su historia personal define uno su futuro, a qué temprana edad puede ya distinguirse la semilla del personaje que finalmente le corresponde.

«Foxfire» aborda la historia de un grupo de chicas en los EEUU de los años cincuenta, inmersas en un entorno clasista y especialmente agresivo con su condición de mujer. Atraídas por la necesidad de emancipación, acaban formando un grupo que promete protección y la esperanza de un mejor mañana, una suerte de lobby social para desfavorecidas.

Dirige la cinta Laurent Cantet, quien dota el argumento de múltiples capas, entre las que destaca la descripción del ambiente social de la época tanto como el magnífico tratamiento de las dificultades prácticas para llevar a cabo los pensamientos utópicos. El intenso y desigual choque entre la candidez bienintencionada y la rigidez inalterable de la realidad.

La evolución del grupo ocupa la posición superficial del texto. En la subtrama surgen las necesidades individuales de cada personaje, sus tendencias, aquellas simientes del comienzo del artículo que provocan inevitables divergencias.

Entre todos los elementos, sobresale la figura del líder. Su carisma, su entrega desinteresada por el colectivo, su fortaleza para soportar allá donde no llega la mayoría, su reverso visionario. Constituyendo la construcción de este personaje uno de los estudios íntimos de la génesis de un revolucionario más interesantes que recuerdo. Al menos, tanto como aquel «Diarios de motocicleta» acerca del Che Guevara que dirigió el excelente Walter Salles.

Pero este es un film más espectacular. Que combina un supremo trabajo de vestuario y dirección artística para contextualizar la época, con una banda sonora arrebatadora. Y que parte de un relato tan bien armado como asegura la autoría de la reconocidísima literata Joyce Carol Oates, siempre aspirante al Nobel por su capacidad de transmitir multitud de elementos más allá de la trama principal.

Rodada en inglés, «Foxfire» cuenta con producción francocanadiense y ha sido rodada en dos localidades de Ontario, Canadá: Petterborough y Sault Sainte Marie, ciudad colindante con EEUU y ribereña del Lago Superior.

«Foxfire» recrea la década previa a los movimientos sociales de los 60’, evoca la opresión que sufren los personajes y su deseo de emancipación. Cubre diversos puntos de vista en profundidad, se desarrolla amenamente y constituye en mi opinión la obra más completa de Laurent Cantet.

Un canto especialmente interesante en la época actual, cuando la quietud parece desentumecerse.
Inaki Lancelot
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26 de septiembre de 2012
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepcionante. Así se puede calificar la vuelta de Laurent Cantet al Zinemaldia, festival que lo dio a conocer en 1999 (galardón Nuevos Directores) con su lúcida visión de las relaciones sindicales en Ressources Humaines, al que regresa con fama mundial tras la Palma de Oro 2008 a Entre les murs, fabuloso ensayo sobre los entresijos del proceso educativo con una miscelánea étnica y cultural.

A priori la propuesta de Foxfire: Confessions of a girl gang es atractiva y coherente con la carrera del director galo, seguidor de la mejor tradición del cine social: aroma a cine clásico, un grupo de jóvenes intérpretes y la adaptación de una novela enclavada en un periodo convulso en la historia de EEUU.
El inicio guarda ciertas similitudes con La ley de la calle: el uso del lema Foxfire burns and burns como seña de identidad, la unión de personalidades dispares, la sensación de pertenencia a un grupo, la admiración de las seguidoras por su líder (Legs). Sin embargo, el trabajo actoral y el desarrollo posterior poco tienen que ver con la película de Coppola: Falta talento (una protagonista sin carisma y ninguna interpretación destacable), profundidad (retrato plano y sin aristas de la figura masculina, que aquí se muestra degenerada, abusiva e irrazonable) y resolución (lesbianismo sugerido y no ahondado e infancia tormentosa no revelada).

La opresión femenina (gérmen argumental) está apenas esbozada en una escueta escena de lo que se supone es acoso juvenil. La problemática racial, que estallaría 2 años después con Rosa Parks, se desaprovecha totalmente mediante la inclusión en el grupo de una ex-convicta negra que se expulsa después sin razones aparentes. Pero si hay dos temas que se tratan con un infantilismo bochornoso, esos son el anticapitalismo y el sentimiento pro-comunista de la protagonista. La figura del capitalista perverso la encarna un rico industrial que despotrica de la clase obrera y sus reivindicaciones sociales. Sin embargo, la protagonista plantea cobrarse su cabeza para vivir sin depender de lo que le repugna, es decir, el dinero. “Coherencia” en estado puro. Por otra parte, y en un contexto tan complejo como el MacCarthismo (que se soslaya), la filiación comunista está representada por un anciano que divaga sobre utopías absurdas, sin advertir que el país está inmerso en una espiral capitalista: culto a la estética, uso del coche como elemento de identidad, el consumo como forma de ocio (cines, boleras, billares)…

El habitual buen pulso de Cantet para definir hacia dónde va la película, sencillamente aquí no existe. Los motivos para la fundación del grupo son poco convincentes. El trasfondo no está bien definido. La intención o el mensaje de la película son etéreos. ¿La pérdida de la inocencia? ¿El idealismo juvenil? Tampoco encontramos una evolución en la personalidad de las protagonistas, a pesar del paso por la cárcel, un accidente casi mortal o una fallida violación. Transcurren las escenas con una cierta desazón por no encontrar ni un gramo de emoción a lo largo del metraje, no digamos ya de espíritu transgresor (esa sinopsis para captar espectadores de “vivir conforme a sus leyes”).

La sensación de telefilm (similar al que Angelina Jolie protagonizó en 1996 con otra adaptación libre de la misma novela) aumenta a medida que nos acercamos a los títulos de crédito. Y como guinda al pastel un final absurdo a todas luces que es el broche a un guión con buenas intenciones pero que termina asemejándose al diario de una feminista quinceañera.

143 minutos para contar una historia tan carente de emoción se me antojan a todas luces excesivos. Los seguidores del francés esperamos que vuelva el director que nos encandiló con títulos como los anteriormente citados o la excelente L’emploi du temps.
tantra
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12 de enero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Foxfire, confesiones de una banda de chicas de Laurent Cantet, adaptación de una novela de Joyce Carol Oates (Puro fuego, Punto de Lectura 2008), supone un cambio de paisaje y de época para el director. De Francia y de la contemporaneidad, del cine social al que le vinculábamos, L. Cantet viaja a EE.UU. y a los años cincuenta del siglo XX: al reverso de una sociedad en technicolor, de jóvenes sin causa, y desfiles de coches suntuosos ocupados por galanes con tupés que escuchan rock and roll (de blancos para blancos) en noches de sábados febriles. Las presas de estos cazadores nocturnos son las muchachas en flor del pueblo. Objeto de deseo no solo de sus compañeros de instituto, sino también de algunos profesores y de algunos parientes… Contra este machismo militante se alza Foxfire: una banda de chicas decididas a defenderse de estos energúmenos en celo y a contraatacar, si es preciso. La violencia suele empezar por una defensa legítima y acabar por... los cerros de Úbeda. La novela y la película no pretenden ser un canto al feminismo, ni a la legítima defensa, ni un ataque simplista a la masculinidad. Es más bien un viaje desde la legitimidad de esa defensa contra la violencia de género -que no tiene o no puede tener una respuesta social adecuada en ese momento histórico-, hacia el territorio de la utopía, cuando no de la locura. La pandilla de chicas de Foxfire, comandada por una líder carismática y cantada y contada por una escritora en ciernes -la única que se resistirá a la enajenación-, se refugia en un “mundo aparte” en el que podrán vivir de forma independiente, en una especie de falansterio femenino, sin las cortapisas de una sociedad coercitiva y discriminatoria. Esa utopía se va transformando en una distopía gótica y un tanto aberrante según el principio de realidad mina las iniciales ilusiones: en una clara huida hacia adelante que solo lleva al homicidio. Cantet ha narrado todo esto con un estilo casi documental, propio de su cine anterior, sostenido en un elenco de actrices jóvenes, y solventes casi siempre -Katie Cosini fue Concha de Plata a la mejor actriz en San Sebastián-, sin maniqueísmos ni adoctrinamientos, aunque, posiblemente, sin la garra y la tensión que un asunto como este -que bordea la demencia-, requeriría. Pero es una película notable, reveladora de la oscura espalda de una época mitificada por cierto cine y, a la vez, una experiencia tremenda observar el viaje hacia el absurdo de esta pandilla de chicas: Foxfire: Puro fuego.
GonzaloyGracias
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