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La dama blanca (Reina de espadas)

Drama. Romance. Terror 1806: Un oficial del Ejército obtiene de una avejentada condesa el secreto para ganar perpetuamente a las cartas. Lo malo es que esta lo obtuvo a través de un pacto con el Diablo. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
1 de marzo de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fiel adaptación del extraordinario relato de Pushkin "La dama de picas", estamos ante un película del género fantástico, subgénero pactos con el Diablo, que urge redescubrir. Muy lograda ambientación histórica -la Rusia de principios del XIX-, maravillosa fotografía y banda sonora, excelentes interpretaciones, y una historia de suspense que asombra al espectador desde la primera a la última escena, a pesar de un desarrollo algo lento en algunos momentos.
Un film interesantísimo, pues, para paladares finos, aunque sería aconsejable que, para mejor entender la resolución, el espectador se informase bien sobre el juego de cartas llamado "El faro" que da lugar al caso diabólico.
Cenizales
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10 de septiembre de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia de fantasmadas, recomendable verla a medianoche, parece un episodio de la dimensión desconocida, pactos con el diablo y cadenas de Scrooge, su lanzamiento ha sido esporádico, casi de contrabando, pocas veces por tv y cable.

Un tipo acomplejado de Napoleón en San Petersburgo de 1806, y una tiendita que cumple todos tus sueños, macabra historia de oficiales sobre pecados capitales, con una atmósfera para cualquier monstruo de la Universal Studios.
John
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3 de abril de 2024
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Los amantes del terror gótico se encuentran de enhorabuena con esta cinta olvidada-perdida que no fue rescatada sino hasta hace muy poco.
Adaptada de un relato corto de Pushkin con todo el mimo y cuidado de que son capaces los británicos en los melodramas de época- ya saben, esa atención meticulosa por el detalle y ese exquisito cuidado en la recreación de la atmósfera- casi podríamos sostener que en la escenificación se encuentra el 70% del valor del film aunque no podemos olvidarnos ni dejar de lado tampoco, el corazón de la inquietante historia de fantasmas, del descenso a los infiernos del hombre en su sed de ambición y codicia, en otra fascinante y atrayente recreación más de venta del alma al diablo.
Ambientada en el corazón del San Petersburgo de inicios del XIX. La ciudad de los inviernos eternos, la de la más despótica aristocracia y la de las desigualdades más marcadas, un plebeyo capitán del ejército se codea con los aristocráticos oficiales que han comprado su cargo, cuyas vidas discurren entre los excesos del alcohol, mesas de juego en las que se intercambian fortunas y entregas desenfrenadas a la lujuria de las prostitutas que les acompañan.
El capitán (Anton Walbrock) les acompaña en silencio pero no participa del desenfreno. Su situación en la vida no le permite entregarse a ello y se limita a observar a sus compañeros con una mezcla extraña que podría oscilar entre la envidia y el desprecio. Resulta ser un gran admirador de Napoleón al que considera un hombre que ha ascendido al poder gracias a sus propios méritos y, en realidad, se cree mejor que sus compañeros, seres viles enchufados, parásitos de la sociedad...Un resentimiento enorme comienza a crecer dentro de sí.
El orgullo, la ambición, la envidia, la codicia y una ira mal reprimida forman un cóctel explosivo dentro de él que envenenará su alma.

La película tiene un comienzo prolijo. El director se toma su tiempo en introducirnos en la historia, mostrarnos la situación y los personajes y sumergirnos en ese ambiente espléndido y sórdido a la vez. Demuestra una maestría fuera de toda duda al recrear el paisaje, los decorados, la caracterización de los personajes, la simbología de los objetos y crear un clima de inquietud y desasosiego, tristeza y decadencia.
Luego, una vez instalados, la magia del relato se encargará de hacer el resto y de que los espectadores nos vayamos sintiendo subyugados por esta historia de horror y fantasía, magia y superstición, romanticismo exacerbado y compasiva melancolía.
Dos son los personajes que conviene destacar, a los cuales Dickinson presta más atención.
El protagonista y Edith Evans, la vieja condesa rusa, que hace una interpretación realmente memorable.
Son los personajes malditos, dueños de la narración, los instrumentos del diablo que han sucumbido ante el mal. Son los personajes más interesantes y más desarrollados, los demás son más accesorios aunque igualmente atractivos en su papel.
Si hay que buscar alguna pega yo se la pondría a la ralentización del ritmo hacia la mitad de la película. Ahí he tenido la impresión de que el relato se alarga innecesariamente, creo que a esta cinta le sobra un pelín de metraje, el cuento es corto y la cinta debiera serlo también. De hecho, en su última media hora, la película toma un impulso extraordinario, cobra vida y vigor, alcanza un clímax frenético y emocionante y esto contrasta extraordinariamente con el tono reposado y tranquilo con que se había conducido hasta entonces.

En fin. Los amantes de este tipo de películas no pueden dejarla pasar. Si pactas con el diablo asegúrate de cumplir con lo pactado. No creas que de ese tipo te vas a escaquear así como así...
Izeta
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