Dos cuentos para dos

Un agradable y sorprendente descubrimiento me ha parecido esta divertida comedia romántica de enredo, emotiva y popular, una disparatada trama de evasión, de lujo con excéntricos banqueros y millonarios recién llegados a una nueva forma de vida. El mejor reclamo para atraer el público al cine y olvidar por un rato la pobreza de la postguerra que aún existía en la calle. Producida por CIFESA, se trata de una fábula moral en clave de cuento fantástico que te provoca momentos jocosos y situaciones disparatadas. La adaptación de la novela “El despertar de la Cenicienta” de José Mallorquí (autor de las novelas de El Coyote). Una película humilde, sin grandes pretensiones pero muy fresca y desenfadada a cargo de Luis Lucia, cineasta muy pegado a un cine popular.

Jorge (Tony Leblanc) y Berta (Carlota Bilbao) son novios, el primero es un hombre apocado que se lamenta de su sueldo miserable en la joyería donde trabaja que no le da para casarse, ella es una mujer segura de sí misma y llena de vigor para conseguir sus objetivos trabajando en la manicura de un selecto instituto de belleza. Era el primer film del cómico madrileño como protagonista acompañado por un genial y entrañable Pepe Isbert que como siempre está insuperable, la escena en que se conocen puede pasar a las antologías de los mejores momentos de la comedia española. Juan Espantaleón como joyero avaro y tramposo, Julia Lajos como celosa esposa del estrafalario banquero, forman un casting de secundarios estupendos.

A pesar de la férrea censura, se atisba en su argumento una leve sátira hacia las diferencias de clase – los dos novios trabajan en sitios de prestigio pero están mal pagados –, y la estúpida forma de comportarse las clases acomodadas, con sus mansiones, el glamour como sucedía en las clásicas comedias americanas de entonces “screwball comedies”, pero sin llegar al esperpento. Resulta muy indicativo que las clases medias tuvieran que esperar una herencia inesperada para realizar sus sueños idílicos. En definitiva, una comedia filmada por grandes profesionales, poco conocida y por lo tanto recomendable, muy digna para la Historia del cine español.

Magnífica comedia de enredo con Tony Leblanc en su primer papel protagonista tras su debut en 1945.
Basada en la novela del barcelonés José Mallorquí, "El despertar de Cenicienta" de 1943, fue dirigida por Luis Lucia, descubridor para el cine de actrices tan famosas como Marisol, Rocío Dúrcal o Ana Belén, ahí es nada.

Una verdadera joya desconocida del cine español con un guión genial y elegante (no como en las películas de mal gusto de ahora) con un fondo de cuento de hadas tierno, romántico y simpático y sobre todo siempre optimista en una época franquista de posguerra que estaba muy necesitada de esperanza y evadirse en los cines de todo lo malo a través de esta comedia tan hollywoodiense o “comedia chiflada” al estilo de “La muchacha de la Quinta Avenida” de 1939 burlándose de las extravagancias de los ricos y convirtiendo a una cenicienta en toda una princesa de palacio; o aquella española “Ella, él y sus millones” de 1944 que refleja las desigualdades y las critica y cuyo protagonista ansía pertenecer a la aristocracia y vivir en un palacio. En las tres el amor triunfa a pesar de las adversidades y los celos siendo el final entrañable.

José Isbert y María Isbert (padre e hija) vuelven a trabajar juntos y al igual que en “Ella, él y sus millones”, José Isbert es un aristócrata que vive en una mansión; los dos coincidieron en otras seis películas más. Pepe Isbert y Tony Lebranc trabajaron juntos en siete películas siendo esta la primera.

También para Eduardo Fajardo fue su primer papel protagonista y destacar que todavía está entre nosotros a la edad de 92 años, Carlota Bilbao que en este filme interpreta a dos personajes distintos nos acaba de dejar justamente hace dos meses a la edad de 98 años, (siempre se la recordará por ser la madre del niño de “Marcelino pan y vino” de 1954), María Isbert vivió hasta los 94 años, Manuel Alexandre (que no está acreditado y hace un pequeño papel de policía)que vivió también hasta los 94 nos dejó hace 6 y el gran Tony Leblanc que nos dejó hace 4 a la edad de 90 años. La verdad, creo que la mejor medicina para el cuerpo es tener siempre una sonrisa y estar de buen humor y no dejar que nadie ni nada perturbe nuestro estado de ánimo, viva la risa.

"La risa es el consuelo de la Humanidad, la caricia del espíritu, el eco de la buena consciencia, la expansión de la juventud, la música que brota del alma, al calor que rompe el hielo, la vida, la salud, la libertad, la dicha; todo lo bueno se refleja en la risa"
José Isbert.

Resalto tres escenas de lo más divertidas que he visto:

Ingeniosa y brillante la escena de la clase de boxeo de Pepe Isbert y Tony Lebranc, (fue campeón del peso ligero en la vida real).
La divertida escena de la parejita encarcelada y sus diálogos con el carcelero.
La escena cuando Tony Lebranc conoce la noticia de la herencia.
Las escenas de Julia Lajos disfrazada de mujer de la limpieza pegando al pobre de Pepe Isbert.

Lo dicho, recomendada 100%

La película es muy simple, de trama también simplista, pero tiene un interés histórico. De 1947, un año terrible de la postguerra (uno en los que más hambre hubo) la gente podía soñar con ser millonario, como cada año en la Lotería, que es lo que evoca Tony Leblanc cuando se entera que es heredero de una fortuna.
La fotografía, el blanco y negro, es muy buena. Y a eso se añade ver un Tony Leblanc de 25 años y un Pepe Isbert, que ya era mayor, 61 años y trabaja con la misma naturalidad de siempre, aunque se luce menos porque el guión no es ingenioso.
Los diálogos son a veces un obvios y muy tópicos; intentan hacer gracia pero no tienen mucha. Le hubiese venido bien a esta película un poco de malicia. Pero, claro, es como un cuento de hadas.

La verdad es que no hay por donde cogerla. Un argumento que no tiene pies ni cabeza, absurdo, pero absurdo a fuerza de estúpido, incongruente e increíble; situaciones que no se admitirían ni en el peor cuento infantil para niños menores de tres años. en fin ¿para qué seguir?. Uno se pregunta que a quién se le ocurriría llevar al cine la novelita de la que procede esta película.

Películas anteriores a 1947, ha habido comedias, por supuesto, pero bastante descafeinadas, o muy teatralizadas.

En cambio, esta, se nota la frescura de las comedias típicas españolas de los años 60, y me sorprende ver que ya en 1947 hay este tipo de comedias.

Un gran trabajo, porque hay muy buena comedia. Y encima vemos a un Tony Leblanc muy joven, apuesto y agradable. Que hace un papel de un poco el tonto, pero lo hace muy bien. Quizás el cambio de "tonto" a "atrevido" es demasiado brusco, pero bueno.

Pep Isbert también sale, el abuelo de España, sobre todo de los años 60, aquí le vemos en todo su esplendor. Y también vemos a una jovencísima y casi irreconocible María Isbert.

Elenco fantástico (bueno, alguna carencia) para un entramado algo predecible, pero que lo que salva de esta película son los diálogos de la comedia.

Una sorpresa grata, sí!