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El último acto

Drama Dramatización, basada en relatos de testigos oculares, de los últimos días de Hitler en un búnker subterráneo, de sus secuaces militares, y de su tormentosa relación con Eva Braun. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
19 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iniciada la II Guerra Mundial, en 1940 ya, Adolf Hitler, se siente un gigante porque ha logrado ocupar gran parte del continente europeo: Polonia, Checoslovaquia, Austria, Bélgica, Holanda, Dinamarca, parte del territorio de Francia y Noruega… pero, el no haber podido con Inglaterra lo dejó bastante desencajado, así que, el desequilibrado líder nazi, enfiló sus baterías contra ¡la Unión Soviética!, y el 18 de diciembre de 1940, firma la orden número 21 (Operación Barbarrosa): “La Wehrmacht debe prepararse para aniquilar a la URSS en una operación relámpago. Objetivos: Ocupar Moscú, Ucrania y Leningrado. Stalin debe capitular antes de que termine el verano”.

Como tenía muy presente el pacto de no agresión que Hitler había firmado con la URSS, Iósif Stalin se negó a admitir que los 4,5 millones de soldados, 5 mil tanques y 5 mil aviones que Hitler tenía ubicados en la frontera soviética apuntarían contra ellos. Sintió que las intenciones miraban hacia occidente y que las fuentes que lo prevenían del eventual ataque sólo buscaban obligarlo a entrar en la guerra.

De manera objetiva, todo el mundo creía que frente a una Alemania de alto poder y que se crecía a diario, la Unión Soviética lucía notablemente débil, pues, apenas se reorganizaba tras la crisis que generó la revolución de 1917. Los nazis claramente sabían ésto… y sin dudarlo, el 22 de junio de 1941, su descomunal ejército comenzó a penetrar la frontera rusa.

Pero, la URSS no estaba sola. La Internacional Comunista incitó a unirse contra los nazis en toda Europa; Polonia decidiría apoyar a los rusos; en Francia, partisanos y francotiradores comienzan a hacer sabotajes y a ejecutar alemanes y colaboracionistas… y entre ocupaciones de los nazis y liberaciones por parte de la URSS, el papel que jugaría el Ejército Rojo y hasta el más humilde de los bolcheviques, daría como resultado final que, entre Inglaterra y Estados Unidos vencieran a 10 divisiones alemanas, mientras que la Unión Soviética venció a más de 200 divisiones y puso la más alta cuota de nazis muertos en combate. El prestigio de Stalin estaba en su máximo nivel… pero occidente haría después cuánto pudiera para desacreditarlo.

Lo ocurrido durante los últimos días de la guerra, cuando ya es el Ejército Rojo el que avanza en todos los frentes hasta llegar a Berlín, es lo que vamos a ver en, <<EL ÚLTIMO ACTO>>, película que, con notable acierto, dirigiera, Georg Wilhelm Pabst, el cual partió de un guion escrito por Fritz Habeck, Michael A. Musmano y Erich Maria Remarque, el recordado autor de, “All Quiet on the Western Front”.

Basada en fuentes históricas y en relatos de testigos oculares, la película se mueve en una narrativa casi teatral donde, el claustrofóbico encierro del führer nazi en su búnker en Berlín, será el espacio donde dicte las más absurdas órdenes… y donde le llegarán, una tras otra, las noticias del inminente descalabro de sus delirios de grandeza, mientras algún oficial rememora sus graves responsabilidades: “Nos alzamos entre la sangre, hemos vivido entre la sangre… terminaremos envueltos en nuestra propia sangre”.

Entre los protagonistas: Albin Skoda como el obstinado, Adolf Hitler; Oskar Werner, el oficial Hauptmann Wüst que nunca olvidaba su botellita de ácido cianhídrico y quien buscará un encuentro que terminará costándole muy caro; y Lotte Tobisch, encarna a Eva Braun, el reposo del tirano, quien se casará para morir.
Luis Guillermo Cardona
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14 de febrero de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valioso testimonio histórico de los últimos días del nefasto régimen de la Alemania de Hitler. Sus principales virtudes residen en ser una producción alemana, dotada de cierta autocrítica, estrenada apenas diez años después de los hechos que retrata, su apego a los hechos históricos reales (basados en declaraciones de testigos presenciales y en investigaciones de historiadores) y en sus originales encuadres y juegos de luces y sombras, que son herederos del expresionismo alemán de Murnau.
Sus defectos pueden achacarse a su antigüedad y a su precariedad de medios: la colosal artillería soviética en la Batalla de Berlín (más de 40.000 piezas) hacía diluviar munición sobre la infortunada ciudad en todo momento; sin embargo las pocas escenas fuera del bunker transcurren en un un silencio absoluto totalmente irreal. En realidad se escuchaban incluso desde adentro, a través de sordas explosiones. Eva Braun era omnipresente en esos decadentes días; sin embargo apenas aparece unos instantes por la mitad de la película y sobre el final, cuando se casa con el Fuhrer. El dictador era un manojo de nervios tembloroso y colérico, prematuramente envejecido (tenía 56 años pero parecía un anciano), pero aquí se le ilustra en general calmo y mesurado. Y aunque se le parece, el actor no tiene ni una cana. Fue mucho mejor retratado en películas posteriores por Anthony Hopkins o Bruno Ganz. En comparación, "El Hundimiento" (Der Untergang), de 2004 es muy superior en todo sentido y mucho más realista.
Alejandro Jaureguy
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