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La versión Browning

Drama Aquejado por una grave enfermedad, el profesor Andrew Crocker-Harris se ve obligado a anunciar su retiro de la docencia. Mientras esto sucede, el profesor de química Frank Hunter sigue manteniendo la oculta relación que sostiene con Millie la esposa del veterano profesor, la cual lo vulnera psicológicamente esperanzada en deshacerse de él definitivamente. Profundos sentimientos empezarán a salir a flote y un drama de alto relieve nos ... [+]
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
14 de septiembre de 2012
38 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Los viejos siempre serán jóvenes para aprender una buena lección”, dice Corifeo en la tragedia “Agamenón” del dramaturgo griego Esquilo (525-456 a. de C.). Y bien podría ser que, de esta frase, parta la obra del también dramaturgo y guionista inglés, Terence Rattigan, a quien algunos quizás recuerden por sus posteriores créditos en títulos importantes como “Mesas separadas”, “El príncipe y la corista” o “Adiós, Mr. Chips” (1969), entre otros.

Mientras transcurre la película “LA VERSIÓN BROWNING” (título alusivo a la traducción que, de la tragedia de Esquilo, hizo el poeta y también dramaturgo Robert Browning, la cual tendrá un importante significado en la historia), me preguntaba si además de la versión en latín, útil para las clases del profesor Andrew Crocker-Harris, habría otra relación dada la relevancia que el “Agamenón” adquiere en este esplendoroso y conmovedor drama en el que, Rattigan, de nuevo nos seduce y embarga con esos pulcros, elegantes y bien construidos diálogos.

Y tras haber releído esta pequeña tragedia que habla de las atrocidades cometidas por el miedo y de los crímenes que se asumen luego por lo que se cree es justicia, compruebo que, además de que contiene -con una ligera variante- la frase consignada por el alumno Taplow en su libro de regalo: “Dios, desde la distancia, mira con complacencia al buen maestro” (que en la obra es “La divinidad mira con complacencia al que gobierna con dulzura”), también puede deducirse una suerte de comparativo entre la manera violenta de dirimir los asuntos afectivos en épocas remotas, y la manera conciliatoria y civilizada como pueden llegar a resolverse en la cultura del siglo XX.

En este particular, el filme dirigido con maestría por Anthony Asquith, redondea en el personaje del profesor, a punto de retirarse por estar aquejado de una delicada enfermedad, una figura que conmueve e impacta con su humildad ante la crítica, su temperancia ante el engaño, y con esa solvencia intelectual que lo hace firme y riguroso, pero no excluyente de valiosos sentimientos ni de aprecio por sus alumnos.

Imposible perderse la perfecta interiorización que con su rival, el también profesor Frank Hunter, sostiene el profesor Crocker-Harris -llamado por el rector como “El Himmler del quinto inferior” (¿por qué se afectaría tanto con estas palabras?). Y en general, el filme desborda un entendimiento humano de primera línea que, seguramente, nos aleccionará por viejos que ahora estemos.

Memorable la interpretación de Michael Redgrave (merecido ganador en el festival de Cannes), quien consigue extraer el alma de su personaje para fusionarla con la suya. Necesario tomar en cuenta aquella frase que él mismo olvidó mantener en práctica: “Se enseña más con buen humor que con excesiva formalidad”. Nuestro reconocimiento también a Jean Kent, Nigel Patrick y Wilfrid Hyde-White, con cuya presencia se redondea un filme brillantemente actuado, y desde cualquier punto de vista, realizado con la mano de un maestro.
Luis Guillermo Cardona
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13 de junio de 2010
42 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la mayoría de la gente nos encantan las películas de profesores vitalistas y estupendos que vienen al colegio/instituto/universidad de turno y lo revolucionan todo con sus métodos heterodoxos, puede que sea sobre todo porque estos profesores nunca nos tocan a nosotros.

Pero en contra de esta idealización un poco edulcorada del digno oficio de maestro también el cine ha dejado testimonio y en "La versión Browning" vemos el lado más realista de la balanza: el profesor amargado, seco y aburrido que convierte cualquier cosa que imparta en un suplicio, curiosamente suele coincidir que es el de matemáticas por eso es la asignatura que más odia todo el mundo. Pero este maestro no es el de matemáticas, es el de lenguas clásicas que también se las traen.

El profesor Crooker deja el colegio donde da clases por un problema de salud y desde luego nadie parece lamentarlo. En clase están traduciendo la tragedia de Agamenón y Clitemnestra: hay un alumno que en un momento dado está hablando con otro maestro y le dice que la obra en sí es interesante pero con Crooker no parece más que un montón de palabras griegas juntas. Esto es chocante porque se va descubriendo que el propio Crooker es todo un amante de las obras clásicas. Sin embargo nada es lo que parece y a lo largo de la película se verá el porqué este hombre ha pasado de ser un poeta, un intelectual y un profesor con todas las letras a un hombre muerto por dentro que necesita con urgencia volver a aprender para aprender a enseñar.

La película resulta emotiva por la interpretación de Michael Redgrave y correcta en lo que se refiere a las formas, pero parece que a alguien se le olvidó hacer un guión y simplemente se limitó a rodar una obra de teatro. Demasiado diálogo profuso y explicativo, puertas que se abren y se cierran y cámara estática que se limita a grabar a los personajes mientras hablan. Cine no es enfocar en plano fijo un personaje en el centro de una estancia mientras recita un lucido monólogo en brittish arcaico: eso es teatro inglés.

Vamos, que hay "versión Browning" pero no hay "versión Asquith".

No obstante la obra es suficientemente buena por sí misma y a pesar de lo teatral y del final previsible contiene un puñado de reflexiones preciosas formuladas en un inglés anticuado que da gusto oírlo. El resultado es un disfrute moderado para amantes de los clásicos de factura británica y de obligada reflexión para profesores que hayan olvidado que la enseñanza no es situarse al lado de una pizarra y vomitar una retahíla de conceptos, sino que también es un vehículo para el propio aprendizaje.
Neathara
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25 de mayo de 2009
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravilloso drama británico de origen teatral muy poco disimulado, pero la puesta en escena aquí es lo de menos. Un guión excelente, una tal Jean Kent que hace florecer los odios más profundos en el papel de esposa del profesor Crocker, y muy especialmente un Michael Redgrave dando una lección de interpretación en el papel del entrañable y amargado profesor. La pura antítesis de otra película de mayor fama también ubicada en el ámbito de un estricto colegio privado, y a la cual se hace un acertadísimo guiño en uno de los diálogos, Adiós Mr. Chips, que vi hace unos meses y que recuerdo como una de las películas más empalagosas que he visto en la vida.
Muy buena.
Peter Gabriel 77
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18 de abril de 2009
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo la imponentes convenciones de un colegio de élite british, se esconde un peliculón a redescubrir.

La película es muy teatral y al principio muy contenida, pero nos va sumergiendo poco a poco en un laberinto de caracteres humanos que se van quitando costras hasta hacernos ver lo que hay detrás de tanta sequedad e insensibilidad.

También son interesantes las conexiones entre el desarrollo de la trama y la tragedia de Agamenón.

Se hizo un remake en 1994 con Albert Finney como protagonista. Pero desde luego Michael Redgrave contribuye a que ésta sea superior.
Gilbert
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24 de marzo de 2012
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inspirada en la exitosa pieza teatral homónima de Terence Rattigan, Michael Redgrave hizo el papel de su vida. Para un profesor representa una lección que nunca debe olvidar: más que instruir, dar aliento es la misión fundamental de su vida. Se trata de una de las primeras descripciones del burning out educativo, pero su contenido es también existencial: la filosofía de la época. Aparte del tema aparente, el problema de la crisis de las humanidades, emergen más profundamente la alienación y el sentido de la vida. El remake posterior no le hace justicia. Frases memorables: "Desde lo alto, Dios se complace al ver a un buen maestro". Si lo que importa es la calidad humana más que la técnica, la calidad del guion, se trata de una película excepcional, y eso es lo que debe primar, porque se trata de problemas humanos, no estéticos, y la estructura es sólida, las interpretaciones brillantes, el guion magnífico, inolvidable. Si es teatro, se trata de un magnífico teatro. Sólo hay que compararla con el remake para percibir claramente qué difícil es superarla
Demogorgon
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