Extraños en la noche

Una pequeña - sólo 56 minutos - pero muy sabrosa película del inolvidable Anthony Mann que narra una jugosa historia de manera muy sintética y con notable ritmo. Interesantísima, capaz de contar en una hora escasa más que ladrillos actuales de tres horas. Y es que detrás hay nada más y nada menos que un buen guión, unos buenos actores, una buena producción y un cineasta que luego fabricaría en los 50 y 60 una obra maestra tras otra.

Otro film mas de los años de aprendizaje de ese gran director que fue Antony Mann. En otro lugar he dejado testimonio de mi admiración por esta colección de films de alrededor de una hora. Obras perfectas en cuanto a la creación de ambientes y mantener la tensión de un cine "noir". En esta ocasión con reminiscencias de muchos otros films Mann logra un magnífico relato que sin lugar a dudas habría visto Hitchcock, sin restar nada a la creatividad y genialidad de éste
Una perfecta realización con escenas en las que Mann ensaya estructuras narrativas de la puesta en escena: Plano General desde la escalera rodado con gran angular y que sigue subiendo la escalera hasta la puerta de una habitación que se abre mostrando unos pies con la muleta de la protagonista.

Interesante film de misterio e intriga, dúctil, eficaz y bien interpretada y dirigida por Anthony Mann, que logra en tan sólo 56 minutos atrapar al espectador con una historia sencilla pero bien hilvanada.
Es muy entretenida y aunque el intrígulis de la historia se ve venir de lejos, logra amenizar.
Tiene algunas tomas técnicamente competentes y el ritmo nunca decae.
En su debe, pues su final. Prácticamente la última escena. No sé si los dos guionistas y el autor de la historia en la que se basa se lo tomaron en serio, pero deja ojiplático al espectador y no precisamente por su imaginación desbordante sino porque bordea el ridículo, si es que no cae de lleno en él.
Pero, vamos, esto no empaña la buena labor general, dejando un buen sabor de boca a film de serie B hecho con cariño y dedicación.

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Podía haber sido una magnífica película de misterio, de ambiente gótico, acerca de un soldado herido en la Guerra Mundial que se enamora de una joven a la que conoce por correspondencia. y a la que al fin un día va a visitar... O, si se quiere, acerca de la misteriosa hija de una mujer solitaria y enferma, que vive en una bella mansión junto a los acantilados, acompañada de una amiga a la que tiene completamente sometida. Pero lamentablemente todo se queda en agua de borrajas. Por razones que quizá tengan que ver con las prisas (o, lo que es lo mismo, la escasez de presupuesto), la película no es que esté mal acabada, es que está sencillamente abandonada. Nunca he visto un final tan simplón, tan decepcionante, tan irrespetuoso con el espectador.
Claro que, juzgándola a la luz del absurdo título, cabe preguntarse si está película no estará trocada por otra o por fragmentos de otra. Si no habrá habido algún despropósito o confusión a la hora de moontarle y lanzarla al mercado.

Una buena historia -P. MacDonald- y un guión sobresaliente -B. Ford y P. Gangelin- dieron lugar a una película intensa y sobria que proporcionó a A. Mann la ocasión de consolidar las buenas maneras que venía apuntando durante los últimos años.
Y con metraje escaso.
Su sencillo planteamiento encierra una auténtica lección de energía narrativa y de capacidad de síntesis y, además, sabe crear una atmósfera de intriga permanente que se materializa en una densa trama de corte psicológico.
Sentido del ritmo, cuidado en los detalles, gran interpretación y, en general, excelente trabajo cinematográfico contribuyen a que el desasosiego se instale en el patio de butacas.