El poderoso influjo de la luna

Reparto de lujo (puede que para cierto cine español no fuera muy difícil) en una película que tiene como una única intención: hacer reir.
Pero no acaban de salirse con la suya. Primero, la cinta está entre 13 rue del percebe y La que se avecina (por la mala hostia de los vecinos seguramente más cerca de La que se avecina) pero no acaba de salir bien parada. Bebe mucho de cierto cine de la época, para lucimiento de estrellas del momento y también de la revista de la época. Así se enmarcan todas las histrias de los vecinos, para crear un relato conjunto a base de historias individuales.

¿Pero qué cosas fallan de la película? Algunas pasan por ser demasiado predecibles (como la historia de Agustín González) y otras por ser "demasiado" de la época (como la misma de Agustín González). Un poco de destape de la época no podía fallar y veamos también que significa ser un poco de la época. Hoy resulta intolerable que veamos como un chiste como Agustín González dice que todas las mujeres son unas guarras (no recuerdo si la expresión exacta es esa) y que hay que pegarlas. Se puede hacer humor y caricatura de todo, incluso de eso. Pero no me parece que pretendan crear nada parecido a eso en su personaje (su personaje es muy de otra época, pero lo dice como algo totalmente tolerable).

Esa parte es totalmente rechazable, y el resto de la película tiene un problema: no arranca y parece demasiado aficionada.

La propuesta de A. del Real como guionista y director se apoya sobre un argumento que toma sustento en situaciones cotidianas anodinas que el autor trata de exacerbar para extraer de ellas la vertiente cómica a base de extravagancias y despropósitos.
El resultado es poco afortunado porque sus sugerencias a lo absurdo resultan toscas, el sentido del humor tiende a lo zafio y la película se presenta deslavazada su ritmo es irregular y da la impresión de estar poco trabajada.
Su dudosa capacidad da fabulación y su dificultad para comunicar el mensaje hacen que el espectador abandone la sala convencido de que lo baladí posee poco influjo para incorporarse como categoría en el mundo del cine.

Asistimos a una película que tiene una muy buena intención, con un elenco de actores maravilloso, que huele a lo que posteriormente vimos en series como “La que se avecina”. Sin embargo, con historias independientes en una escalera, nos da la sensación de que no acaban desarrollándose todas las historias como es debido, y todo gira en torno a algo que poco tiene que ver con la historia, como es la luna.

Agustín González está pletórico, quizá el que mejor actuación nos brinda, en ese momento impresionante con el que él ignora es su yerno.

La película nos brinda también coletillas de la época en contra del Franquismo, y sus nostálgicos, y citas al comunismo en tono jocoso. España estaba de fiesta.

Cuando en su tercer cuarto creciente la luna se dispone a dar paso a su siguiente estado, el de luna llena, los seres humanos, sin saberlo -salvo un curioso investigador de las fases lunares-, ven trastocado su, ya de por sí, alterado comportamiento. Y dentro de una comunidad de vecinos -no me atrevería a decir que como otra cualquiera- esto provocará una serie de disparatadas situaciones, repletas de ese surrealista sentido del humor tan característico de ciertas producciones españolas y alguna que otra joya del absurdo cómo "Jo, ¡qué noche!" (1985, Martin Scorsese). Obras que se caracterizan porque su protagonista -un tipo apocado o un “pringadillo” dicho vulgarmente- se verá superado por la situación, ya sea por el propio fragor de la vida, por una terrorífica noche postmoderna o por el poderoso influjo de la luna…

Una comedia peculiar dentro del cine español, del cine en general, quizá demasiado encapsulada en su tiempo… Un tiempo en que naciera “La Movida”, el cine de Almodóvar o la ola Punk sobre nuestro país mientras la vieja España escenificaría su funeral, durante un golpe de Estado -un ejemplo más de nuestro surrealismo-, apenas un año más tarde de esta producción.

Una cinta que en su día me causó una grata impresión y alguna que otra carcajada, aunque he de decir que no he vuelto a visionarla en un largo tiempo y quizá mi visión sobre ella esté demasiado trasnochada.