El verano de Cody

Driveways es un film donde los pequeños detalles construyen una gran historia.

El segundo film del director Andrew Ahn, transita por territorios conocidos (familias desestructuradas, la búsqueda de la identidad, los vínculos afectivos sobrevenidos), y la trama se desarrolla sin estridencias sobre parametros más o menos previsibles.

La grandeza del film es saber construir unos personajes con profundidad emocional, coherentes, sólidos, de los cuales se nos va suministrando únicamente la información necesaria para entender sus reacciones. La amistad entre Cody (un niño de 9 años buscando su lugar en el mundo) y Del (Veterano de guerra que atisba el final de su vida) es la base dramática sobre la que Ahn reflexiona sobre temas transcendentes como la pérdida, la amistad, la construcción de la identidad, la creación de vínculos afectivos.

Driveways nos regala una puesta en escena sobria, donde las situaciones transpiran honestidad y donde esos pequeños detalles van tejiendo un subtexto de gran calado emocional a partir de situaciones cotidianas. A partir de detalles sutiles, se transmite emoción al espectador al mostrar la relación entre Cody y su madre, o entre los demás personajes secundarios.

Driveways conecta con films como The Florida Project (2017) o Los Lobos (2019) en la mirada que ofrece sobre la niñez como ejemplo de resiliencia y en la amistad como poderosa emoción sanadora. Es un ejemplo de brillante ejecución dramática a partir de elementos sencillos. Uno de esos films que te reconcilian con el cine y con la vida.

*La historia de Cody

El verano de Cody (Driveways) es la historia de un niño llamado Cody que recibe lecciones de lo que es la vida a una temprana edad desmitificando el sentido de lo que es estar en este mundo. Una lección dura y seca que tendrá que aceptar.

En forma de amor y amistad es como él, al final, entiende su entorno dado la suma sensibilidad con la que ha tenido que hacer frente a una realidad difícil en algunos aspectos. No obstante en este viaje entenderá algunas cosas que le harán madurar hasta puntos inimaginables para él.

No se trata de analizar sino de dejarse llevar por un paseo hacia la calidez y sensibilidad de la infancia. En este camino, Cody y su madre deberán de aprender a hacer frente a sus miedos e inseguridades a través de su misma fragilidad. Y es, de las cosas pequeñas de donde se aprende. En esta película se puede ver con verdadera claridad.

*Visualmente conmovedora

En el apartado visual de El verano de Cody (Driveways) acompaña, en todo momento, a la historia y realza con elegancia y espléndida poesía narrativa lo que se quiere contar. Transmite por tanto los delicados sentimientos con los que comienzan los personajes. Y a su vez, también se observa el cambio de paradigma en los personajes a través de la fotografía cuando la historia va hacia los últimos compases del film.

En este sentido, dejarse llevar es un imperante sentimiento que atribuye fuerza, carisma y realidad a la obra. Es, en los momentos clave, donde más resuena la dirección de fotografía y adquiere gran relevancia e importancia.

En primera instancia la casa de la hermana de la madre de Cody, actúa como una metáfora andante. Observamos que en los minutos iniciales de El verano de Cody (Driveways), la casa está atiborrada de objetos, suciedad y malestar. En consecuencia, los sentimientos de los personajes principales también están de igual manera.

Con el paso del tiempo en la historia y con los distintos sucesos que arremeten directamente en el aprendizaje de los personajes, la casa, de igual modo, también tiene un progreso y un cambio. Una especie de metáfora de limpieza del alma por dentro, y por fuera. Se podría decir y denominar, borrón y cuenta nueva. Una bonita y nostálgica sensación de sentimientos encontrados.

*Un elenco brillante

Los actores principales de El verano de Cody (Driveways) realizan un trabajo actoral impresionante. En parte, la historia pedía a gritos una buena actuación de todo el elenco para que funcionase lo que se quería narrar. Si no, no hubiera calado el mensaje y se podría haber convertido fácilmente en un buen saco de huecos y vacíos estereotipos.

El verano de Cody (Driveways) se salva completamente de este tipo de películas y en consecuencia, adquiere una gran personalidad muy marcada en su realización. Marcada, por supuesto, por el apartado visual, narrativo y actoral que lo llevan a otro nivel siendo a priori, una película con un presupuesto mucho más ajustado. Esto hace que no haya despilfarros y que se vaya directo a atacar al corazón para exprimir al máximo una buena historia.

En resumidas cuentas, la clave del éxito de esta noble y única película, se encuentra en el perfecto equilibrio entre el reparto, la dirección de fotografía y arte, y el ambiente sonoro que se convierte en toda una delicia a pesar de su austera y resonada contención.

*Conclusión

El verano de Cody (Driveways) funciona a las mil maravillas, entre otras cosas, porque va directa al grano a pesar de su corta duración. Lo mejor, los actores que acuñan un papel estelar en su carrera profesional.

En conclusión, el tono, la atmósfera y lo que transmite en líneas generales, es otro punto a favor para esta obra, que permite descubrir el pequeño y prometedor mundo de un niño de 9 años.

Escrito por Cristian Urriaga

Ignoro el lugar al que pertenece; se aloja en esa parte magia, veraz, donde todo se cuenta con escasez de información, permitiendo que el espectador participe de su sentido y sensibilidad, para componer ese mosaico poético, lírico, a la vez que emotivo.

Viendo EL VERANO DE CODY me he dado cuenta de la importancia que tiene una banda sonora adecuada, logrando que esas secuencias intimistas afloren y destaquen.

Suceden pocas cosas; su duración ronda la hora veinte minutos, consiguiendo en tan escaso tiempo despertar interés por una historia sencilla, donde su narrativa, nos domina y conquista.

Una pequeña y lujosa historia, tan sencilla como sincera, desde ese concepto formal, tan complicado de encontrar hoy día en el cine, que se mantiene en el compromiso con la realidad.

Andrew Ahn, su director, nos descubre, a través de Cody y Del, la felicidad emotiva de unas vidas diminutas, engrandecidas por conmovedoras situaciones cotidianas. Personajes multidimensionales que se manifiestan a través de un realismo que parece amañado por su propio destino.

Ciertamente, no existe conflicto... tampoco lo necesita... para LLEGAR.