Saint Frances

De cuando en cuando, como contraposición a costosísimas megaproducciones que, en buen número frecuentan estos tiempos y hacen del cine un modo de pasar el rato, con códigos y clichés repetidos para el espectador, surgen pequeñas películas independientes de muy bajo presupuesto que, a su paso por algún festival, con suerte, logran llegar a circuitos de mayor audiencia.

A veces, son hallazgos excelentes. Sencillos y honestos que posibilitan al autor mostrar íntimamente retazos de vidas normales con sus pequeños y grandes problemas. Con las dificultades cotidianas de todo ser humano.

Así, nos encontramos con Alex Thompson, director desconocido para mi que, a través del guión de Kelly O`Sullivan, protagonista también de la película, dan un tono de ligereza al relato que, sin embargo, aborda temas complejos. No juzga conductas, comportamientos ni métodos de vida. Sólo se ocupa de mostrar, como una treinteañera desnortada y sin horizonte vital de felicidad alguna, se vé, de repente, en una situación impensable de procurarse esperanza sentimental y emocional, para si misma. A partir de ahí, la capacidad de ayudar a personas cercanas que bordean situaciones límite. Es la hora de decisiones importantes.

Existe un hilo conductor que personifica una niña de corta edad, que, afortunadamente, no lastra para nada el relato ni la peripecia personal de la protagonista, contrariamente a lo que ha ocurrido con frecuencia en cine con niño. Solamente algún desliz caricaturesco. Leve e intranscendente.

Saint Frances, es una delicada pieza de porcelana que se ve, sobre todo, con agradecimiento en esa reconciliación con nosotros mismos, siempre oportuna.

La decepción de pre-mediana edad cuando llegas a los 35 y te das cuenta de que muchas de tus metas no se han cumplido y debes aceptar no solo que probablemente nunca se cumplan sino que tu vida no se ha terminado convirtiendo en lo que esperabas, mientras al mismo tiempo vas viendo cómo tus coetáneos van “sentando cabeza”. Dentro de esta historia “típica” hay algo radical en la forma en la que Saint Frances toca estos temas.

Aquí Bridget (una brillante Kelly O’Sullivan que también ejerce de guionista) es una camarera que sobrevive sin preocupaciones y cuya vida no parece dirigida hacia ningún lugar hasta que tiene un embarazo no deseado y termina de rebote aceptando el trabajo de niñera de Frances, una niña de una pareja lesbiana católica acomodada que acaba de tener otro bebé.

A partir de ahí la película trata temas muy serios y de los que el cine Mainstream no habla como el aborto, la menstruación, la crisis post parto, la falta de tacto… La película está llena de detalles y consigue que todo esté tratado con tal normalidad que no te das cuenta de las reflexiones que estás teniendo y llega donde el cine nunca se suele atrever a llegar.

Lo que más me ha gustado (aparte de la genial química entre Bridget y Frances) es el tono conseguido, entre la comicidad y las conversaciones casuales con la que se tratan estos temas que tienen un trasfondo muy serio pero la cinta consigue nunca ceder al efectismo o dramatismo, todo se mantiene en un equilibrio ejemplar gracias a lo bien escrita que está con diálogos naturalistas, y la sutilidad con la que se tratan temas como la religión, la raza, la homosexualidad, los celos, las relaciones millenial… mientras Bridget empieza a construir errores y rectificaciones sobre los que pondrá los cimientos de su nueva etapa de madurez asumida.

Hay una escena en el confesionario donde Frances ejerce de Dios, confesar realmente emocionante y cargada de verdad, repito sin caer en ningún efectismo barato.

En resumen, Saint Frances es un retrato auténtico, realista y tridimensional de la vida actual al llegar a esa marca. Una película que, como “Podría destruirte” ha realizado en TV, está construida sobre un guión tan sólido que no parece una lección sino una reflexión cargada de matices. Es honesta, divertida, sincera, natural y en gran parte radical en cómo toca los temas.

Creo que se liaron un poco al hacer esta película, te queda una sensación de desorden al terminarla de ver que te separa de la intención comunicativa de la misma. Parece construida al revés quiero hablar de la menstruación, la depresión postparto, la condición femenina y la pesadez del paso del tiempo y la edad, …. y voy a ver qué historia puedo construir con estos ingredientes. En fin, cada escena esperas que en la siguiente se ordene y ese orden nunca llega.

Hay que darle las gracias a Alex Thompson y, simultáneamente, hay que reprocharle algunas cosas. “Saint Frances” pone varios dedos en la llaga de las nefastas consecuencias de la exigente sociedad neoliberal patriarcal bajo cuyo yugo viven las mujeres contemporáneas, pero al final apunta más que dispara y, lo que se presume tragicomedia, acaba siendo más comedia que drama y más blanda que comprometida. Demasiados altibajos argumentales para mantener el interés constante durante todo su metraje, a pesar de la valentía que se le presume “a priori” y que tan sólo en algunos aspectos cumple.

En “Saint Frances” se nos cuenta la historia de Bridget, una chica de 35 años a la que todas las apuestas vitales le han salido mal, una perdedora, los únicos personajes creíbles e interesantes: no ha conseguido un trabajo digno mientras que las compañeras que la rodeaban sí; no tiene pareja mientras que el resto sí; no ha sido madre mientras que el resto sí; no tiene una preciosa casa sino que vive en un cuchitril de alquiler mientras que el resto sí. Fruto de una relación casi esporádica, se queda embarazada y lógicamente opta por un aborto. Casualmente, en ese momento consigue un trabajo como niñera de Frances, una niña muy especial, bastante difícil de llevar y especialmente malcriada, hija de un matrimonio formado por dos mujeres, una de ellas afroamericana.

Como se ve y sobre el papel, Alex Thompson toca muchas teclas conflictivas de forma simultánea y no se deja ninguna atrás, pero no con la profundidad y la seriedad requerida y, finalmente, tiende más al tono propio de la comedia indie norteamericana, que es lo que resulta ser al fin y al cabo, que a un tratado serio sobre la dificultad de ser mujer en nuestros tiempos.

Una cinta que va de menos a más y que en su tramo final cobra mayor interés, pero quizás ya resulte demasiado tarde para tomársela en serio. Al menos hay que agradecerle que nos relate con enorme franqueza y sin tapujos la parte menos contada y más oscura de la maternidad y la dificultad de conciliación que ello supone para las mujeres, que acaban siendo las perpetuamente sacrificadas en dicha tarea.

Quién no quiere ver una película de una mujer joven
triste, egocéntrica y perdida.
También puedes ver a una niña malcriada, a la que la siguen mal criando y siempre con mala cara, por supuesto.
Si las mujeres y la vida fuesen así, desde luego que sería para no haber nacido (como insinúa el guión).
El único ser amable es el pretendiente, al que se le puede utilizar hasta tener algo con el profe de guitarra, por supuesto, porque ella lo vale (en su normalidad los venienteañeros desean a las más maduras pero ellas no les toman en serio).
La tía no solo no se disculpa cuando ve que el otro tiene la cara llena de sangre por descuido (sobretodo suyo) aunque solo sea por educación, sino que alude a 'otros' a los que por lo visto les encanta...hola??
Le sale un trabajo nuevo...pues deja en el que está sin dar explicaciones y tirando las cosas al suelo...(seguro que es un empresario explotador, que se j*da). Y "trabaja" cuidando a una niña mientras pasa de ella chateando, yendo al wc o ligando con el profe...es que ella lo vale (el trabajo es para capitalistas).
Las madres unas rancias que no aguantan ni a la mayor, ni al bebé...solo malas caras. Y dejan a sus retoños con una tía que les dice que no le gustan los niños y que no sabe qué hacer con su vida...lo más normal, vamos.
Y dicen que esta película es un guiño a las mujeres para que se sientan comprendidas...maaaadre mía.
La mayoría de mujeres verán esto como una tira cómica y tendrán claro que ellas valen mucho más que eso, que tienen las cosas mucho más claras, que trabajan duro, que disfrutan de sus hijos y que cuidan de los hombres como algo tan suyo como las mujeres.
No engañáis a nadie (o a unos pocos, a menos de los que admitirán en secreto que estáis equivocados).