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El juego del calamar (Serie de TV)

Serie de TV. Thriller. Intriga Serie de TV (2021-). 9 episodios. Cientos de jugadores con problemas económicos aceptan una extraña invitación para competir en juegos infantiles. Dentro les esperan un premio tentador y desafíos letales.
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Críticas 152
Críticas ordenadas por utilidad
17 de septiembre de 2021
126 de 167 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues muy bien 'Squid Game', una suerte de 'Battle Royale' al estilo 'Alice in Boderland' de la mano de Hwang Dong-hyuk (Silenced). Tiene buen pulso narrativo, bastantes giros, muertes que sorprenden y un resultado redondo en general. El reparto da la talla. Hay un par de cameos sorprendentes y, en ese reparto repleto de personajes interesantes, un grandísimo hallazgo: Jung Ho Yeon. Excelente en su rol con un personaje que se roba el show por momentos, auguro futuro para esta modelo que da el salto al mundo de la interpretación. Si tuviera que criticar algo señalaría que ese final abierto que da pie a una segunda temporada podría haberse evitado con un final cerrado, pero como ante el vicio de pedir (en este caso de hacer más temporadas) está la virtud de no dar (ignorar lo que venga después) podemos pasarlo por encima. De anunciarse otra temporada si se mantiene el director dirigiendo todos sus episodios, seguiré en el barco. En caso contrario, para mí estas casi 10 horas son más que suficientes. Muy recomendable, se disfruta y se sufre a partes iguales.
Selasor
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10 de octubre de 2021
133 de 185 usuarios han encontrado esta crítica útil
En sus afanes por expandir el mercado asiático, Netflix ha decidido elevar a superproducción la que ya es una serie de moda a nivel mundial. Parece que esto ha generado emociones encontradas entre los surcoreanos, divididos entre el orgullo de ser los primeros en algo pero afectados por la visión del país (igual que pasó con Parásitos) que se exporta al extranjero.

No es de extrañar. La OCDE sitúa a la convulsa Corea del Sur como uno de sus países miembros más desiguales. Tras la devastación sufrida primero en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y después en la Guerra de Corea (1950-1953), el país culminó la concentración del capital necesaria durante la dictadura militar de Park Chung-hee (1961-1979), con lo que pudo despegar hacia lo que es hoy viviendo dos décadas (1980, 1990) de expansión económica a costa de una fuerte intervención colonial del capital norteamericano. La crisis financiera de 1997 se resolvió con más intervención norteamericana (nos suena) y más precariedad laboral.

El abismo entre el triunfo capitalista y el fracaso marginal, es una realidad palpable en nuestro mundo y particularmente en Corea del Sur con sólo mirar ciertas estadísticas. Más del 30% tienen empleos para los que están sobrecualificados en un país donde el 60% de los estudiantes obtiene un título universitario. Precios de la vivienda prohibitivos y alquileres salvajes estilo “chonsei” para que la gente viva hacinada y eso les cueste la mitad del salario (también nos va sonando). Una de las tasas de suicidios e incidencias laborales más altas de la OCDE. En el año de la pandemia más de trece mil personas se quitaron la vida.

Imbuido de esta realidad, el guionista y director Hwang Dong-hyuk, declara haber visualizado la historia cuando al pasar apuros económicos trató de imaginar si estaría dispuesto a apostar jugando a vida o muerte. Él mismo aclara que ha tratado de hacer una sátira sobre el capitalismo. El problema y lo realmente preocupante es que una sociedad tan empapada de los principios que alimentan el abismo social capitalista y cuya referencia de la alternativa socialista es el esperpento fraternal del norte, sólo puede hacer sátiras del capitalismo reproduciendo en ellas los mismos principios que aspira a denunciar.

Al igual que pasa con Parásitos, el tramo inicial resulta atractivo y adictivo, hasta que a partir del tercer o cuarto capítulo comenzamos a intuir las trampas que encierra el discurso de fondo. Es como escuchar los consejos para dejar de fumar que te da alguien que sigue fumando como un carretero.

La serie no es apta para cardíacos y nada recomendable para los que usamos las ficciones de Netflix para desconectar después de un día laboral antes de irnos a dormir. Un acabado visual potente (con muchos plagios a Stanley Kubrick), violencia extrema muy explíticita a ratos desagradable, buen trabajo de interpretación y un ritmo trepidante enganchan a espectadores (ojo porque sobre todo jóvenes) de todo el mundo. Muy interesados en saber cómo acabará el bueno de Seong Gi-hun metido en semejante distopía.

Pero detrás de todo el barullo que ha generado, sólo queda el lamento inconsolable de una sociedad herida de muerte. Porque la idea que da a luz a la serie se ha tragado y reproduce el veneno principal del capitalismo: el cuento de que todos somos igual de egoístas si llega el caso y por lo tanto tan culpables de lo que pasa como la logia macabra de la bacanal de oligarcas que se ríen de nuestras desgracias. ¿No apostabas tú a los caballos? Ésa es la venenosa moraleja. El embuste burgués de que las condiciones salvajes a las que nos expone a todos el capital son propias al género humano. Sólo uno entre miles trata de proponer la cooperación y la solidaridad, razón por la que acaba en la fosa del fracaso. Una visión distorsionada de nuestra realidad donde lo malo llama más la atención y queda amplificado, mientras que el trabajo y la solidaridad cotidiana que sostiene el mundo queda olvidada y enterrada bajo capas de cemento, y no suele ser elegida por la industria audiovisual.

Existe otro veneno que pone en circulación esta serie. En su alegoría sobre la democracia burguesa vuelve a reproducir sus valores sin deslindarse apenas un metro. Ustedes están aquí porque lo han elegido. Han venido por su propia cuenta. Como si estar al borde del abismo no tuviera nada que ver con el trágala de los protagonistas. Como si las condiciones de vida de este mundo fueran aceptadas democráticamente por los pobres y no impuestas forzosamente por los que se enriquecen a su costa.

Y finalmente, después de habernos dicho que la competencia capitalista es capaz de trasformarnos a todos en asesinos, resulta que lo mismo da ser rico que pobre, porque te acabas aburriendo de ser rico. Retorcidas ideas de una sociedad que se siente sin escapatoria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
armengot
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20 de septiembre de 2021
118 de 161 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Juego del Calamar (2021) es la última sensación surcoreana. Una miniserie de 9 capítulos que se puede ver en Netflix y que se adentra en lo más oscuro de la sociedad surcoreana-y capitalista, en general- mediante el género de terror y el thriller.Por un puñado de Wones "El Juego del Calamar (2021)"

¿Battle Royale?

Algunos críticos y seguidores de la serie se han apresurado a compararla con el manga japonés, y posterior adaptación cinematográfica, Battle Royale. En parte es verdad, porque comparten una premisa similar. En ambos casos, un grupo de personajes son encerrados para competir en un mortal juego de supervivencia en el que solo uno puede quedar vivo. Sin embargo, las comparaciones quedan ahí.

Battle Royale era una película (y manga) cartoonesco, en el que el objetivo que primaba por encima de todo era el sentimiento sádico y el intento de colmar ese instinto de escenas extremas que tiene el espectador de género. Algo que en parte se repite en El juego del Calamar, como es esa búsqueda del morbo, pero también es algo mucho más que eso. Es un envoltorio con el que además se cuenta una historia que nos habla de todas las miserias de Corea del Sur y de sociedades similares.

Préstamos y deudas

Parece que todas las obras, o casi todas, surcoreanas tienen algo en común. La mayoría de sus protagonistas están endeudados hasta las cejas y tienen problemas con sus acreedores. Es lo mismo en el Juego del Calamar, donde Lee Jung-jae interpreta a un pobre diablo que debe dinero a bandas mafiosas peligrosas. Para solventar sus problemas, decide aceptar un extraño reto...

De hecho es una absoluta constante en todos y cada uno de los episodios de la serie las referencias al dinero. Todo gira en torno a ello. No es solo que nuestro protagonista esté endeudado, algo que ya sabemos desde el primer minuto. Todas las decisiones y díalogos de la obra giran en torno a los problemas ecónomicos de los personajes y como el dinero es el epicentro (para mal) de todas sus vidas. En algunos casos porque  no pueden ni subsistir, pero en otros incluso porque este afecta a su "honorabilidad". Una sociedad enferma en la que todo es permitido si eres capaz de pagarlo.

Más allá de la pura explotación

Así pues, el Juego del Calamar se sitúa mucho más allá de la pura explotación (aunque puede funcionar para aquellos que solo busquen eso) y nos enseña una radiografía de un mundo en el que tanto tienes, tanto vales. A lo largo de la serie seremos testigos de una serie de debates morales que interrogan directamente al espectador (al fin y al cabo, estamos, aunque sea en ficción, por lo mismo que están los espectadores de los juegos) pero que no se convierten en peroratas baratas o moralinas simples. La serie sabe cuando parar y cuando dar rienda suelta al desenfreno.

Cruda

La serie no es recomendable para todos los espectadores. Desde luego, no para los más sensibles. Más allá del gore, la serie muestra una crudeza terrible. Quizá porque a diferencia de otros productos de explotación, el espectador no es ajeno al destino de los protagonistas, o quizá porque el suspense sabe jugar muy bien con la diferencia entre la vida y la muerte. En todo caso, la serie contiene algunas de las secuencias más despiadadas, por su falta de humanidad y no por violencia, que se han visto en el cátalogo de Netflix.

Un efectivo diseño de producción

Evidentemente, uno de los alicientes de la serie está en ver hasta donde llega la inventiva y el diseño de producción en las diferentes pruebas. Y lo cierto es que El Juego del Calamar no decepciona. Las pruebas, tan ingeniosas como macabras, no resultan ser las típicas a las que estamos acostumbrados y tienen un desarrollo interesante, aportándose diferentes estrategias para resolverlas.

Un giro de guion inecesario

Lamentablemente, el cierre de la temporada no está a la altura, y se recurre a un giro de guion que está de manera exclusiva para servir de explicación al espectador y atar cabos de una manera absurda. Desde luego era un recurso inecesario, que aún así personalmente soy capaz de perdonar. Además, el dejar abierto la serie de esta manera parece más bien pensado por un mero hecho especulativo que no por razones acordes a la propia historia.

Conclusión

El Juego del Calamar es una sensación que seguramente se convertirá con el tiempo en una serie de culto. A pesar de lo simple que puede parecer en un primer momento, la serie contiene los suficientes elementos como para convertirse en una obra multidimensional con un tremendo gancho

Crítica escrita para Cinemagavia.es
Kyrios
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26 de septiembre de 2021
73 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia se compone en torno a una competición en lo que es una estructura propia de muchos anime. Tiene ese ritmo, ese aroma en cada uno de los juegos que conforman los puntos álgidos de la serie. Descubrir cual será el siguiente, y una vez dentro, como se resolverá, es lo mejor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ki___wi
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21 de septiembre de 2021
82 de 113 usuarios han encontrado esta crítica útil
2020 nos hizo caer en la cuenta de que Corea del Sur tenía grandes cosas que ofrecer a nivel de series y películas, con la premiada ‘’Parasite’’. La cantidad de premios que la película recibió hizo que mucha gente se interesara por el país surcoreano. Sin embargo, Corea del Sur era ya una tierra bastante fértil a nivel cinematográfico y seriefilo desde hacía mucho tiempo. Y cada año lo vuelve a demostrar con creces.


Un ejemplo de ello es esta magnífica serie de Hwang Dong-hyuk que va a suponer toda una revelación en el futuro. La serie tiene todos los ingredientes para convertirse en un producto espectacular que será recordado durante muchísimo tiempo. Aunque su concepción inicial, un juego de supervivencia, recordara a otras cintas como ‘’Battle Royale’’ o la reciente serie del catálogo de Netflix ‘’Alice in borderland’’, el tema de la supervivencia es solo un lindo envoltorio con el que pasar entretenidos un par de episodios. El trasfondo que el guion de Hwang Dong-Hyuk establece es mucho más profundo de lo que parece a simple vista. El gore y las escenas sado dan paso a reflexiones filosóficas sobre la naturaleza humana que tienen un hondo calado emocional. Y la crítica pasa a ser política. Una brutal y despiadada critica al capitalismo, al triunfo del éxito por encima de todas las cosas, al ‘’cliente tiene la razón’’ aunque pase su vida vejándote o al ‘’quien paga, manda’’ que otorga poder a unos pocos a costa de robárselo al resto. De este modo, vemos como un grupo de individuos marginales (en su mayoría hombres y mujeres endeudados, adictos al juego, ex convictos, prófugos, mafiosos, ladrones o simplemente extremadamente pobres y sin recursos), compiten entre ellos por ganar un suculento premio económico que acabaría con todos sus problemas y les ayudaría a volver a levantase del suelo con dignidad y emprender una nueva vida. Para ello, en su mayoría, llegaran a cometer todo tipo de vilezas como la traición, las agresiones o el asesinato. No obstante, la serie también nos dice que, aunque el mundo en el que vivimos sea tan oscuro, también podemos encontrar algo de luz. A veces, en las personas en quien menos lo pensamos.


De este modo, Gi-Hoon, el protagonista es un hombre adicto al juego que a pesar de tocar fondo en innumerables ocasiones aún conserva suficiente calidez y humanidad como para ayudar al que más lo necesite y sentir empatía por los que le rodean. Gi-Hoon es la variable que los creadores del juego no esperaban. La bondad y la solidaridad de la especie humana. Algo que no se deja ensuciar por la codicia o la avaricia. Gi-Hon es el fracaso absoluto del capitalismo más feroz donde ser productivo significa pasar por encima de otros. Y es que el lugar donde se desarrolla la acción es un paraje alejado de una isla desierta donde se llevan a cabo unos juegos de infancia aparentemente inofensivos en los que los perdedores deben morir. Pero la acción bien podría ubicarse dentro de cualquier empresa o ámbito laboral.


La serie tiene un ritmo endiablado y trepidante que te hace estar pegada a la pantalla y devorar cada capítulo con avidez. Te vas haciendo adicto a lo alocado de su trama y a los giros espectaculares e inesperados que cada capítulo esconde. El desenlace es una jodida maravilla y aunque habrá gente que no lo entienda y a la que le parezca flojo, creo que no podrían haber creado un mejor cierre. Cada personaje es interesante en sí mismo y tiene una historia diferente y particular que ofrecer. Hasta los secundarios consiguen lucirse con personajes muy bien desarrollados, bastante épicos y memorables. Aquí todos son protagonistas. Todos tienen algo importante que aportar y con lo que enriquecer a la historia. Ninguno de ellos sobra. El número de episodios, solo 9, ayuda a que su visionado resulte muy placentero. No se hace pesada ni aburre en ningún momento.


Hwang Dong-hyuk ha creado un producto bien definido, con una historia atractiva y bien desarrollada, que hará las delicias por partes iguales de los seguidores del género y de los que también busquen encontrar algo diferente que les ofrezca más que un rato entretenido. El elenco de actores consigue que la serie alcance altas cuotas de genialidad. Lee Jung-Jae se luce con un personaje carismático al que es fácil cogerle cariño. Park Hae-Soo y Heo Sung-tae destacan de igual modo como villanos. Uno por interpretar a un lobo vestido de cordero y el otro por lo metido que está en su papel de mafioso. Jung Ho-Yeon y Kim Yoo- ryung lo bordan en sus papeles como dos mujeres muy diferentes. Pero sin duda, es Oh Young-soo el alma de la serie, interpretando a un personaje que causa simpatía por parte del espectador desde el minuto cero, creando una actuación entrañable que guarda más de una sorpresa. Cabe destacar también los cameos de actores más famosos a nivel internacional como Gong Yoo o Lee Jung-Jae. Aunque breves, sus apariciones resultan memorables.


No cuento nada más de la trama para no adentrarme en spoiler, creo que es muy importante que cada uno la disfrute sin saber muy bien que se va a encontrar. Estoy segura de que, si le dais una oportunidad a esta serie, la disfrutareis muchísimo. El reto que nos propone Hwang Dong-hyuk es tan dulce que os moriréis por jugar un ratito más. Hacen falta más series con la elegancia y la inteligencia de está en el catálogo de Netflix.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nadja
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