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Flamenco

Flamenco
1995 España
Documental, Intervenciones de: Paco de Lucía, Enrique Morente, Manolo Sanlúcar ...
6,9
1.468
Documental Documental sobre el mundo del flamenco, su esencia, influencias y sus grandes figuras: Paco De Lucía, Enrique Morente, Manolo Sanlúcar, Joaquín Cortés y Tomatito, entre otros. La revista de cine "Sight and Sound" dijo de ella: "Intensamente creativa, nadie había filmado nunca mejor la danza". (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
9 de marzo de 2007
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película documental en la que se muestran mediante puestas en escena, varios de los palos flamencos más importantes (fandangos, bulerías, soleás...).
El reparto es fabuloso, con artistas de la talla de Paco de Lucía, Lola Flores, Rancapino, Potito, Chano Lobato y un largo etcétera; imposibles de reunir de nuevo por el fallecimiento de algunos de ellos.
La película no sólo es grande por sus "actores", sino por una mezcla suprema entre la música y las imagénes, las luces y la fotografía. La puesta en escena es a la vez auténtica y elegante. El juego de luces merece mención aparte, está muy logrado.
Toca todas las piezas claves del flamenco: el cante, la música (toque de guitarra, bajo, flauta, castañuelas...) y el baile.
Muy recomendable, pero eso sí: si no te gusta absolutamente nada el flamenco no la veas.
Mikelo
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30 de junio de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cineasta continúa con “Flamenco” su exploración como lo había hecho con su anterior “Sevillanas”, con el mismo equipo redoblando la apuesta. Una obra de naturaleza parecida y mayor duración. Se trata de presentar los distintos “Palos” del cante y del baile flamenco (de los fandangos a las seguiriyas, de la petenera a la farruca, de las bulerías al martinete) y de concentrar la expresión de cada uno dentro de una puesta en escena despojada de todo lastre que pudiera remitir a un folclorismo rancio. Saura opta por desgajar los sones de sus raíces primitivas recogiendo su representación dentro de un escenario que apuesta por la abstracción: unos paneles capaces de captar la textura cromática bajo el influjo de la luz, unos espejos que permiten jugar con los espacios y unos artistas encerrados a solas con las cámaras. Con apenas utensilios, quizá una silla, una mesa o una tarima.

Saura busca una estética junto a su operador, el gran Vittorio Storaro, que trata de escapar a toda referencia iconográfica o figurativa externa, proponiendo un extracto condensado de esencias buscando la originalidad. El cineasta recrea el arte andaluz desde un criterio discutible, tanto desde la perspectiva flamencóloga, como desde la óptica profana, más cercana al del común de los espectadores. Esos que viendo el film encontrarán en sus imágenes un álbum de lujo con los mejores cromos (excelente nómina de artistas seleccionados) y una recreación original visualmente hablando, una recreación súper estilizada de las esencias del arte, aunque quizá no tan hundida en sus orígenes naturales de los que surge y se alimenta.

“Flamenco” es un film refinado y sibarita, al que la luz de Storaro ha dotado de un arte cromático y de un recorrido temporal que coincide con los momentos del día, desde el crepúsculo, pasando por la oscuridad de la noche, por el alba y hasta el nacimiento del sol. Veinte actuaciones filmadas y creadas a través de una gama cromática que remiten, respectivamente a la tierra, el fuego, la luna, el aire y el sol. Un intento muy loable por parte de Saura de difundir el arte flamenco internacionalmente, darlo a conocer sin ningún complejo, es más, sintiéndose orgulloso de nuestra cultura e idiosincrasia.
Antonio Morales
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2 de noviembre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me une, como a tantísimos españoles, un gran desconocimiento/distanciamiento del flamenco, ese particular acervo andaluz de nuestra cultura. Saura, en un documental bellísimo y fascinante, lleno de brillantez a todos los niveles, con el único y loable fin de acercar a cualquier espectador el pasional y racial universo falmenco, logra que prácticamente hasta la más ignorante persona acerca de ese microcosmos, que hasta el más frontal enemigo del mismo no sienta por éste un mínimo de respeto y hasta logra gustarle alguna pieza. En "Flamenco" se tocan todos los palos y estilos, y solo la entidad de los bailaores, cantaores, guitarristas y demás hacen del film la pieza maestra e imprescindible para el forofo de este arte.
Es una obra notable, nada elitista y sí muy acercadora, de genial fotografía del maestro Storaro y sobresaliente puesta en escena sin que la brillantez estética de la propuesta constituya ni por asomo un archipretencioso ejercicio de autocomplacencia o sabiduría alejado; más bien es todo lo contrario. Es hasta un pseudomusical dónde se adivina un ligero argumento. Un film bellísimo.
kafka
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24 de julio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Documental sobre el Flamenco, con el que Carlos Saura representa los distintos palos de este arte andaluz, a través de una veintena de actuaciones de grandes figuras del género. Asimismo supone la primera colaboración del autor con el célebre director de fotografía italiano Vittorio Storaro, encargado de plasmar la puesta en escena de la velada, dentro de un escenario formado por paneles y espejos que permiten jugar con la luz y el espacio.

Un ímpetu metafórico recorre esta antología del cante, el toque y el baile gitanos, de la que se rodaría una secuela tres lustros después.



"...lo que hoy llamamos Flamenco y que se expresa mediante el cante, el baile y la guitarra."
CINECLUB
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20 de noviembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fatiguitas las que yo tengo compañera de mis carnes que lloran cuando nos ven juntos, amor mío.
Me hubiera gustado más a la pata la llana, acanallada, más sucia y fea, con churretones de grasa escurriéndose por las comisuras de los gordos labios, en tabernas de mala muerte, en tascas infectas, con el suelo lleno de mierda y el público borracho como una cuba, sudoroso, con sangre y lágrimas y odio, romanticismo desorejado y desencajado, descerrajado, enraizado, con solera y raigambre, arcaizado, vivo y rampante, hiriente e hirviente, a borbotones de miedo, desolado, de penas y quebrantos lleno, de gloria y angustia repleto, a tumba abierta, desparramado, desperfecto, esperpento, agonía moribunda, navajas al viento, sol y luna de veras, lorca y caracol y camarón, locura y belleza, sordidez y grandeza, un hermoso engendro, el diablo sobre ruedas, rayos y centellas, todo eso mucho mejor que todo esto, donde va a parar, que tanta preciosura formal envasada al vacío, aséptica, liofilizada, sin mancharse las manos como pilatos, tan bonita o chula fotografía, geriátrica, de museo o tanatorio, una pena, hierática, mística helada, gélida, estática, rígida, arteriosclerótica, sublimadamente equivocada, maqueada, pulida, muerta, cuando lo que yo más disfruto de este buen arte es casi todo lo contrario, con la celebración de la comunidad exaltada, aupada y elevada por la fuerza extática del grupo o familia infinita, feliz y crispada, arrebatada, todos a una, con la improvisación y el instante irreemplazable, el desahogo abominable que libera y purga de todo lo malo, la experimentación y el estrambote, la expresión más popular y honda, indescriptible, bruta, salvaje, miserable, grandiosa, no esta cosa escuálida, anoréxica, oficial y armada, culturalmente aceptada y validada, institucionalmente presentada, tan burguesa y escanciada, sí con la suspensión y el verbo verdaderamente poético, el desgarro y el abismo, el vértigo y la nada, pero bueno, tampoco nos pasemos, estuvo bien el cuento, higiénico, correcto, cerrado, con traje y corbata, impoluto, sin aceite ni de pan migas, desinfectado, desahuciado, envainado, sin vísceras ni huesos, carcasas, fantasmas entre sombras, con mucho juegos de luces y oscuridades que casi no podemos con sus cuerpos y caras solazarnos, con sus arrugas y estropicios, la vida de verdad vivida, la que deja surcos y marcas, cicatrices y heridas, aquí se difuminan esas huellas del tiempo, se borran, maquillan o desdibujan, nos las hurtan, la piel es eludida, elípticamente trascendida, inodora, insabora e incolora, nos tienen por niños pequeños a los que hay que mentir por su bien y buen crecimiento, para que así seamos otro tornillo listo para acoplarse al engranaje, predispuestos, aptos, convenientes o idóneos, pero lo dicho, no tanto nos quejemos de vicio, aplaudamos el congelado intento con una sola mano, la que lleva siempre el guante blanco puesto, la de ir al banco.
No están todos, pero todos los que están lo son en muy mayor o bastante menor grado, claro, los de antes y los de más ahora, gente grande, importante, el comienzo es poderoso y hermoso, después tal vez se estanca y acurruca y arruga y amuerma, se ablanda y adorna, se conciencia y amarga y amodorra, embalsama y pierde y anonada en su propia belleza esmaltada, encapsulada, masacrada, huera y distanciada, cara.
El flamenco abierto en canal no para hacer una autopsia con él, sino que para bailar sobre su calavera yo lo prefiero.
Elijo el tópico solemne y furioso, grotesco, caricaturesco y negro, a sangre y fuego, leyenda y dolor y delirio, el mito primitivo, el sacrificio de inocentes sin casi ningún motivo mucho antes que el aguado y afeitado producto manufacturado por maestros con las mejores intenciones, esos comerciantes del cine que pretenden vender nuestra alma pura en los impersonales mercados de la nada a precio de saldo, por una palmada y tres duros.
Ferdydurke
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