Motor Psycho

Russ Meyer fue precursor en cierto modo del softporn, ese porno blandengue y bastante hortera con el que muchos comenzamos nuestros escarceos sexuales (Justine y Emanuel me vienen a la cabeza así de primeras).
En esta película las escenas sexuales se intuyen y en ocasiones se muestran mediante metáforas más o menos explícitas. Así, el intento de extracción del veneno de una mordedura de serpiente, se convierte en una mamada en toda regla, con los gritos del afectado diciendo: ¡Más, chupa más! y escupitajo final de ella, o cambiando durante una de las violaciones el momento de la penetración por un plano en el que se introduce una manguera en el deposito de un coche.
El sexo en las películas de Meyer es un sexo rudo y violento, las mujeres pasan de victimas a verdugos en un instante y tienen un magnetismo extraño que hace que las mires con la boca abierta (mas allá de su evidente delantera). Además de la sana afición de Meyer por mostrar sexo al aire libre (en este caso en el desierto), supongo que debido a una pulsión exhibicionista que explotaba en sus cintas.
La música es otro de los puntos fuertes, en las escenas sexuales escuchamos una música que es una mezcla funk de insinuantes saxos que podría sonar en cualquier barra de striptease. En los momentos en que aparecen el trío de motoristas suena un r&b clásico y machacón procedente de la eterna radio a pilas que lleva uno de los "salvajes" motoristas al más puro estilo James Dean (aunque con algunas taras mentales más que este).

Recomendado para los que gusten de bellezas tipo Playboy con poca ropa, el rock, los caminos polvorientos, el Correcaminos y el Coyote, Tex Avery, veteranos de Vietnam desquiciados y la dinamita.

El imprescindible Russ Meyer en su película previa a su gran clásico "Faster, Pussycat. kill, kill" con la que puede formar un díptico apasionante, voluptuoso y de magnífica coherencia: tres motociclistas se dedican a violar y matar sin piedad en sus viajes hasta que un hombre decide hacerles frente una vez violan a su mujer y a él se le une Cajun (Haji) una mujer a la que también mataron su marido.
"Motor psycho" es otra exuberante locura meyeriana, plena de violencia física y verbal, agresiva, dura y sensual. Desierto, polvo, aventura, hembras a flor de piel, canallas, tacones en el desierto. Un cocktail explosivo a partir de incrustar mundos contrarios: la América profunda y casi desértica dónde salen fértilmente hembras exóticas, explosivas y de alta libido (la secuencia de la picadura de la serpiente es antológicamente meyeriana: mezcla de violencia -casi maltrato de un hombre a una mujer-, erotismo y comedia). "Motor psycho" es como "Faster..." otro pseudowestern motorizado, de música consistente, persecuciones, adrenalina.
Flojea algo en el tramo final pero Meyer sabe mucho y muy bien lo que hace y cómo la hace.

No es una película de Russ Meyer. No tiene la violencia de algunas películas posteriores, como la escena del baño de Supervixen, no nos muestra mujeres denudas, como si hará siempre luego. Ignoro si esto se hizo de forma deliberada o por imposición de la censura. Pero el caso es, que tratando de insinuar en vez de mostrar, Russ Meyer falla. No es tarea nada fácil el sugerir, y muy pocas películas lo han mostrado con resultado positivo (entre ellas, para mi destaca "Lila Dice"), pero tampoco Meyer parece comerse mucho el coco. Ni siquiera los dobles sentidos usa apenas. Excepción a parte, y causa más risa que otra cosa, la escena de la serpiente ("¡Chupala!).

El guión es malo. Los personajes no se entienden, sobre todo el trío de matones que van en motocicleta. Y es una lástima, porque la idea daba para mucho. Puede que el único error sea que es una idea ocurrida en el 65 y no hoy en día, donde Tarantino o cualquier otro haría una grandiosa road movie con humor negro. Así que como película violenta también falla. Por decirlo de una forma general, una idea buena y muy novedosa que el director no se atreve rodar como debería.

¿Qué nos queda?
Las mujeres ya tienen una talla de sujetador considerable, una de las constante del cine de Russ Meyer. Todo esta rodado con el menor presupuesto posible, porque realmente Russ Meyer es uno de los creadores del cine independiente que luego haría furor en los 70, y como tal cine, luego se vendió a Jolivú (aunque el romance entre Meyer y L.A duro bastante poquito, solo dos películas).

Como siempre, el hombre es fiel a su mujer y cree en el amor, y las mujeres tienen el poder sobre nosotros. Esta idea fue considerada moderna e incluso feminista en el Mayo del 68. El otro día una chica comentaba que el cine de Russ Meyer es lamentable, machista y tratando a la mujer de puta.

Todo cambia. Russ Meyer, poco a poco, también lo hizo. Por fortuna. Eran otros tiempos y el contexto le permitió mostrar lo que el quería. Mujeres desnudas, partes de cuerpos tanto femeninos como masculinos, violencia gratuita y pechos enormes. Y con dos duros.

Con estética de cómic violento y una deliberada voluntad de dejar huella, R. Meyer también apuesta, como en otras ocasiones, por la baza del sexo -mujeres exuberantes- y así cerrar en mejores condiciones el círculo de la provocación.
Su ritmo narrativo resulta desigual, la inspiración presenta lagunas que el guión apenas puede disimular e incluso hay momentos en que el argumento se vuelve convencional, que es lo peor que puede suceder a este tipo de películas.
Curiosidad interesante como ejemplo de un modo de hacer cine, emparentado con la viñeta, que tuvo en su momento un público adicto.

En uno de esos imprudentes giros que todo cinéfilo puede cometer durante el complejo camino de aprendizaje, es posible acabar viendo alguna película de Russ Meyer, un tipo al que, como efectivamente una sabia voz adelanta, le gustaban los pechos del calibre de un misil tierra-aire. Ante una película como la de estos psicópatas que no se sabe de dónde salen lo más normal sería enfadarse, ponerle una estrellita y ni siquiera perder tiempo en venir aquí a explicar por qué es mala. Y sí, es mala, sólo con ver las motos con las que se mueven y van sembrando el terror ya es para bajar la persiana y dedicarse a otra cosa.

En cierto modo la película es indefendible. La excusa del bajo presupuesto no puede ser válida cuando las incongruencias del guión son tan significativas. Sin embargo, en este desvarío cinéfilo no todo es una porquería y soy capaz de asegurar que hasta me he divertido, por las torpezas de la historia, porque siendo ridícula no ha consiguido cabrearme. Porque en esencia esto es inclasificable.