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Otel·lo (Otello)

Drama Ensayo cinematográfico que utiliza el clásico de Shakespeare para realizar una reflexión sobre el poder, la pasión, los celos y el engaño. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
16 de octubre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí uno de los grandes ejemplos que confirman el debate que lleva ocupando largas tertulias y divisiones de opiniones en el cine español independiente de los últimos años: una lacerante crisis económica no es, o no debería ser, excusa y justificación para una crisis creativa y artística. Contra todo pronóstico, las técnicas cinematográficas para crear la ilusión fílmica, si se conocen y se usan con brillantez, no tienen por qué estar mermadas por las limitaciones económicas. De hecho, de estos estancamientos presupuestarios surgen retazos de ingenio y creatividad que, en última estancia, conducen a resultados del todo fascinantes.

Este es el eminente caso de Otel•lo, una adaptación radical y desmitificadora de las bases y principios argumentales de la obra de teatro de William Shakespeare, cénit absoluto en la literatura sobre la temática de los celos y la manipulación movida por estos. La visión que Hammudi Al-Rahmoun, profesor titular de la ESCAC en Barcelona, ha proyectado y reinterpretado sobre la base teatral se erige como una transformación más que como una adaptación, y he aquí la valentía de la propuesta: el germen del libreto literario y la amalgama de tormentosos delirios emocionales que actúan como fuerzas de choque pendulares se funden con una concepción y una puesta en escena insólitas, elaborando unos códigos y unos recursos extracinematográficos que se sustentan en la experimentación y en el riesgo de nuevas y originales apuestas formales que aseguren la intransferible individualidad de la película y su estimulante contrapunto artístico.

En este sentido, la exposición simétrica de sus constantes reveses se ve motivada por la acumulación de tours de forcé que desarrollan sus principales líneas maestras escenográficas, icónicas e interpretativas, alejando persistentemente el rastro seminal de la obra original y asegurando el aislamiento autoral. El propio Hammudi Al-Rahmoun se nos presenta también como el director de la ficción, asumiendo el papel de villano e instigador del caos, y ello provoca un fenómeno de Doppelgänger metafílmico con respecto a su alter ego orgánico en la película filmada.

Junto a su desasosegante iluminación cenital y su realización con un sistema de multicámara hiperactivo y espontáneo, se conforma el enrarecimiento atmosférico perfecto para trazar, junto a los ademanes señalados, los enlaces emocionales que la trama presenta con asfixiante acierto: la lucha entre director y actriz, la disparidad, la crispación de pareceres, la valentía y la cobardía. En definitiva, una tesis experimental sobre el traspaso del límite ético y moral no trazado entre los creadores de la ilusión audiovisual.

Dentro de esta vuelta de tuerca arriesgada y a todas luces efectiva se encuentra un reparto plagado de no actores y, en el centro de la tormenta, una actriz, interpretando a Desdémona, de suave y claro rostro que se eleva sobre todo lo demás, cuya madurez y sobriedad, a pesar de su juventud, sustentan toda la sangre existencial vertida en la propuesta: Ann M. Perelló. Sin duda alguna, dará que hablar durante los próximos años.

Un ejercicio, en definitiva, inapelable en el radicalismo y equilibrio de sus formas, así como a la hora de conmocionar y levantar ampollas. Su estilo de filmación y sus interpretaciones, que parecen denotar espontaneidad e improvisación, continúan funcionando como broma alegórica que repercute en su apariencia semidocumental y que al mismo tiempo reafirma su clara vocación ficcional.

Todos estos retazos de características y de vanguardismos, que explicados pueden ser agotadores, se solapan con coherencia y efectividad durante todo el metraje, provocando un alterado estadio de confusión en el espectador. Contemplar Otel•lo es como mirar a través de un gran caleidoscopio y bucear por el descifrado de una ingente cantidad de aristas, puntos de vista y reflexiones. En definitiva, esta nueva reinterpretación cinematográfica del texto de Shakespeare comparte aquello por lo que se define su obra literaria a lo largo de la historia: es, indiscutiblemente, única.
Weis
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12 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísima relectura del clásico de William Shakespeare, en la que el texto del genial dramaturgo inglés no es sino la excusa para la gestación de un curioso experimento cinematográfico. La película basa su original singladura en el rodaje de un film que pretende adaptar la obra protagonizada por ese legendario celoso. Cine dentro del cine, reclamado con una pertinencia tan sorprendente como envenenada: el guión va a ir revelando como entre los actores protagonistas del film se va a ir incubando la tensión de los personajes que les toca interpretar.

Rodado en tres días, con 15.000 euros de presupuesto, OTELO viene a certificar que lo importante en un film no es la modestia de su producción sino la capacidad para lograr el resultado perseguido. OTELO así lo hace, y, de ninguna manera, habría que calificar de menor la exigencia de su punto de partida. Manipulación, engaño, deseo, obsesión por un determinado objetivo, el film cuaja una pérfida función cinematográfica en la que el foco de atención de la cámara va a terminar siendo la tramoya de sentimientos exasperados que un director de cine maquina para que su film cuaje la veracidad afectiva que él cree imprescindible. La creación y la dureza de sus artimañas. Un admirable film pequeño, que no se acomoda en lo marginal y en lo metacinematográfico de su propuesta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Musiczine
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20 de febrero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es otro ejemplo de que el cine español intenta hacer películas diferentes. Acudiendo a la obra de Skakespeare se buscan situaciones adicionales, dentro del rodaje de la obra de teatro. Su corta duración permite salir del aburrimiento de la parte central.
Es la ópera prima del director nacido en Barcelona, y de padre Sirio. Proveniente de la ESCAC, en donde trabaja como profesor, y de donde salen muchos de los talentos del cine catalán actual.
Podemos dividirla en tres partes, una primera en donde los protagonistas hablan a la cámara y se preparan para el inicio de la obra; la segunda parte central con la obra en sí, que en el algún momento se hace monótona y con un abuso de la oscuridad; el último tercio en donde se produce un giro en la historia aumentando la intensidad dramática.
Todo el rato sobresale la presencia de Ann M. Perelló, haciendo una gran actuación llegando hasta una escena memorable. Ninguno de sus compañeros de reparto están a su altura.
Cuando la película me interesaba más, es cuando se termina. Se agradecen este tipo de propuestas de tan corta duración y hechas desde la sencillez y con poco presupuesto. Estrenada en pocos cines, un año después de verse en filmin, formando parte del III Atlántida Film Fest. En los premios Goya no obtuvo ninguna nominación, cosa que si ocurrió en los premios Gaudí, en uno de los aspectos mejores de la película, el diseño de producción.
Las cosas más destacables de la película son " la actuación de Ann M. Perelló " , " el guión basado en la obra de Shakespeare, pero con varias modificaciones que son toque personal del director " , " el diseño de producción, con los escenarios de la obra " y " la fotografía en oscuridad y cercana a los interpretes (aunque en la parte central se abuse en exceso) ".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
WILLY74
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13 de octubre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque creo que lo he comentado alguna vez los últimos años se están caracterizando por una aguciante crisis económica y eso se traduce en trabajos en pocos espacios normalmente en uno o en dos escenarios. No por ello se hacen peores películas sino todo lo contrario no quiero decir que cuando mas escenarios son mejores o peores. No es eso a lo que me refiero que no importa la cantidada sino la calidad. Esta excelente película da una vuelta de tuerca al Otelo que todos conocemos a traves de un complicado rodaje. Una gran plantel de actores especialmente Ann M. Perello que lográ sacar lo mejor de si misma. Vale la pena ver esta película
Orson_Welles
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4 de febrero de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1947, el por desgracia poco conocido en la actualidad Ronald Colman ganó un Oscar por interpretar a un prestigioso actor teatral que, en su intento por perfeccionar su aproximación al famoso Moro de Venecia de "Otelo", de William Shakespeare, acababa irremisiblemente poseído por la personalidad enfermiza del personaje. Ocurría en A Double Life (Doble vida), del gran George Cukor. Otel·lo, producción española nacida al amparo de la valiente ESCAC y dirigida por Hammudi Al-Rahmount Font, toma el mismo texto para, a través de él, llevar a cabo un ejercicio parecido de asimilación de roles, aunque la que aquí comentamos se atreva a abarcar con su propuesta algo más perturbador que la peligrosa línea divisoria entre realidad y ficción inherente a la obsesiva capacidad del arte creador que recogía el clásico de Cukor.

Otel·lo pretende, a través de la representación de la puesta en pie de un austero montaje de la fundamental obra, realizar un diseccionador estudio sobre los mecanismos de manipulación y control presentes en todo ámbito de poder y cómo, bien entretejidos y dispuestos, siempre alcanzan los objetivos marcados. Así, el protagonismo de este nuevo acercamiento a la obra del escritor inglés obvia el componente de tragedia que persigue a la relación de su pareja protagonista, para centrar su mirada en la puesta en práctica de toda la maniobra orquestada por Yago, al que da vida (¡cómo no podía ser de otro modo!) el propio Al-Rahmount, en su doble papel de director-actor, que como si de su propio personaje se tratara, lleva a cabo una política de medidas (algunas de discutible signo) para manipular el trabajo de sus actores y así extraer de ellos las emociones más veristas posibles.

He aquí el gran valor de una película, que como el texto al que homenajea, se alza en una pertinente y lograda crónica de las estrategias que rigen la demagogia del poder. En este sentido, Otel·lo se debe contar por méritos propios entre lo más parecido a un film político que podamos encontrar en nuestra cobarde industria cinematográfica, incapaz de beber de la actualidad para trasladar el debate político en el presente también al séptimo arte. Sin embargo, el alcance último de su análisis carece de espíritu realmente crítico, sobre todo con el flaco favor que a toda la película le hace el inserto de ese innecesario epílogo en el que el director desvela la artificiosidad planificada de toda la representación, echando por tierra de paso la tan escrupulosa simbiosis entre realidad y ficción que se había venido dando cita a lo largo de todo el metraje. Esto tiene también su lado bueno y es el de dotarle de meritorias virtudes al trabajo del elenco, que logran en su difícil cometido de doble representación ser siempre creíbles, especialmente una modélica Ann M. Perelló, deslumbrante en toda la gama de registros que le caen en gracia.

No obstante, al final se nos hace innecesario el recurso al estilo documental (cámara al hombro y continuamente nerviosa, aparente ausencia de un diseño de producción, intérpretes hablando a cámara) a la hora de poner en pie una puesta en escena que sustente y dé sentido a un discurso que, como si de un barato reality televisivo se tratara, intenta impactarnos a través del progresivo efecto manipulador de ese director sin escrúpulos capaz de ejecutar sucias artimañas para (como Yago) obtener sus particulares beneficios, sin tener en cuenta que el servilismo al falso documental ya no impresiona como antes y mucho menos tras hacerse patente lo manufacturado de toda la trama. A no ser que, esto último, fuera una nueva vuelta de tuerca que pusiera al descubierto una nueva manipulación del espectador, orquestada por un Al-Rahmount empeñado en demostrar las múltiples artimañas con las que nos maneja en su afán prestidigitador.

http://actoressinverguenza.blogspot.com
Juanma
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