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El gran silencio

Western Tras ver morir a su marido a manos de un despiadado cazarrecompensas (Klaus Kinski), una mujer (Vonetta McGee) contrata a un mercenario, apodado Silencio (Jean-Louis Trintignant), para que acabe con el asesino de su marido. (FILMAFFINITY)
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
4 de septiembre de 2009
70 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que rastrear en el mercadillo del spaghetti western puede constituir una labor poco menos que frustrante y descorazonadora cuando uno ha flipado previamente con la obra de Leone. Y es que -no nos engañemos- si el SW puede presumir de calidad y prestigio es única y exclusivamente gracias al legado del gran Sergio.

“El gran silencio”, en este sentido, constituye un excelente botón de muestra en relación a mis argumentaciones. Sobre todo teniendo en cuenta que, según los expertos, la peli de Corbucci es la gran obra maestra del mismo (por encima de “Django”, incluso) y uno de los mejores spaghetti no firmados por Leone. Pues bien, si visionamos la peli de marras con un mínimo de imparcialidad y criterio nos daremos cuenta de que, cualitativamente, no es gran cosa. Empezando por el montaje (bastante chapucero), continuando por los diálogos (triviales a más no poder) y acabando por la mayor parte de las interpretaciones (flojillas, flojillas).

Le adjudico seis estrellitas (y no menos) porque siempre me ha gustado premiar la originalidad (un western en la nieve es, ciertamente, atípico), porque fotografía y música son más que correctas (Morricone siempre cumple), porque la pulsión erótica entre Silencio (Trintignant) y la bellísima Pauline (Vonetta McGee) es brutal, porque hay que tener un par para rematar una peli como lo hace Corbucci y porque, a pesar de los pesares, algo más que el nombre evidencian tener en común los dos grandes Sergios del eurowestern.
Taylor
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4 de julio de 2008
42 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al hablar acerca del spaghetti western, resulta difícil no caer en el convencionalismo de focalizarlo el epítome genérico en Sergio Leone, y es algo no demasiado erróneo, debido a que es un género que, casi todo lo que aportó al cine moderno, surgió de la mente del genio romano, tanto su gusto por la violencia seca y abrupta, como su brillante planificación, capaz de esculpir el tiempo de una manera primorosa, así como el regusto por la artificiosidad y el tono burlesco de su obra. Eran escasos los directores que han conseguido que sus cintas encajen bien, dentro de los cuales destaca Corbucci, suerte de remedo leoniano que tuvo notoriedad a raíz del triunfo de la irregular Django, revolucionaria más allá por su exagerado hiperrealismi más que por sus formas narrativas y su nulo guión. Buen cineasta de un talento más visual que otra cosa, en su cine se pueden discernir varios elementos que le colocan en una zona media entre los irregulares directores del género y el dios de este, el ya mencionado Leone, como puede ser su gusto por la tragedia o su gusto por las situaciones altamente barrocas y paroxistas. Con buenas cintas, como El mercenario, su gran obra maestra es El gran silencio, uno de los westerns más extraños y pesimistas que se hayan realizado jamás en toda la historia del cine, especialmente dentro del spaguetti western, donde, si bien es cierto que las historias solían carecer de profundidad debido a que la principal función era entregar una ensalada de tiros, solían reconocerse por su final feliz, con personajes fanfarrones y chulescos, y un carácter que, más que misógino, algo de lo que Leone fue acusado, podría decirse asexuado, y cierto tono épico que era rebajado por la comicidad de varias secuencias. Pues Corbucci rompió con todo aquello y realizó una cinta alejada de convencionalismos, ya que, para empezar, se lleva la historia del desierto a la nieve más extrema, y donde la profundidad de la historia triunfa por encima de la brillante puesta en escena y donde la épica queda borrada de un plumazo debido al elemento negativista que pesa sobre toda la película, ya que hasta Ennio Morricone borra sus trompetas y deguellos para realizar una partitura intimista y sobria.

Si el western es por sí mismo el género cinematográfico por excelencia, podemos afirmar que el spaghetti es la sublimación de todos los valores de la leyenda, siendo una visión casi infantil de la historia del oeste norteamericano, contada a modo de cuento con un halo poético bastante desvirtuado, quien realizó aquí un profundo análisis de la condición humana en un western puramente humanista, como una suerte de Robin Hood. Corbucci habla en la película acerca de ese choque entre fuerzas, de la violencia imperante en una nación joven y de cómo las leyes llegan al salvaje oeste y la legalidad que ampara a una nación en la que tener un arma te posibilita poder matar a alguien si es en defensa propia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony Montana
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30 de julio de 2008
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraño SW nevado, algo ya raro en el western americano y directamente insólito en el europeo. Esta cualidad hace ya del film algo especial, lo que unido al (traumático) silencio de su personaje principal termina por convertirlo en un ejercicio de abstracción y estilización que pone la película sobre la media del género. El prestigioso Trintignant encarna, en un papel raro en su filmografía, a un (aparentemente) infalible pistolero (como casi siempre en el género parece tener poderes sobrehumanos que lo transforman en una figura mítica) que mata y sufre con estilo pero es Kinski quien acapara la atención, a base de maldad e imprevisivilidad, como el inolvidable villano. Su inesperado final resulta otro punto de originalidad y distinción.
Adrián Esbilla
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20 de noviembre de 2016
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabido es que el spaghetti western no nació con Sergio Leone, pero sí alcanzó la gloria con el irrepetible director romano; asimismo, tal éxito propició la aparición como setas de otros cineastas, italianos, españoles e incluso alemanes, que, imitando a Leone, se atrevieron a rodar westerns en Europa. La mayoría alcanzó pobres resultados, pero también hubo una selecta minoría responsable de películas notables rozando la excelencia; es el caso de Sergio Corbucci, Sergio Sollima o Enzo Barboni.

Corbucci suele ser considerado como "el mejor después de Leone", y verdaderamente tiene títulos míticos: "Django", "Los compañeros", "Salario para matar" y ésta, "El gran silencio", un western nevado que flirtea con la categoría de película de culto (aunque no pocos spaghettis son considerados así).
Una vez vista comprendo muchos aspectos de "Los odiosos ocho", la última genialidad de Tarantino, y que tanto debe a este film de Corbucci.

"El gran silencio" ("Il grande silenzio") hipnótico ya desde el título, es un largometraje pesimista, descarnado, áspero, triste, onírico, desgarrador y hermoso. Rodado íntegramente en los Dolomitas italianos, la nieve no deja prácticamente de verse, y el poder de sugestión es grande, tanto por ello como la inolvidable música del maestro Morricone, cuyos acordes similares a los copos del helado elemento envuelven aún más a la película en esa atmósfera opresiva, irreal, agobiante y desesperada. Con escenas de gran lirismo, aunque violenta y hasta sádica, nada es políticamente correcto y Corbucci demuestra gran personalidad para acabar el film de la manera en que lo hace.

Contenido el incontrolable Klaus Kinski en su papel del cruel "Loco"/"Tigrero", y muy interesante el francés Trintignant como el justiciero mudo de mirada apagada, una actuación complicada, aunque demuestra tener bastante química con la bella McGee.

Muy recomendable.
Ferdin
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3 de septiembre de 2020
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
293/02(02/09/20) Pretencioso spagueti western de Sergio Corbucci, intenta ser original y revisionista en varios aspectos, incluso queriendo dejar substrato de crítica social proyectada al presente, con ideología bastante subyacente de izquierdismo, pero plasmado de modo esquemático-infantiloide, propio del Barrio Sésamo de la URSS, se nos viene a decir el capitalismo es malo (representado de modo poco sutil en un banquero sádico y un grupo de cazarecompensas) y por ello está bien ser delincuentes contra este sistema, suena muy pomposo, desarrollado de forma caótica en su historia propia de estar escrita por dos monos borrachos. Y eso que me he acercado a verlo con esperanzas por lo que había leído de positivo, pero mi gozo en pozo. Tiene entre sus alicientes al gran Jean-Louis Trintignant como protagonista (En su único western, que como no sabía hablar inglés se hizo al rol mudo y de paso da título al film), tiene de villano a un extrañamente comedido Klaus Kinski, está una bella afroamericana Vonetta McGee (en su debut cinematográfico). Tiene un escenario atípico para un spagueti western, alejándose de mi Almería desértica de Tabernas, a los nevados páramos montañosos de la cordillera alpino-italiana de los Dolomitas, está la siempre envolvente y evocadora música del maestro Ennio Morricone.

Pero todo esto queda en agua de borrajas en un relato sin pies ni cabeza, por mor de un penoso guión de Vittoriano Petrilli, Mario Amendola Bruno Corbucci (hermano del director, y el propio Sergio Corbucci, donde los personajes se comportan de modo arbitrario (nos quieren hacer ver que los cazarecompensas son malas personas por aceptar dinero por matar, pero a la vez el ‘héroe’ es un mercenario que mata por dinero), con motivaciones incoherentes, donde los que cumplen la ley son los malos y los que la incumplen son los buenos, con un romance interracial valiente para su tiempo, pero metido con calzador gratuito para enseñar carne de la sensual Vonetta, pero que ya me dirán como expone ella el dolor por su marido recientemente asesinado acostándose a las primeras con un cazarecompensas mudo (puaj!). Con diálogos que van de lo inane a lo ridículo. No suman unas actuaciones sin alma. Para derivar todo en un clímax que pretende mucho y queda en chusco y anticlimático, lo que se dice absurdo

Concebida por Corbucci como una alegoría con carga política inspirada en las muertes del Che Guevara, Malcolm X, Martin Luther King y Robert Kennedy, pero ya me dirán que tiene que ver estas con las de la película. Al parecer Quentin Tarantino fue influenciado por esta película para su fallida "Los odiosos ocho", con un escenario nevado similar al de esta película, Corbucci también inspiró a QT para su "Django Unchained", de "Django" de 1966. Asimismo, Corbucci se copia de la mencionada “Django” para el tramo final en que el protagonista tiene las manos destrozadas ante el esperado duelo final, aunque varía la conclusión.

Enfrenta a un pistolero mudo (Trintignant), luchando en defensa de un grupo de forajidos y una joven viuda vengativa (McGee), contra un grupo de asesinos de recompensas despiadados liderados por "Loco" (Kinski) y el banquero corrupto Henry Pollicut (Pistilli).

Tiene su aquel el kmodo de encarar los personajes femeninos, mostradas como mujeres de fuerte carácter en el film, como son estas las que provocan el deux machine, las que contratan a Silencio como asesino a sueldo, donde Regina, madame del Saloon se erige en líder oficioso del pueblo. Y está Pauline que además representa a la minoría negra, raza a la que se hace referencia despectiva por los malos en varias ocasiones, mujer hermosa que sabe defenderse. Pero esto son solo esbozos de algo que quizás pudo ser, pero es saboteado por una narración sin pies ni cabeza.

Aquí todos tiene un extraño código moral, y es que todos matan cuando ya el otro ha desenfundado o hecho ademán, ósea, aprovechándose de que es el otro un incauto, concepto idiotesco cuando se repite una y otra vez, incluso cuando están solos dos personajes (Loco y el sheriff solos en el bosque nevado). Vamos, que si nadie llevara armas no habría muertos, mendo cachondeo. Por cierto, oímos la recompensa que piden por varios ‘cazados’ por Loco, pero nunca nos enteramos del porqué ‘vivo o muerto’, pues deduzco que no habrá sido por escupir en la calle. Tampoco entiendo el poder que se arroja el sheriff cuando dice que puede detener, juzgar y ejecutar, pues estas dos premisas últimas no son ni reales, ni creíbles. Tampoco sé por qué el sheriff detiene a Loco, simplemente porque le cae mal. Como tampoco se cual es el delito de esos proscritos escondidos en las montañas, cual partisanos en medio de la WWII, ridículo.

‘Ennio Morricone, frecuente colaborador musical de Corbucci desde Navajo Joe, y conducido por Bruno Nicolai, ofrece umelodias melancólicas evocadoras, con solos de violín y las flautas se utilizan para crear leitmotifs wagnerianos para resaltar el conflicto de Silence dentro de la sociedad en la que se encuentra.? (¿?)

El rodaje de locaciones comenzó a finales de 1967 en Cortina d'Ampezzo (Veneto) y San Cassiano en Badia (Tirol del Sur). Varias escenas de Snow Hill se rodaron en un escenario construido específicamente para la película, con cabañas de troncos y techos alpinos. Muchas de las colinas circundantes se utilizaron para varios escenarios, incluido el escondite de la pandilla de Loco, la estación de paso, la ruta de la diligencia y el cementerio de Snow Hill. Luego, la producción se trasladó a las zonas del sur de Italia; El flashback de Silence sobre su infancia se filmó en el lago Bracciano, cerca de Manziana en Lazio. La ciudad cinematográfica de Elios ambientada en Roma, que anteriormente había sido utilizada por Corbucci en Django, se utilizó para varias escenas de Snow Hill (incluido el duelo final). La mayoría de las escenas de Snow Hill filmadas en Elios se rodaron de noche para que la falsa "nieve" pareciera más convincente;... (sigo en spoiler)
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TOM REGAN
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