The Dead Inside

Decir que The Dead Inside (Travis Betz, 2011) es un musical de terror, aunque sea cierto, es quedarse corto. Funciona brillantemente en su primer tramo como parodia del cine de terror por medio de una inspirada incursión “cine dentro de cine”, desarrollando con mucha gracia su estilo de irónico musical, para concluir como un, quizás demasiado sórdido, film musical de terror psicológico, que finaliza como si de un mal sueño de Charlie Kaufman se tratara. Y es que, en su espíritu más puramente independiente y transgresor, como en su temática que divaga entre ficción y realidad (la protagonista es una escritora que no puede avanzar escribiendo su última historia), hay ecos del autor de Adaptation (Spike Jonze, 2002).

La película se encierra en un solo escenario con tan solo dos actores, dando así sentido al absurdo y el surrealismo que va a suceder en el piso en el que se desarrollan ambas líneas argumentales (que son tres) de manera paralela; la de la historia de terror que escribe la guionista (protagonizada por dos alter egos zombies de los protagonistas), y la de sus problemas mentales que le llevan a ser ingresada en un centro psiquiátrico, del que volverá siendo “distinta”. Y todo esto a ritmo de musical (perfectamente subtitulado, desde aquí enhorabuena a los encargados de la traducción, siendo capaces de hacer rimar y dar divertida vida propia a los subtítulos) que desconcierta casi tanto como sorprende.

Una muy particular película independiente de las de verdad (no esas con actores famosos, distribuidas por una multinacional y que hasta ganan oscars) que sin duda fue una de las pequeñas grandes sorpresas del festival de cine fantástico de la universidad de Málaga.

Maravillosa, fresca, original, desprejuiciada, limpia, desternillante... Si después de semejantes calificativos necesitan más para correr a buscarla posiblemente no sea su película, yo, desde luego, lo he pasado como hacía tiempo que no lo pasaba. Sorprendido desde el minuto uno, cuando los zombies fruto de la creación de una escritora de éxito, Fi, la magnífica Lassez a la que seguiré la pista obligatoriamente, se debaten los sesos sobre cómo abrir una puerta cerrada. Sorprendido con el primer número musical, desternillante. Y sorprendido con lo bien hecha, mejor resuelta y genialmente programada que está.
Aunque no tiene nada que ver, a la altura de Repo! The Genetic Opera, una de mis favoritas en lista, de mi ídolo Darren Lynn Bousman.
Divertida, original, directa e inteligente.
A darle al PLay ya.

Anonadada me hallo. Porque hay que tener mucho atrevimiento, y talento, para mezclar en una película de corte independiente zombies, posesiones, terror psicológico, una historia de amor y un musical y que salga bien hecho, sin ampulosidad y manteniendo el interés.
No sé cómo se le ocurrió a Travis Betz el guión para esta película, pero estoy segura de que debe ser interesante la historia que hay detrás.
Sarah Lassez y Dustin Fasching cargan con todo el peso de la película, son únicos protagonistas, y lo hacen de forma aceptablemente digna y creíble, respondiendo a los momentos de comedia, pasando por el romance extravagante, el terror y el dramatismo de la segunda mitad.

Toda la película desprende un intenso dejá vù a Joss Whedon más que curioso, no sé si Betz se inspiró en Dr. Horrible's Sing-Along Blog, o si de alguna manera participó de forma discreta en la realización de esta película, pero os puedo asegurar que a los fans de las aventuras de Billy, el Capitán Hammer y Caballo Loco y de Buffy Cazavampiros le va a resultar familiar y entrañable, como poco.

Interesante y recomendable, sin lugar a dudas.

Fascinante y arriesgada realización de Travis Betz que consigue, en su combinación de géneros, aportar un soplo de aire fresco al terror zombie, confundir en la percepción de la realidad, crear buenos números musicales (con formas de videoclip), provocar inquietud, y todo ello sin renunciar a unas pinceladas de gore y comedia.

La historia parte de un planteamiento sencillo: el bloqueo mental de una escritora que no consigue encontrar la manera de hacer que los personajes de su obra (zombies) abran una puerta. A partir de ahí, y en una localización muy concentrada (apartamento de Fi y Wes, casa prefabricada en medio del desierto), se despliegan tres planos de realidades paralelas, correspondiéndose cada uno de ellos a una historia que, por sí misma, plantea múltiples posibilidades, explotando al máximo los terrores cotidianos, tanto físicos como psicológicos.

Utiliza las canciones del musical como “comic relief”, aliviando una tensión que, al igual que los protagonistas, comenzamos a sentir sin conocer su causa. Grandiosas “In a zombie apocalypse” y “Control”.

Y, como en “Lo”, su anterior film, realiza una obra casi teatral, que apunta a lugares mucho más distantes que el escenario en donde se desarrolla. Está repleta de matices trágicos, con reminiscencias a Shakespeare, en donde la fatalidad une las líneas argumentales.