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C'est la vie

Comedia Una boda de lujo en un castillo francés del siglo XVIII se les va de las manos a sus responsables. El principal encargado es Max (Jean-Pierre Bacri) un organizador de bodas que en esta ocasión se enfrenta a una celebración de alto standing nada menos que en un castillo. Todo parece estár perfectamente orquestado para que el evento sea un éxito: camareros, orquesta, menú, DJ y decoración floral, pero a cada momento surgen tropiezos que ... [+]
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
31 de enero de 2018
48 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
No alcanzo muy bien a entender el porqué de algunas duras críticas de periodistas españoles a éste último trabajo de los autores de INTOCABLE, pero me suena a una casposa reacción defensiva ante el cine “invasor” francés. Lo digo porque éstos mismos críticos, se desgañitaban en odas y parabienes ante películas infinitamente peores, como ABRACADABRA que dicho sea de paso también tenía como eje central el desarrollo de una boda, pero claro, su director es español y hay que hacerle la ola porque el cine patrio necesita de todo nuestro apoyo y bla, bla, bla…

C´EST LA VIE es una comedia francesa, ágil, inteligente y sutil, cosas que escasean en el mismo formato made in Spain, más acostumbrado a gracietas de cómicos televisivos que a otro tipo de humor más fino, entiéndase por fino; sutil, liviano o mordaz. Aquí las situaciones hilarantes se suceden a un ritmo frenético, aunque a veces demasiado. Desde un divertido comienzo con una pareja que quiere la boda del siglo a precio de saldo a un improvisado final étnico y multicultural muy a la francesa y que tan bien reflejan los directores OLIVIER NAKACHE y ERIC TOLEDANO en toda su obra.

Los personajes son magníficos y a los dos minutos de su aparición en pantalla ya sabemos todo de cada uno de ellos, ejemplar trabajo en la dirección de actores y estupenda la adaptación de los personajes. El trabajo en negro, el miedo a hacienda, los problemas para la integración de otras etnias, la estupidez de la soberbia y muchas otras pinceladas sociales tienen cabida en ésta película que tampoco juzga a nadie por ser como es, sino que los muestra tal y como quieren que los veamos nosotros con el aditivo del humor para no tomarnos las cosas demasiado en serio.
kawenzotz
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31 de enero de 2018
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sentido de la fiesta es saber que estás ante una comedia del país vecino con sus tics y su sentido especial del humor y la disfrutarás. Soy un apasionado del cine francés sobre todo en el policiaco y en la comedia.
Nakache y Toledano triunfaron con INTOCABLE y sorprendieron con SAMBA en esta ocasión dan un giro y vuelven a sorprender pero con una propuesta menos internacional lo que la resiente comercialmente fuera de Francia.
Las costumbres francesas quizás no sean excesivamente diferentes pero sí lo suficiente como para mirar los acontecimientos con cierta distancia.
Yo, que en el fondo soy un francés frustrado, me he reído muy y la volveré a ver porque c’ est la vie, mon ami.
Recomendable con reparos.
LuisOrtiz
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15 de octubre de 2017
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puesto que ése es el subtítulo de esta excelente comedia: C’est la vie: disparatada, absurda, inexplicable, sorprendente. Todo eso se da en esta magnífica comedia que rompe moldes y forma parte del 23 Festival de Cine Francés en Málaga, un certamen que viene celebrándose con asistencia masiva de espectadores.

Dirigida por Olivier Nathache y Eric Toledano, el mismo tándem que lo hizo con Intocable (2011) y Samba (2014,) Le sens de la fête (2017) corría el riesgo de ser deudora de esos dos grandes éxitos, sus hermanas mayores, o bien reinventarse a sí misma, que es lo que acometen esta pareja de realizadores para conformar una comedia diferente.

Y es caso es que el cine francés acumula sus señas de identidad en tres grandes ces: comidas, conversaciones y cuernos. Y comidas, conversaciones y cuernos hay en Le sense de la fête: vaya que si hay comidas, como que la historia consiste en un majestuoso banquete de boda en un castillo del siglo XVII con todas sus conversaciones que tal situación implica. Y el factor adulterio no es el eje esencial del filme, pero también está ahí.
De manera que las principales señas de identidad del cine francés se dan esta película, que se mueve dentro de uno de los grandes temas del cine en general, dado que tampoco es novedoso el ambiente de la hostelería o la fiesta que ha producido inolvidables cintas como El guateque (1968), de Blake Edwards, con un descomunal Peter Sellers; algo menos hilarante la deliciosa El festín de Babette (1987), de Gabriel Axel, Oscar a la Mejor película en habla no inglesa.

El propio cine francés se ha movido con comodidad en ese ambiente segun vemos en Muslo o pechuga (1976), de Claude Zidi, con un inefable Louis de Funnes; y mucho más reciente Comme un chef (2012), de Daniel Cohen, que obtuvo el Premio del público precisamente en el Festival de Cine Francés de Málaga.

Pero si bien Le sense de la fête, como hemos enumerado someramente, goza de grandes antecedentes, creo que son dos las características esenciales que le individualizan:

a) Mantiene la intensidad cómica desde la escena inicial hasta la última sin que decaiga el ritmo hilarante, pues desde el primer diálogo, donde se sugiere por parte de los novios que se quite el borde blanco de las fotos para abaratar el precio del banquete hasta el fotograma final, el espectador no cesa de convulsionarse por las carcajadas. Digamos que el elenco es larguísimo y cada personaje es, por utilizar un símil culinario, como una especia diferente que salpimienta los ingredientes de esta comedia. De ahí que no se permita ni un momento de descanso al público, pues cada frase, cada situación ha sido aderezada con humor.

b) Hemos sugerido el contexto ideal para las conversaciones que un banquete de boda, permite. De hecho, no es raro que entre los asistentes surjan relaciones de mayor o menor duración. Pero lo novedoso, desde mi punto de vista, o desde luego muy poco habitual (de hecho, no soy capaz de recordar ningún ejemplo ahora mismo) es que los comensales son figurantes. El novio y su madre soportan con dignidad sendos papeles de actores de reparto y la novia es una referencia remota, cuyas intervenciones están más en relación con el amor que siente por ella uno de los camareros, antiguo profesor de gramática, que por su interacción con el novio. Por ello, con ser muy numerosos los invitados, toda la comedia se construye sobre los empleados de la empresa que organiza la fiesta: camareros, cocineros, fotógrafos, músicos constituyen un ejército de desajustes entre las funciones de cada cual. El humor, por lo tanto, se da fundamentalmente entre bastidores. Y el caso es que todos ellos pretenden desarrollar su trabajo con profesionalidad, pero de la mutua interferencia de actitudes desorientadas surgen las chispas cómicas, que ya he comentado que son muy abundantes. En realidad, si uno recuerda el filme, no hay chistes como tales: es la construcción disparatada de los personajes y las propias situaciones de la preparación del banquete las que generan las carcajadas de los espectadores. De hecho, la plantilla de empleados de la empresa organizadora de la fiesta, es denominada la brigada.

Y funciona todo ello como un chorro inagotable de hilaridad, que contraviene los cánones clásicos de dejar enfriar el humor y derivar hacia el romanticismo epidérmico. Hay sí un determinado momento de melancolía en Le sense de la fête, pero es tan breve, que el espectador se lo toma como un reposo en sus risas.
De ahí que, no en cuanto a la parte gastronómica, desde luego, aunque un plato de sardinas cumple una función esencial, pero sí en lo que significa de catarata de humor coral entre bastidores, me permitiría una comparación de la película que nos ocupa con ¡Que ruina de función! (1992), de Peter Bogdanovich.

Dentro de ese inmenso casting, destaca la figura del jefe de la “brigada”, magníficamente interpretado por Jean-Pierre Bacri, uno de cuyos papeles más importantes, a mi entender, es el de padre narcisista en Como una imagen (2004), de Agnès Jaoui, un filme que representa lo mejor del cine francés de la primera década del siglo actual, junto a De latir mi corazón se ha parado (2005), de Jacques Audiard, y Hace mucho que te quiero (2008), de Philippe Claudel.

En lo que a Le sense de la fête se refiere, Max, el personaje interpretado por Bacri, intenta mantener como puede la dignidad entre tanto despropósito protagonizado por sus empleados, lo que me parece un acierto técnico, porque este papel simboliza la seriedad burlada que se despliega en el filme. Es como un juego de plano-contrapalano: las dos caras de una misma moneda, el contrapeso y el sustento de tanto gag. Y además eso se une a otro acierto técnico dado que este largometraje no se despeña por la senda del histrionismo. Ni siquiera se acerca a él.

Habrá que aceptar, pues, que la vida es una sucesión de incoherencias y mucho mejor será que nos desternillemos de ellas.
Fco Javier Rodríguez Barranco
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23 de febrero de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta imposible no pensar en "Amigos Intocables" antes de disponerse a ver "La Fiesta de la Vida", la nueva película de los directores y guionistas Olivier Nakache y Eric Toledano, que en su momento con aquella memorable cinta lograron hacernos pasar un buen rato y sacarnos más de una sonrisa. Quizás la comparativa no favorezca a la nueva realización de esta dupla de franceses (en el medio hicieron "Samba"), pero es un poco lo que le viene a uno a la mente ante esta propuesta, naturalmente enmarcada en el género de comedia.

En esta ocasión los sucesos están vinculados a la realización de la fiesta de boda de una pareja joven de recién casados, la cual pretende hacer una ceremonia ostentosa, y a lo grande, pero por otra parte busca la reducción de algunos costos. El personaje más singular sin dudas es Max, llevado a cabo categóricamente por Jean-Pierre Bacri, un hombre que hace años se encarga de organizar fiestas y es naturalmente el responsable de lograr que en la celebración mencionada salga todo de manera correcta. Sin embargo, una vez llegado al castillo en donde se ha de realizar, el caos parece emerger. Parte de lo planeado se desmorona irremediablemente y muchos de los encargados de que las cosas vayan por el rumbo indicado, parecen no tener su mejor día, mientras que otros, por diversidad de motivos, no estarán presentes, lo que lleva a la elección de reemplazos en lo inmediato, aumentado el de por si caótico estado en el que están involucrados. Un desfile de personajes, algunos conocidos, otros salidos del improvisto, desbordarán a Max, que como si todo esto fuera poco, tendrá que tolerar al extenuante novio, que desde su llegada irrumpirá con multiplicidad de quejas.

A lo largo del film se hace notar un poco el humor que viene siendo característico de la comedia moderna francesa, así como algunos toques de la dupla Nakache-Toledano. Si bien tiene sus momentos de humor bien delineado, situaciones muy ocurrentes, y algún que otro pasaje de tonalidad hilarante, otros chistes recaen más en lugares comunes, ciertos convencionalismos, o no tienen la chispa o fuerza suficiente. Durante la primera mitad, la película impone una rítmica notablemente acelerada, logrando sostener al máximo la concentración del espectador, brindándole progresivamente dosis humorísticas. Pero con el avanzar del metraje, ese ritmo cuasi frenético que impone la cinta desde el minuto cero, tenderá a caer, resultando un poco extendida, haciendo notar que su duración debió ser al menos un poco más corta.
Sin poder posicionarse entre las grandes comedias francesas de los últimos tiempos, resultando un poco del montón, "La Fiesta de la Vida" es una película que vale la pena ver, que tiene sus momentos, y hasta muestra algún tipo de cuestionamiento a determinadas malas costumbres o hábitos, que persisten con el paso del tiempo, así como críticas a formas modernas de vida.
Manuel Esteban
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14 de marzo de 2018
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que a mí me ha causado mucha risa y diversión, me gustó tanto que la fui a ver una segunda vez.
El argumento en torno a la boda en el Chateau es muy bueno, con gran variedad de personajes : fotógrafo aprovechado y algo tonto, músico ególatra, camareros simpáticos, en definitiva muchos personajes que van a lo suyo cada uno a su manera. Dirigidos por un director, Max, serio y gracioso.
Los planos son bastante buenos y la música de Cohen me parece sublime.
En definitiva una buena comedia, ideal para pasar dos horas divertidas y evadirte del mundo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
juc8
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