Chicago Cab

Un taxista de Chicago (Paul Dillon) haciendo una nada apetecible jornada de 14 horas en un frío día de invierno en plena Navidad. Esa es toda la trama que encontraremos en esta película pero es más de lo que realmente podríamos esperar, pues se hace la mar de entretenida.

Podemos conocer los entresijos del trabajo de taxista, reírnos de sus estresadas situaciones y ver cómo el conductor suelta maldiciones, mientras alucinamos con las historias no demasiado graciosas ni tampoco aburridas de sus viajeros.

La ambientación es excelente y contagia el frío que transmite, más si la visionamos durante alguna congelada tarde de diciembre.

Es, ni más ni menos, que un gran entretenimiento, una original película (adaptación de una obra de teatro) que sin ser grandiosa, gusta.

La idea de retratar, con puntillismo impresionista, la faz de la sociedad a través del prisma de un taxista/psicoanalista no es nueva, ahí está el bueno de Travis Bickle fabricándose el traje de neonazi con el que pretendía limpiar de escoria las calles de Nueva York. El protagonista de Chicago Cab (convincente Paul Dillon) está hecho de otra pasta: igual de quemado que Travis, sobrelleva con estoicismo y toneladas de paciencia la presencia de una fauna urbana (esta vez la de Chicago, aunque tanto da) mientras se cuestiona la posición que ocupa él dentro de esa misma sociedad.

Basada en la obra teatral del ex-taxista Will Kern, la película de Cybulski y Tintori transmuta el taxi en confesionario con la intención de elaborar un estudio fragmentado, caleidoscópico, del sentir popular de una gran ciudad, a través de testimonios fugaces que hablan de racismo, violencia, drogas, familia, amor, trabajo... Desafortunadamente, el guión de Kern parece confomarse con la anécdota y el esbozo excéntrico en lugar de adentrarse en todos aquellos temas que no parece querer abordar en profundidad, reduciendo el impacto dramático de la película y convirtiéndola en una entretenida, mas algo irrelevante, amalgama de voces y rostros.

A ratos divertida, a ratos triste, logra en su desenlace desvelar la humanidad que recorría su cadena de histéricos personajes, pero sabe a poco. Aun salvando el handicap del estatismo en la puesta en escena tan inherente a toda película nacida de un texto teatral, el resultado final adolece de un mayor espesor dramático, de intensidad. O sea, que Chicago Cab entra tan ligera como se va...

Lo mejor: algunos repentinos fogonazos de emoción y verdad.
Lo peor: es algo insípida.

Paul Dillon (cuyo físico se encuentra entre un skin head y el Jefe Bigum de los Simpson) es un taxista de la ciudad de Chicago. Los directores Mary Cibulsky y John Tintori, cogen la novela, supongo que autobiográfica, de Will Kern para retratar un día de trabajo de este particular conductor de almas.
Siempre es de agradecer que el cine se detenga en la mierda del día a día de la working class, que sus miserias y prolijas jornadas protagonicen algo más que la desidia de sus protagonistas, cuando ir al trabajo duele, cuando la quemazón de la subsistencia abrasa al individuo.
Con vocación naturalista recorremos las calles de Chicago, gracias a los usuarios que se suben al taxi. La película se limita a la sucesión de historias de los clientes, por lo que la película está determinada por el interés dramático o cómico que éstos puedan tener. Ahí es donde la obra no dice nada, puesto que la mayoría de las historias (salvaría la de Julianne More y la de J.C.Reilly) no tienen ningún interés, la verdad que un taxi debe de dar para anécdotas o más divertidas, o más bellas o más impactantes que las que nos cuentan.

Cuando buscaba por el videoclub alguna película, me fijé en este Chicago Cab y me llamó la atención, a pesar de desconocer el título.
Por un lado, si miramos bien, nos encontramos ante una película que no nos dice nada, ni la comedia ni el drama están presente en las historias. Algunas excepciones si que se pueden encontrar, pero lo que es cierto, es que el guión "flojea" bastante en ese sentido, ya que de todas las historietas, solo un par de ellas se destacan en algún genero.
A pesar de todo, en el global se puede decir que la película es aceptable, y sus puntos favorables son la originalidad especialmente, y la ambientación. Me quedo con estos dos fenómenos porque es meritorio que durante toda la película (practicamente) todos los hechos sucedan dentro del propio taxi. Y en cuanto a la originalidad, la verdad que es excepcional, ya que pocas películas se podrán encontrar con algo que se aleje tanto de la monotomía y de lo típico. Ahí le sube algo de nota.
Las actuaciones ni siquiera se destacan, porque cada personaje es un mundo, y con tantos en escena, casi ninguno resulta pesado. Se acercan más a buenas que a malas. Se deja ver a Julianne Moore como actriz más conocida.
Es sin duda divertido pasearse por las calles de Chicago de un lado a otro y encontrarse con cada personaje llamativo en el interior de un taxi y viendo como un taxista tiene que soportar cada situación inverosimil, pero lo negativo es que en momentos se hace irreal, en el sentido de que las relaciones cliente-taxista, no tienen porque dar a lugar, ya que, en general al taxista o al cliente, (lo normal salvo alguna excepción), poco le interese la vida privada de cada cliente o viceversa. Un ejemplo de esto, es que es normal, que le diga hace frio un cliente al taxista, pero que el cliente pregunte al taxista cuantos hijos tienes, o su vida amorosa, ya no da lugar. Alguna situación vale, pero otras, no son muy creibles. De todas formas es una película, y a veces la realidad, esta bien representada.
Bueno, personalmente, no es una gran película, pero, para una tarde de fin de semana es aconsejable, y si nos adentramos en la historia aunque al principio aburra un poco, al final el espectador sale contento, porque en conjunto si que se hace interesante, ademas de ser bastante diferente a cualquier drama o comedia habitual. Recomendable. Calificación: Interesante.

Es una película sencilla, hecha a forma de documental (no filmada sino contada como un documental) donde seguimos a un taxista por catorce horas y junto a él conocemos las historias de sus decenas de pasajeros.
Las historias pueden ser muy graciosas (como la mujer embarazada y su marido) o muy dramáticas (como la mujer violada).
Paul Dillon está fabuloso y su personaje está muy profundizado demostrando la impotencia de un ser que sabe lo que pasa y no puede hacer nada.
Las mejores historias son las de Julianne Moore y la de John Cusack* (tal vez por ser los más conocidos del elenco).
La ambientación es genial, realmente parece que te has recorrido todo Chicago.
El guión es del estilo Tarantino con diálogos cotidianos, aunque sin el humor negro.

Lo mejor: su sencillez y pasividad a la hora de ser contada; y su originalidad.
Lo peor: hay historias muy inverosímiles aunque hay que tener en cuenta que la película tiene un tono exagerado en las situaciones cómicas.