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Medianoche

Comedia Huyendo sin un céntimo y sin siquiera su equipaje, la estadounidense Eve Peabody (Claudette Colbert), llega a París en plan de hacerse con un nuevo futuro, y de inmediato, se propone buscar empleo... con tan buena suerte que enseguida encuentra a un afable taxista, Tibor Czerny (Don Ameche) quien decidirá transportarla por la admiración que le despierta, más que porque piense que ella pueda pagarle. Así comienza una historia de amor repleta de sorpresas. [+]
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
4 de diciembre de 2005
56 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decían las maliciosas y viperinas lenguas en Hollywood (Wilder) que Billy Wilder, desconteto con el tratamiento, del que para él afeminado y demasiado sofisticado Leisen, había dado a sus portentosos guiones ("Midnight", "Arise my love", "Hold Back the Dawn"), presionó al estudio para que él mismo dirigiese sus historias, el resultado ya todos lo conocemos con "The Mayor and the Minor" el director vienés iniciaría una trayectoria imparable. Pero uno viendo la versión que del fabuloso guión de Wilder y Brackett, que ese director tal vilipendiado construyó, no puede estar de acuerdo con el genio vienés, Medianoche es una comedia donde la dirección de Leisen no sólo está a la altura de excelente libreto, sino que por momentos estamos asistiendo a unas de las mejores "screwball comedies" que jamás se hayan hecho.

Las deliciosas aventuras de una cenicienta en un Paris vital y alegre (antes de la guerra) es un espectáculo de diálogos rápidos, contundentes, escenas de hilarante humor y desarrollo donde el ingenio está presente en cada fotograma. Asistimos a dos mundos paralelos, el de los taxistas, de la gente humilde, que comparten sus desdichas y sus alegrías (en ese sentido la escena en que Don Ameche baila en un entrañable bar con una Claudette Colbert impresionate, y tiene que compatir ese momento con todos los taxistas que forman una comunidad en toda su extensión es aclarativa) y el de la alta sociedad, cerrada a cualquier intruso, que juega, se divierte, se emborracha en un mundo que pronto va a cambiar. En esas fabulosas fiestas donde corre el cava, se baila la conga, se viste la últimá moda la cámara de Leisen retrocede ,se aleja dando una cierta visión social a esta impresionante película.

Como toda buena comedia loca que precie, Medianoche termina ante la autoridad (el juez, al igual que "La fiera de mi niña") que se verá sobrepasada ante una realidad imposible (el divorcio de un matrimonio que jamás existió) es la locura ante lo convencional, lo establecido
granon
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26 de agosto de 2008
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablamos de una comedia fresca e inigualable, dirigida por Leisen y escrita por Wilder.
La magia del maestro se puede ver facilmente en esta cinta, en la que la locura y el desparpajo de Colbert iluminan la pantalla.

Una historia original y alocada que en ningún momento baja el ritmo que imprime al principio. Lo único verosimil es que una chica americana llega a París. A partir de ahí somos presa de un surrealismo mágico y enrevesado pero bien cimentado puesto que la historia no deja ni un cabo suelto.

El guión es simplemente espectacular. No son pocos los momentos en los que sueltas una gran carcajada porque algunas situaciones son de órdago (Spoiler).

La protagonista esta bien secundada por Ameche, un taxista que la ayuda y que se enamora locamente de ella. A medida que va avanzando la película se presentan los demás personajes, también geniales, cada uno con importancia en la historia.

Por otra parte, la película se trata de una crítica feroz a la burguesía. Arremete contra ella sin sonrojo criticando su día a día, su forma de pensar y sobre todo, por la forma de llevar a cabo muchas cosas, por ejemplo, un matrimonio.

En fin, totalmente recomendable para todos los que digan ser amantes del buen cine y para todo espectador en general. A los que les apasionen las comedias sólo decirles que tengan cuidado, puede que se encuentren con la mejor comedia que vayan a ver nunca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
h e r m a n ô n e g r ö
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24 de octubre de 2008
33 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para muchos es el largometraje más destacado de Mitchell Leisen. Charles Brackett y Billy Wilder escriben el guión a partir de un argumento de Edwin Justus Mayer y Franz Shulz. Se rueda en los platós de Paramount Studios (Hollywood), salvo algunas tomas filmadas en Paris. Producida por Arthur Hornblow Jr (“Testigo de cargo”, Wilder, 1957), se estrena el 15-III-1939 (EEUU).

La acción dramática principal tiene lugar en Paris y Versalles a lo largo de dos días de 1938, con un epílogo final. Una corista norteamericana en paro, Eve Peabody (Colbert), llega a Paris en busca de trabajo. Conoce al taxista Tibor Czerni (Ameche), de origen húngaro, que se enamora de ella y la invita a cenar. Más tarde conoce a Georges Flammarion (Barrymore), que la ayuda a encontrar alojamiento, la invita a una fiesta en su mansión de Versalles y le propone que enamore a Jacques Picot (Lederer), amante de su mujer, Helene (Astor). Eve es sencilla, simpática, honesta e inteligente.

El film suma comedia y romance. Es el largometraje nº 12 (sobre un total de 41) de la filmografía del realizador. Contiene elementos de “screw comedy” o comedia alocada. La acción se apoya en un guión escrito con maestría. El ritmo es ágil e intenso. Los diálogos son rápidos, ocurrentes y chispeantes. El humor se basa en torpezas, confusiones, suplantación de identidades, falsas identidades, engaños, mentiras, embrollos, etc. También se apoya en situaciones inesperadas, sorprendentes, imprevisibles e insólitas (Eve llega a Paris en traje de noche y sólo lleva lo puesto). Se sirve, además, de ocurrencias hilarantes, sorpresas y comportamientos impropios (quitarse los zapatos durante un concierto). Añade elementos de burla, farsa y crítica mordaz, que focaliza en la estupidez humana, la presunción, la vanidad y la falsedad. No falta el recurso al absurdo, la incongruencia y la locura.

La historia hace referencia a varios trazos del cuento de Cenicienta: la chica pobre, las ayudas casi mágicas que recibe, la llegada del príncipe azul, el temor de que la medianoche rompa el hechizo de la buena suerte, etc. Divide la sociedad en dos grupos: la burguesía y las personas humildes. La burguesía es perezosa, inútil, tonta, vanidosa, infeliz y mentirosa. Las personas sencillas son solidarias, alegres y felices. La interpretación de Colbert es espléndida. Son convincentes las de Barrymore, Astor (embarazada), Lereder, etc. El vestuario es variado y deslumbrante. Ofrece imágenes de época (1938) de París, cuyas calles lucen entrañables modelos nuevos de coches Renault (Juvaquatre, Primaquatre, Vivaquatre...), Citroen (series Rosalie), Peugeot (series 200 y 300) y Rolls Royce. La concentración de taxistas recuerda un hecho histórico ocurrido en Paris durante el sitio de la ciudad en tiempos de la IGM.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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20 de noviembre de 2011
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era de noche y estaba lloviendo cuando Cenicienta llegó a París. Bruscamente arrancada de un sueño en el que hacía saltar la banca de todos los casinos de Montecarlo, Cenicienta, envuelta en su hermoso vestido de noche de lamé dorado, se asomó a la inhóspita noche parisina y se dijo que aquello no era muy distinto de Kokomo, Indiana. También allí se ponía el sol, también allí llovía. Cenicienta recordó entonces que el final de su sueño eran veinticinco céntimos y el boleto de una casa de empeños, y supo que ningún apuesto príncipe sería tan idiota como para estar esperándola bajo la lluvia, ni allí ni en ningún puente sobre el Sena. Si de algo podía estar segura era de que ningún hechizo mágico iba a darle techo y comida y de que, aunque así fuera, a toda Cenicienta le llega siempre su medianoche. Bajó del tren, apretó con fuerza la moneda y echó a correr. A lo lejos, entre la lluvia, había creído ver algo parecido a una carroza.

Había nevado y era de noche cuando Billy Wilder llegó a Nueva York en enero de 1934 con tan sólo 11 dólares en el bolsillo. Cinco años más tarde, en compañía de Charles Brackett, escribió el primer gran guión de su carrera, una historia cuyo punto de partida está inevitablemente ligado a su propia experiencia vital y que contiene, en germen, buena parte de las recurrencias de sus obras maestras futuras: el mismo París irreal e idealizado de “Ariane”, “Sabrina” o “Irma la Dulce”, su afición a las estaciones de tren, su amor por la farsa y el fingimiento, por los cambios de identidad y las suplantaciones, por los romances envenenados con negro cinismo y maliciosa ironía.

Si alguna vez se acuñaron expresiones hoy día tan devaluadas como “deliciosa comedia romántica” o “chispeantes diálogos rebosantes de ingenio” fue, en gran medida, gracias a películas como esta, en la que el descomunal talento de Wilder y Brackett para hilvanar y ensamblar a la perfección un sinfín de equívocos, casualidades y situaciones delirantes se combinó con el no menor talento como director y diseñador artístico de Mitchell Leisen, uno de los reyes indiscutibles de la sofisticación y la elegancia y a quien debemos, en buena parte, que Wilder acabara dando el salto a la dirección, harto (son sus palabras) de que aquel mariposón hablara más con sus sastres que con sus guionistas y se pasara el día cortando las jodidas líneas de sus textos.

Lo cierto es que “Medianoche” es una de las mejores y más divertidas comedias que dio Hollywood en los años dorados del género, cuando la nostalgia no era excusa para el empalago y los cuentos de hadas podían servirse sin mucho azúcar y con doble ración de arsénico. Y aunque corran tiempos desmemoriados y arrogantes en los que todo se da por sabido aun sin haberse conocido, siempre quedará alguien dispuesto a jurar que aquella Edad de Oro, muerta y enterrada hace mucho, existió en realidad y no en la imaginación de nadie y que hay motivos de sobra para recordarla y, también, para echarla de menos.
Normelvis Bates
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10 de julio de 2007
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las mejores películas de Mitchell Leisen, perteneciente a la época en la que Hollywood comenzaba a adaptar para el cine comedias de éxito de Broadway. Podemos decir que esta película representa buena parte de la creación de la comedia sofisticada.

Lo mejor de esta película está en el guión, es una película muy apoya en los diálogos y en los excelentes gags, y todo ello gracias al excelente guión de Billy Wilder y Charles Brackett. Muchos críticos consideran a Leiden, en buena parte, responsable de que Billy Wilder y Preston Sturges, sin duda sus mejores guionistas, se pasasen a la dirección. En definitiva, fueron grandes escritores, grandes creadores, que decidieron dirigir sus propios guiones, y se sumaron a la lista de los grandes directores.

Leisen desarrolla en “Medianoche” una historia en la que sus personajes siempre mienten para salir de la situación en la que se encuentran. La historia va avanzando progresivamente hasta que llega a ser toda una aventura norteamericana. Es una película que habla de la mentira, de las clases sociales, del amor, del matrimonio...

Hay que destacar el perfecto trabajo de los actores, todos ellos están fenomenales, y por su puesto destacar todas esas maravillosas situaciones cómicas que convierten a la película en una de las más brillantes del género, y en la que se nota la mano del maestro Wilder.
Oscar
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